VALÈNCIA. No son buenos tiempos para la hostelería y el ocio. La pandemia ha obligado a la mayoría de autonomías a tomar restrictivas medidas para contener la evolución al alza de los contagios. En el caso de la Comunitat Valenciana, el cierre se ha establecido a las 17 horas, un horario que ha significado para muchos negocios una importante merma de ingresos, al no contar con el turno de tarde ni poder ofrecer servicio de cena. Incluso, algunos se han visto obligados a bajar la persiana durante la semana y únicamente abrirla en sábado y domingo, cuando pueden hacer algo de caja.
Este es el caso de Riccardo Antenucci, propietario de La Batisfera, una cafetería librería en el Cabanyal. "Con las últimas medidas lo estamos pasando muy mal. El desplome de la facturación es del 80% y hemos vuelto a meter a los empleados en ERTE. Así no podemos aguantar", lamenta. De hecho, el negocio ha cambiado su horario y únicamente ofrece servicio durante el fin de semana porque no les compensa abrir. "No hay turistas y la ciudad está vacía", señala. "Por el miedo, la gente sale menos, muchos se han quedado sin trabajo y el poder adquisitivo de las familias se ha reducido. Y eso afecta a los negocios de hostelería", explica.
Su día a día ha cambiado por completo. "Se hace duro", admite. "Nos hace falta dinero de forma inmediata, porque muchas pymes van a saltar por los aires. Aguantar es muy duro", recalca, para incidir en que se sienten "totalmente olvidados" por parte de la administración. "Las ayudas son ridículas", enfatiza.
A su juicio, la "criminalización" al sector también ha dañado la confianza de los clientes. "Nadie nos ha explicado el grado de incidencia de la hostelería en los contagios. ¿Somos solo nosotros los malos?", se pregunta. "Ofrecemos un ocio responsable y controlado porque hacemos respetar medidas. Estas navidades ibas al centro y estaba lleno y no pasaba nada, pero a nosotros nos criminalizan", lamenta.
Una percepción que comparte Teresa Timoteo, quien regenta el Café Carajillo en la plaza Xúquer. "Estamos perseguidos porque otros ámbitos como las universidades o el transporte público no se rigen por las mismas restricciones", sostiene.
Tras meses cerrado por su condición de pub, la esperanza le llegó hace unas semanas, cuando la Generalitat permitió abrir al ocio nocturno en horario diurno, pero el jarro de agua fría llegaría más tarde con el cierre a las 17 horas. "Si con la reconversión tuvimos que buscar un nuevo público, ahora mucho más. Esta restricción es una muerte directa. No nos han querido cerrar directamente, pero lo han hecho de forma indirecta, porque la facturación es nefasta. De tres empleados que tenía, ahora estoy yo sola", asegura.
El negocio erigido por su padre y su tío hace 42 años vive ahora un complicado día a día a base de café y alguna cerveza. "Nunca se había visto una situación así. El esfuerzo que estamos haciendo es muy importante, pero nos vemos desamparados y casi sin ayudas, mientras que los costes fijos se mantienen: el alquiler y los gastos de agua y luz. No entendemos cómo nos eximen de tener ingresos, pero no de gastos impositivos", remarca.
De hecho, explica que afronta la situación actual gracias a los ahorros que tenía. "De números rojos no voy a salir en bastante tiempo, pero por lo menos espero cubrir los gastos para aguantar como sea. Sin embargo, si esta situación se prolonga mucho tiempo no sé qué pasará", indica. Por ello, exige ayudas directas al sector para conseguir así compensar pérdidas y aliviar a los negocios de la asfixia financiera que padecen. "Nos han dejado de lado y nos están dejando morir. Necesitamos ayudas", advierte.
Según un informe de la Asamblea de la Acampada del Ocio Nocturno de la Comunidad Valenciana, el desplome de la facturación del ocio y lahostelería es del 80,3% tras las últimas restricciones. En concreto, en el caso del ocio el estudio señala que solo el 14,29% de los locales de ocio mantienen sus puertas abiertas, mientras que un 85,7% se han visto obligados a volver a bajar las persianas. Han tenido que reducir su plantilla en un 78,54% y sus pérdidas económicas mensuales ascienden a 10.952 euros. Con estas cifras, el 88,9% de los establecimientos aseguran que no llegarán al 31 de marzo y ya han cerrado el 28,57%
Los datos sobre la situación que viven los hosteleros de la Comunitat Valenciana no son más esperanzadores. Su nivel de facturación, en estos momentos, y con respecto al mismo período de 2020 es de un 22,9%, su plantilla está por debajo del 40%, sus pérdidas mensuales ascienden a 7.500 euros y el 88,2% de las pymes asegura que no puede hacer frente a estos números más allá del mes de marzo, según el estudio.
Unos datos que generan desazón en el sector que se considera permanentemente estigmatizado y que se le aplican "los recortes más severos, mientras se sigue disfrutando de las rebajas o de cenas en las salas de juego, en el peor pico de la tercera ola de la pandemia", subraya la Asamblea de la Acampada del Ocio Nocturno de la Comunidad Valenciana.
José Tomás, de La Mezcalería en Russafa, también capea el temporal como puede. Su clientela era nocturna y con el cierre a las 17 horas ha decidido abrir únicamente el fin de semana. Sus ingresos se han reducido un 90% y hay jornadas que cierra la caja con 50 euros. "Los gastos fijos se mantienen y tengo que pagar la cuota de autónomos y con lo que ingresamos no da", advierte.
Su objetivo es aguantar con el dinero que ha logrado ahorrar hasta que la tormenta amaine, pero sabe que muchos no tendrán esa opción. y por ello pide apoyo a la administración. "No hay intención de ayudar, sino de tapar bocas. Estamos abandonados. Hay mucho drama y sufrimiento porque muchos negocios están a punto de cerrar", subraya.