VALÈNCIA. El Ayuntamiento de València abrió a mediados de diciembre el concurso público para adjudicar el edificio de los Docks para que una empresa privada instale allí un centro de procesamiento de datos (data center), pero lo hizo sin que esté claro qué grado de protección va a tener el edificio. Una manera de proceder que "no tiene ningún sentido", a ojos de César Guardeño, responsable del Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural, la asociación que ha instado a la declaración del inmueble como Bien de Relevancia Local (BRL).
La solicitud de protección se cursó en agosto y busca elevar la protección de nivel 2 parcial a BRL. Por el momento, la concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento se ha pronunciado a favor, y será la Dirección General de Cultura y Patrimonio -dependiente de la Conselleria de Cultura- la que acabe por decidir. Lo que ha extrañado y mucho a la asociación es precisamente que el Ayuntamiento, que dirige el alcalde Joan Ribó, haya decidido sacar a concurso el espacio sin que esté claro todavía el grado de protección con el que va a afectar al proyecto del centro de datos.
"Antes de decidir nada, primero hay que hacer la protección efectiva, determinar qué valor tiene", insiste Guardeño: "La casa ha de empezarse por los cimientos, no por el tejado". De lo contrario, insiste, podría suceder que el Ayuntamiento tuviera que "cambiar las condiciones a mitad de partido" a la empresa que finalmente resulte adjudicataria. Pero el responsable de la asociación es tajante: "La empresa que tenga que intervenir ha de tener las cosas claras de antemano".
Entre los aspectos a proteger en los Docks, Guardeño destaca las huellas de metralla en la estructura exterior. De hecho, Patrimonio Histórico conviene en que se deberían "salvaguardar los elementos propios de la edificación, tanto del exterior como del interior". Y en ese sentido, las huellas de metralla en la fachada del edificio son "testimonio de los más de 400 bombardeos que sufrió la ciudad durante la guerra civil" y "se considera que se deberían preservar y no modificar su estado en cualquier actuación que se lleve a cabo en el edificio".
Otro de los elementos clave, para Guardeño, es el hormigón armado: estos almacenes portuarios construidos en 1917, diseñados por el arquitecto Víctor Gonsálvez, constituyeron el primer edificio de València en el que se empleó este material. Una innovación de calado que abriría la puerta, junto a otros cambios, al Movimiento Moderno en el Cap i Casal.
El servicio de Planeamiento indica que la protección "no necesariamente debería ser integral, pero sí que se extendería a más elementos de su interior de los que hoy en día se protegen". Concretamente, "su estructura interna podría ser conservada en un 50 o 60 % , incluyendo aquella que goce de más valor y mejor conservación. El resto sería demolible y operaría en aras a una necesaria adaptación a los nuevos usos posibles para este edificio".
Por eso, el responsable del Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural alerta sobre el peligro de la compañía adjudicataria de los Docks pudiera acometer una intervención sin haber concluido el proceso de protección del inmueble. Sin ir más lejos, el primer proyecto planteado por Nethits, antes de que se presentara la competidora Nixval, preveía el vaciamiento interno del almacén, y con ello la posible retirada de hormigón armado. "¿Qué hacemos luego?", se pregunta Guardeño.
Por eso, insiste en que hay que seguir el orden lógico "antes de hacer obras a lo loco" y determinar la protección patrimonial. "Parece que hay prisa en el Ayuntamiento de València por empezar a sacar cosas y que parezca que se hacen muchas cosas antes de elecciones", asegura, para añadir que la manera de proceder adecuada es la contraria: "Las cosas se hacen con calma".
El proyecto inicial de Nethits, presentado en julio y declarado "de interés general" en solo 23 días, está lejos de cumplir con la protección que se pretende del inmueble, ya que planteaba una demolición completa del interior y la construcción de un edificio de cinco plantas dentro del actual con el máximo de alturas permitido. El de Nixval sí mantiene las dos plantas actuales y no plantea elevar la altura del edificio.
En los mismos pliegos del concurso se informa de que se está tramitando la protección del edificio. "En caso de resultar declarado como tal -BRL-, la entidad superficiaria deberá dar estricto cumplimiento en su proyecto de intervención a las condiciones patrimoniales resultantes", señalan los pliegos en ese sentido.
Y entre las limitaciones está, nada menos, que la posibilidad de elevar de dos a cinco plantas la altura del edificio, cuestionada en un informe por el propio Servicio de Planeamiento del Ayuntamiento de València, que afirma que, "en cuanto a su integración paisajística, su volumen actual entra en correcto diálogo con los volúmenes plano-horizontales de las edificaciones portuarias y con los grandes espacios abiertos de la zona".