VALÈNCIA. El pasado 15 de diciembre Nega y Víctor Lenore compartieron una conferencia en la Biblioteca de Patraix - Azorín. Dentro del ciclo Jornades. llibres i lliures. Literatura, llenguatge i canvi social, el cantante de Los Chikos del Maíz y Riot Propaganda y el periodista cultural expusieron sus ideas en torno a la vigencia de la guerra entre clases sociales y 'bandos' culturales. Dos temas de los que ambos ya han dejado rastro en sus correspondientes libros: La clase obrera no va al paraíso, de Nega junto a Arantxa Tirado, e Indies, hipsters y gafapastas, de Lenore. La siguiente es una transcripción parcial de sus conferencias, a partir de las cuales se generó un intenso y extenso debate con el público.
"Mis tres citas favoritas en torno a las clases sociales son: 'La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases', de Marx y Engels; 'La clase social es un concepto comunista. No existe la sociedad, solo existen hombres y mujeres individuales', de Margaret Thatcher; y 'Claro que existe la lucha de clases, pero es la mía, la de los ricos, la que va ganando', de Warren Buffett. Ésta es mi favorita porque es indiscutible que existen las clases sociales. Es un hecho histórico, casi científico. La de Thatcher es rotundamente falsa, pero es la que mejor se ha asumido. Todos damos por hecho que no existen, que es algo antiguo, que es de comunistas o de dinosaurios marxistas. Las clases sociales tienen tan mala fama gracias a que esa idea se ha asentado".
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"Esta idea se ha asentado a partir de una forma de clasismo: la invisibilización. Se niega a las clases sociales más bajas. Encendemos la tele y no se ve a la clase trabajadora. Si vemos un anuncio de cereales, lo que vemos es a una familia en torno a la mesa y el papá que sale no lleva un mono azul ni la madre una camisa de Mercadona. Los anuncios muestran una especie de clase media abstracta. De clase media alta. La publicidad genera imaginarios e invisibiliza a la clase trabajadora".
Cine
"También sucede en el cine. Normalmente las películas están ambientadas en esa clase media. No importa cuál sea el género, si es terror o si es de amor. Siempre se representa a la clase media. De hecho, el trabajo es la mayor elipsis en la historia del cine; es la mayor contradicción. El trabajo ocupa la gran parte del día de una persona de nuestra sociedad: te levantas por la mañana y las horas que se dedican al trabajo ocupan la mayor parte del día. Eso no se ve en el cine, esa realidad no existe, especialmente en el cine comercial. Cuando una película muestra el trabajo de forma proporcionada, entonces es etiquetada como cine social o, lo que es peor, cine de autor".
"La referencia creo que es del libro de Owen Jones [Chavs. La demonización de la clase obrera], que cuenta que cuando llegó el primer obrero al Parlamento británico, con su mono lleno de grasa y de polvo, le preguntaron si venía a arreglar el tejado. Esto que suena gracioso no lo es. Porque la diferencia, ahora, no es tanta. No estamos como para lanzar las campanas al vuelo. El número de parlamentarios que proceden de la clase obrera es ridículo. Con Podemos ha entrado gente como Cañamero o Alberto Rodríguez, pero la proporción sigue siendo anecdótica. Luego llega Celia Villalobos y comenta que si tienen piojos. Los parlamentarios habituales ven aquello como su cortijo. Consideran que alguien sin estudios está incapacitado para hacer política, y lo que pasa es que si tú no haces política te la van a hacer a ti".
"El resultado es el de una desafección y desapego por la política tremendo. Cuando llegan las elecciones, el nivel de abstención me aterra. En algunos países como Estados Unidos alcanza el 50%. ¿Sabéis quién no va a votar? Las clases populares. Esto es dramático si nos acordamos de aquel parlamentario que llegó con el mono de trabajo al Parlamento británico y pensaban que venía a arreglar el tejado. Han pasado cien años desde que conseguimos ese derecho y no lo ejercemos. A mí me parece dramático y esto abriría un debate con abstencionistas, anarquistas y demás, pero no votar me parece una falta de respeto a la gente que se dejó la vida por ello".
"Otra de las paradojas en el mundo de la cultura con la clase obrera es que cuando aparece también es para hacer burla. Tenemos ejemplos como el Neng de Castefa o Aída. Cuando aparece es para reírnos de ella o convertirla en chivo expiaotorio. Entonces, todos esos periodistas y columnistas que la invisibilizaban la resucitan para justificar la presidencia de Trump, el ascenso de Le Pen o el Brexit".
