VALENCIA. La gastronomía en la Comunitat Valenciana vive un momento dulce, en paralelo a los datos de récord histórico en el rédito turístico y de espaldas a la lluvia constante que supone la atracción informativa desde el resto de España por los casos de corrupción. El producto, la cocina y todos sus agentes intermedios permanecen ajenos en términos de creatividad e innovación, por lo que esa situación de idilio no es nueva, pero sí peculiar por haber mantenido una línea ascendente en esos ámbitos pese a haber atravesado años de convulsión económica.
El buen estado se confirma con fotografías como la de los premiados en la X Edición de los galardones que concede la Academia de Gastronomía de la Comunitat Valenciana y que han sido los siguientes: Premio Cocinero 2015 a Alberto, de Bon Amb; Premio Jefe de Sala 2015 a Casto Copete Fernández, maitre de Nou Manolin y Premio Bodega 2015 a Celler del Roure. Los tres nombres, de sobra conocidos por los amantes de la gastronomía en las tres provincias, lo que demuestra que el número de iconos gastronómicos valencianos sigue siendo difícilmente abarcable.
Los premios se entregaron este viernes en el Campus de Gastronomía y Management Culinario Gasma en Castellón, tras el que se sirvió un almuerzo impulsado por los chefs Rodrigo de la Calle y Miguel Barrera en colaboración con los alumnos del centro. Ese era el contexto para una entrega con un componente diferenciador importante para la propia Academia, ya que eran los primeros presentados por el nuevo presidente de la misma, Sergio Adelantado. Él mismo ha agradecido a la anterior presidenta, Cuchita Lluch, presente y muy activa en el acto -y en las redes sociales online- su entrega tantos años y ha recordado que “hablar de gastronomía es hablar de felicidad, de compartir, de disfrutar y de recordar” para mostrar a través de una leyenda cómo “la gastronomía influye en lo que comemos y en el cómo lo hacemos, en la identidad y en la cultura de nuestra Comunitat”.
El discurso de Adelantado ha hecho referencia a como la gastronomía "incluso, modifica el territorio en donde nos asentamos”. En torno al territorio se ha manifestado, con especial ahínco, el secretario autonómico de Turisme, Francesc Colomer, que ha destacado que la gastronomía es una de las "grandes señas de identidad" de la Comunitat Valenciana de cara al mundo", y ha añadido que "se trata de nuestro mejor pasaporte, una credencial magnífica que tenemos como valencianos".
Colomer, en representación de las administraciones públicas junto al presidente de la Diputación de Castellón, Javier Moliner, ha puesto en valor de distinción "la alta calidad de nuestros productos y el auge de nuevos restauradores, que han sabido unir tradición con innovación en la alta cocina, han hecho que muchos paladares exquisitos hayan elegido a la Comunitat Valenciana como destino".
Casto Copete Fernádez recibe el premio a la Trayectoria tras 37 trabajando en el mundo de la hostelería de los cuales, 21 los ha dedicado al grupo Nou Manolín, donde trabaja como maitre con calidez y naturalidad pero sobre todo con la profesionalidad que le confiere su extensa experiencia reforzada por los numerosos cursos de especialización en los que ha participado.
Alberto Ferruz, comenzó su historia en Bon Amb en el verano de 2011 y en tan sólo 4 años ha logrado numerosas menciones en guías gastronómicas, una estrella en la Guía Michelín, el Premio al Plato de Alicante y dos Soles de la Guía Repsol lo que le convierten en el candidato perfecto a un premio más, el de la Excelencia.
El premio al Proyecto lo ha logrado la bodega Celler del Roure por haber trabajado para que esta empresa familiar de 'la Toscana Valenciana' consiga poner sus caldos en las manos de los mejores summeliers de España y que sus etiquetas sean identificadas rápidamente como el mejor de los vinos. Pero lo ha logrado, sobre todo, por el maravilloso proyecto de recuperación de la elaboración de vinos como sus antepasados, recuperando métodos de elaboración, como el de las tinajas de barro enterradas y que permanecían “dormidas” desde hace más de 300 años en sus bodegas y que hoy ya han puesto 20 en funcionamiento para hacer vino como se hacía desde el siglo IV antes de Cristo hasta los años 30 del siglo pasado.