VALÈNCIA. Nacieron el mismo año (1954) y perdieron la alcaldía el mismo día (el pasado 17 de junio), no obstante, Jesús Ros y Ramón Marí representan la cara y la cruz de la moneda de la pérdida de alcaldía socialista. Ambos ganaron las elecciones en sus respectivos municipios, aunque con minoría; sin embargo, un acuerdo de otros partidos les ha superado y relegado a la oposición. Cada uno lo lleva de una forma.
Ros cedió la vara de mando tras 25 años de alcaldía repartidos en dos periodos. En su primera etapa renunció voluntariamente; en la segunda ha tenido que dejar el cargo al sumar el PP los cuatro concejales de Vox a los nueve suyos para hacer alcaldesa a Amparo Folgado. El PSPV se quedó con diez, mientras que Compromís logró dos.
El torrentino lo aceptó con la sencillez y realismo que caracteriza su comportamiento. No tuvo una palabra de reproche, deseó suerte al nuevo equipo de gobierno y confirió, en su discurso en el pleno de investidura de Folgado, normalidad al pacto que ha evitado que siga gobernando. La empatía llegó hasta el punto de que el portavoz de Vox, Guillermo Alonso del Real, le insistió, con bastante reiteración, en que siguiera en el consistorio y no dejar de ser concejal.
Con la configuración de cargos en esta etapa ha preferido no ocupar ni la portavocía (que recae en Andrés Campos) ni la portavocía adjunta (ahora en boca de Eduardo Gómez) de su grupo político. Ni percibir remuneración alguna (ya está jubilado) más allá de la asistencia a plenos y comisiones. Ha quedado a la cola de su equipo en este reparto.
Y esta semana ha dirigido una carta a su vecindario, el de la segunda localidad más poblada de la provincia tras la capital con más de 85.000 habitantes. Ha repartido 25.000 copias por buzoneo de su misiva en la que transmite su agradecimiento a sus conciudadanos.
En el escrito subraya "la fortuna de ejercer el que sin duda es el puesto más bonito y apasionante de la vida institucional: ser alcalde de Torrent, mi ciudad y la tuya. Y por eso doy las gracias. Vuestro apoyo y también vuestra ayuda han sido decisivos para que Torrent nos llene de orgullo".
Se despide con "un nuevo compromiso: siempre podréis contar conmigo. Desde donde sea y como sea, siempre estaré a vuestra disposición". Para insistir en ese mensaje eterno en la línea final de su epístola. "Siempre vuestro, siempre de Torrent", concluye en lo que suena a todas luces como un epitafio político, aunque desde su entorno certifican que, de momento, seguirá como concejal.
Ramón Marí, por su parte, ha ejercido 20 años consecutivos de alcalde en Albal, municipio también de la comarca de l' Horta Sud como Torrent. Estaba acostumbrado a ganar con holgura. Hasta el pasado 28 de mayo, en que lo hizo por 34 votos de ventaja sobre el PP, que le arrebató dos concejales y le igualó en número a seis.
A partir de ahí se fraguó un pacto del grupo popular con el partido local Avant, que lleva varios comicios asegurando sus dos concejales en una enconada -y muchas veces repleta de acritud- pugna con Marí. La edil de Vox aportó el noveno y decisivo votó que descabalgó a un incrédulo alcalde en funciones.
Lo hizo en un pleno que anduvo lejos de la calma del de investidura de Torrent. El alcalde saliente arremetió contra el acuerdo "del odio y sueldos" del nuevo equipo de gobierno. Su portavoz en esa sesión lo calificó, con carácter despectivo pese a la exquisitez de este plato autóctono, como "pacto del puchero", algo que replicó el primer edil entrante, José Miguel Ferris, definiéndolo, por "su fortaleza", como "pacto de la torre".
Luego el asunto se complicó más en la propia sesión, entre los abucheos de gran parte del público tras explicar el secretario que la votación sería con papeleta. Marí intervino sin previo aviso en el pleno para insistir en preguntar si algún candidato quería retirarse, lo que derivó en una acalorada discusión. Al final, no pudo frenar lo que ya estaba rubricado: que perdería la alcaldía.
"Ha sido un golpe muy fuerte". Así definía ese hecho posteriormente en Valencia Plaza el propio Marí, que atribuye los abucheos a "gente del PP y Vox" y afirma que "tenía que haber limitado el aforo", sin más alusión a la pertinencia de sus palabras o de las de su portavoz.
Desde entonces ha decidido comenzar una dura oposición desde primer fila, como miembro de la junta de portavoces del Ayuntamiento y con una cuenta de correo en la que ha criticado incluso detalles como el valenciano que utiliza el equipo de gobierno.
Ros, por su parte, guarda silencio. Sus palabras las ha limitado a su escrito de agradecimiento. Pese a tener los mismos años y dejar de ser alcaldes idéntico día, difieren en la senda que siguen en el nuevo rol que les ha tocado vivir y al que no están acostumbrados: la oposición.