"Otra forma de clasismo es el paternalista, el de aquellos que dicen que la emancipación está en Beyoncé y en Telecinco y no en Angela Davis"
"Hay quien se sorprende de que los obreros les voten. Yo creo que son racistas, derechistas, que han hecho las cosas mal, pero hay algo que sí han hecho: no negar a la clase trabajadora. Y nos han comido la tostada. Recuerdo unas imágenes en las que Le Pen aparece por una fábrica que estaba en huelga y se la comían a besos. Todos los obreros haciéndose fotos con ella. Y, piensas, ¿pero qué pasa aquí? Se te cae el mundo a los pies. Esto está pasando cuando hace 30 años si un líder ultraderechista se pasaba por una fábrica se le apedreaba. Los populistas nos han comido la tostada".
"Otra forma de clasismo es el paternalista. Es la de aquellos que dicen que la emancipación está en Beyoncé y en Telecinco y no en Angela Davis porque, pobrecitos, los obreros no alcanzan a entender a los intelectuales como Angela Davis. Que si eres de barrio tienes que hablar con monosílabos como una estrella del trap. Y que si no lo haces, no eres 'de abajo'. En plan 'puta', 'zorra', 'mi polla' y así. El otro día leí en Jenesaispop.com que se quejaban de la canción de Becky G en la que habla de que le gustan los señores mayores y las pollas grandes y no sé qué, y el artículo era de alguien súper indignado que decía que cómo se podía promocionar algo así. Y pensé, joder, pero si estáis toda la vida promocionando a grupos machistas no, lo siguiente, y llega una mujer sudamericana y le criticáis por esto. Es una especie de machismo paternalista al que me refiero".
"la moral no existe; existe el poder"
"Leí hace poco una cita en Twitter, que creo que era de una tuitera que se llama María Magdaleno. Decía algo así: vivimos en un sistema tan corrrupto y podrido por el neoliberalismo que la más mínima muestra de principio ético irrenunciable o la más mínima muestra de los derechos humanos más básicos es denostada como superioridad moral. Al final, haga lo que haga el pueblo parece que siempre está bien. No porque esté bien, sino porque lo hace el pueblo. Creo que esa es la forma de clasismo más peligrosa porque niega la alienación. Si una persona se dedica a ver Telecinco durante las 24 horas del día no está alienada. Por otro lado, niega la emancipación. Que haya chavales de barrio que se preocupen por formarse, por estudiar, que se preocupen por tener una toma de conciencia... entonces te dicen, 'ya estás con tu superioridad moral'. Pues nada cuando lleguen las elecciones no haremos campaña. Cada uno que vote a la suya y que gane el PP siempre, porque, ¿cómo vas a decirle a alguien que está equivocado? Ya llegas con tu superioridad moral".
"Por todo esto quiero decir que la moral no existe; existe el poder. Jorge Moruno, que creo que es una de las mentes más lúcidas que conforman Podemos, se enfrentó a un debate en Twitter a raíz de una historia por la cuestión de la alimentación en los colegios. Porque los niños coman sano, el tema de la obesidad, etcétera. Pues la gente saltaba y le decía, 'pero tú quién eres para decirle a la gente lo que tiene que comer'. Pues nada, no puedes ni hablar de una dieta saludable. Que los niños coman mierda porque no puedes decir nada, que es superioridad moral. Comer sano es de pijos porque son ellos los que pueden permitirse una dieta sana. Recordad que las clases sociales existen, que la lucha de clases está más viva que nunca y que el capitalismo, a diferencia de Roma, sí paga a sus traidores".
"Hace poco leía que por qué no se podían proponer unas listas cremalleras por las que, igual que se trata actualmente que haya una representación paritaria, puede haber un porcentaje representativo de la clase obrera. Porque hemos visto como una y otra vez a lo largo de la historia los diputados son de clase media y alta. Es decir, de las clases que se han podido formar académicamente y que, claro, defienden sus intereses. Desde allí tienen una facilidad pasmosa para olvidar cuáles son los intereses de los que más sufren".
"Incluso en 2017 en Podemos existe ese déficit. Es una formación con la que he sintonizado muchísimo desde el principio, pero para encontrar a alguien que hable de trabajo conciliación... es muy difícil. Tengo como referencia el libro que escribió Jorge Moruno, La fábrica del emprendedor, que habla de la miseria del mensaje capitalista, de que si quieres puedes. Vamos, que si no te haces rico es por culpa de que no te has esforzado lo suficiente".
"Desde los medios se insensibiliza a la clase obrera. En los telediarios hay un sesgo muy fuerte sobre cualquier tipo de organización de la clase trabajadora. Yo no trabajo en las secciones de Nacional; las conozco de refilón, pero sé que hay un rechazo general a toda la información que tenga que ver con la clase trabajadora".
"Uno de mis artículos favoritos sobre cultura pertenece al crítico cultural marxista Simon Williams. En éste cuenta que la cultura es algo cotidiano, que no es leerse la Odisea de Homero y que tiene más que ver con lo que haces cada día. Si cuando llegas a casa te pones a ver ForoCoches o Telecinco, esa es tu cultura porque se basa en torno a los estímulos que tienes. Pues bien, ese es el caballo de batalla donde las clases altas nos llevan dando una paliza enorme. De forma sutil, tienen todas las de ganar".
"Las decisiones que se toman en la tele no son inocentes"
"En la izquierda es bastante complicado encontrar un discurso sobre la tele. Una vez El Cultural, el suplemento, proponía a diferentes intelectuales la idea de qué cambiarían para mejorar la situación cultural de España. Entonces decían cosas súper estrambóticas, muy centradas en el sector cultural, como temas de becas, subvenciones... menos Juan Marsé, que decía que lo que haría es cambiar de cabo a rabo la programación de la televisión".
"Uno de los ejemplos más claros de cómo está la televisión es el modelo italiano de Telecinco. Yo trabajaba en Rolling Stone cuando entrevistaron a Paolo Vasile que no sé si es licenciado o doctorado en Filosofía. Entonces, piensas, ¿cómo es posible que un especialista en Santo Tomás de Aquino sea el responsable de este tipo de tele? Él contestó que había dos tipos de personas: las que querían llegar a un nivel superior de conocimiento y, luego, todos los demás que no querían complicarse la vida. Esa visión del mundo es profundamente clasista. Como si hubiera personas de categoría A y de categoría B. Los de categoría B parecen condenados a consumir basura, y te sorprendes. Porque Vasile no llegó a España y dijo, voy a probar durante dos años con una programación para una audiencia inteligente y sensible; no, llegó e hizo la televisión que los publicistas le pidieron que hiciera, porque ellos son realmente sus jefes. Las decisiones que se toman en la tele no son inocentes".
"Cuando llegó Gran Hermano a España recuerdo que solo había tres reglas, y creo que no las han cambiado: no se podía leer, no se podía escuchar música y no se podía hablar de política. Lo de la música, quizá, se puede entender por afectar a la grabación. Pero lo importante es que no querían que el programa se convirtiera en un foro de debate sobre los problemas sustanciales. Que la gente no vea en sus casas que se hable de algo así".
"Uno de los primeros programas que inauguró la moda de los debates televisivos actuales fue El Gran Debate. Allí empezaron a salir miembros de Podemos o Ada Colau. Entonces Rajoy llamó para que lo quitaran. Quedaba un año para renovar licencias y Vasile lo quitó. Y, luego, laSexta, muy inteligentemente supo aprovechar e hizo su camino con una programación más digna, más consciente de los problemas que había. Por eso, quien diga que la gente está enganchada a Sálvame Deluxe y a LaLiga porque quiere, en parte tiene razón, pero en parte no".
"El reggaeton es un fenómeno que he seguido de cerca y que me sigue llamando mucho la atención. Aparece por el 2002 y genera un rechazo brutal inmediato de la industria y de la crítica. Los expertos y críticos le dan de lado y las emisoras tipo Radio 3, que se supone que tienen una sensibilidad especial, no le hacen caso. ¿Por qué ha creado ese rechazo cuando otras músicas no lo crean? La excusa es normalmente su calidad musical. Se dice que es una música chabacana y vulgar, nada distinto a las críticas que recibían en los años 50 algunos estilos como el rythim and blues del que Frank Sinatra dijo que era basura para idiotas. Cabe recordar que las listas de éxito llegaron a estar separadas con canciones para negros y las 'listas generales'. Lo que pasó en España en 2003 fue muy parecido a lo de aquellos años 50. Se trató de esconder con criterios culturales y prejuicios clasistas. Porque el reggaeton es una música enfocada al cuerpo y, sí, España sigue teniendo su tradición católica y puritana y siempre ha visto el disfrute del cuerpo como algo inferior e impropio de la cultura".
"Recuerdo un debate muy interesante de Susan Sontag sobre las películas de Bruce Lee. Se decía que eran cintas fascistas que fomentaban el culto al cuerpo, la agresividad y la violencia. Lo que en realidad demostraba esa cultura de gimnasios y artes marciales en Occidente es que la única posesión que tenían los chavales de barrio eran sus cuerpos. El disfrute que pueden extraer de ello a través del sexo o del deporte. Por eso lo cuidas, porque es lo que tienes. Así que más que un culto fascista también tenía que ver con el fenómeno de Fiebre del sábado noche, cuando los fines de semana quieres disfrutar tras lo mucho que has currado entre semana. Al final, es siempre una lógica muy parecida a la de la cultura rave o la de la Ruta del Bakalao. Me explotan de lunes a viernes, pues a disfrutar todo lo que pueda el fin de semana".
"El reggaeton es político. No en el sentido de lo que hacen Los Chikos del Maíz, pero es político en otros sentidos. Cuando empezó en el Caribe, en Jamaica, sus habitantes sacaban los equipos de sonido a la calle porque no tenían dinero para hacer mucho más. Cuando eso da el salto a Puerto Rico y Panamá las fuerzas de derecha, las emisoras católicas, hablan de música satánica, ofensiva para dios, que desviará a los jóvenes del camino recto. El reggaeton nació ya con muchísima oposición. También es política porque le dice a la industria del disco estadounidense, 'está muy bien tu música, pero nosotros también podemos hacerla. Nosotros no vamos a hacer el mismo hip hop que en Nueva York o Los Angeles porque nos gusta bailar, así que vamos a hacer un hip hop que se pueda bailar'. Y se dijo que duraría dos años, pero su continua desacreditación es la misma al resto de cosas que salen de la clase baja".
"Me flipa un poco el rechazo y la hostilidad que hay contra el reggaeton. En una entrevista Mikel Erentxun dijo que quemaría todos los discos. Pereza le dedicó una canción en su contra. Y, sin embargo, este año ha entrado en festivales y ha logrado que sus artistas metan la cabeza con patrocinios de marcas de telecomunicación. Como el caso de Tangana. Me recuerda a la entrevista que le hice a Camela que también evidencian el rechazo a la clase trabajadora. Me dijeron que nunca les habían ofrecido un contrato de patrocinio pese a su éxito. ¿Por qué? Los prejuicios son los mismos y siguen muy vivos, pero ya nos pasaba con con Manolo Escobar que nunca entraba en las listas de éxitos porque lo vendía todo en gasolineras. Tampoco con la rumba catalana, porque socialmente no se podía dar espacio a la gente que hablaba de los problemas de la calle, de problemas económicos, de cárcel o de heroina. De la vida en un sentido divertido, como hace la rumba, pero también de los bajones y de los conflictos".
"Me gustaría decir que la cultura no es un territorio inocente y que detrás hay muchas estructuras de poder e intereses. Hay que saber verlo. Y hay dos circuitos, porque el sistema sabe cómo poner lo que más le interesa delante del escaparate y lo que menos detrás. Por ejemplo, está el caso de Los Chikos del Maíz en Radio 3, que tienen una entrevista que no se emite en un momento dado porque hay, se supone, un supuesto miedo a que alguien del Gobierno del PP escuche eso. Pero ha habido muchos grupos de música popular politizada que han estado vetados, como todos los del Rock radical vasco. Cuando quiero escribir sobre Alaska y Los Pegamoides y busco información en internet, la sensación es que entre Diario16 y El País se publicaba algo de ellos como máximo cada tres días. En cambio, en El País, por ejemplo, si busco algo sobre La Polla Records encuentro un único artículo de un día en el que se montó un tumulto en uno de sus conciertos. Hay dos circuitos y dos varas de medir a la hora de contar la cultura en España".
Naufragios, obsesiones infantiles y criaturas marinas se dan cita en Ballenas invisibles (Barlin), el ensayo en el que Paula Díaz Altozano aborda la fascinación por los grandes cetáceos a lo largo de los siglos