VALÈNCIA. La industria de la moda encara un nuevo horizonte: ser más sostenible y disminuir la contaminación en los procesos de producción. Dentro de este contexto, hay empresas que desde hace años lideran esta transformación. Ese es el caso de la valenciana Tejidos Royo, que desde hace más de 100 años se dedica al sector textil. Galardonada recientemente con el Premio de Empresa Innovadora de Cámara Valencia, la sostenibilidad e innovación son dos pilares sobre los que asienta su filosofía. Un ADN fuertemente marcado que les ha llevado a dar un paso más y abanderar la lucha por reducir el uso del agua en los procesos de producción.
Y es que los números no engañan: para fabricar unos 20.000 metros de tejido son necesarios unos 90.000 litros de agua, una importante cantidad de recursos hídricos en un contexto de déficit mundial. Considerada como la segunda industria más contaminante, la moda es, además, responsable del 20% de los vertido tóxicos que se vierten al agua.
Conscientes del impacto en el medio ambiente, desde Tejidos Royo han revolucionado el mundo de la moda con una tecnología capaz de tintar hilo índigo, utilizado en el tejido de los pantalones vaqueros, sin utilizar agua. Una fórmula que permite no solo reducir el consumo de este recurso en los procesos de fabricación y producción, sino que, a su vez, minimiza el uso de productos químicos y energía. Desde la compañía lo tienen claro: es importante que cada uno aporte su grano de arena para conseguir ser más sostenibles.
La historia de esta empresa familiar se remonta a 1903. En una fábrica en la localidad valenciana de Alcudia de Crespins, la familia Royo empezó fabricando calcetines y medias y, 70 años después, dieron el salto al tejido. "Empezamos haciendo calcetines y medias. Desde el primer momento mi bisabuelo demostró que era un hombre bastante comercial porque cuando comprabas un paquete de calcetines él te metía un paquete de tabaco Bisonte como regalo. Ya empezaba a hacer sus estrategias de marketing. Lo llevamos en sangre", rememora José Royo, director comercial de la compañía. Hoy en día mantienen esas instalaciones, dedicadas a la hilatura y la tintura de índigo, mientras que su base central se ubica en Picassent donde se encuentran sus oficinas y su planta de tejeduría y acabados.
No fue en los años 70 cuando la empresa cuando comenzó su idilio con el mundo de la moda de la mano del índigo, un hilo de color azul muy utilizado en 'jeans' que se decolora con el uso y el lavado consiguiendo contrastes en los pantalones. Un cambio de rumbo propiciado por los cambios que en aquel momento experimentaba la sociedad con una predilección muy marcada: el uso de la pana, uno de sus tejidos más importantes y que se encontraba en la cúspide de la moda en aquel entonces.
Con un muestrario de telas, la compañía se lanzaba a captar clientes. "Llevábamos un libro con tejidos e imágenes. Pesaba mucho. Ahora la comercialización ha cambiado y se lleva el producto en vivo porque a la gente le gusta tocar", indica Royo. Para ello, la compañía diseña sus propias prendas en función de las tendencias del mercado. En la actualidad, la compañía exporta tejidos a en más de 30 países con clientes de la talla de Inditex, El Corte Inglés, Hugo Boss, Diesel o Banana Republic, entre otros.
Como muestra de ese ADN innovador, en 1991 se adentró en la producción del tencel, una fibra de celulosa derivada de desechos post industriales muy suave al tacto. "Al principios solo nosotros y una empresa japonesa trabajaba este material. Cuando empezamos casi no se podía ni hilar. Las hiladoras se cortaban los dedos cuando iban a hacer un nudo. Íbamos con tiritas", bromea Royo. Sin embargo, recuerda que en aquel momento era la fibra más sostenible que existía.
"Nosotros empezamos con el tencel porque llevamos en le ADN la innovación y empezamos a hacer las pruebas. Como era una novedad tan importante empezamos a meterla por todo el mundo. Al principio tuvimos muchos problemas de calidad, pero supimos cómo llevarlo y fuimos capaces de ser líder en el mercado del tencel siendo los mayores compradores de esta fibra. Fue una revolución sostenible por todo el mundo", destaca.
El siguiente hito que consiguió la compañía fue la producción de un material que simulaba el cuero y provocaba un efecto piel. "Era una chaqueta que imitaba el cuero. No había nadie que hiciera esto porque en aquel momento era o usabas piel o no. Ahora está de moda las chaquetas que imitan el cuero pero en aquel momento fue otra revolución", valora. También lanzaron un proyecto de pantalones reciclados, en colaboración con una marca de tejanos, para reciclar 80.000 prendas y, a partir de ellas, producir tejidos nuevos. "Ahora suena mucho lo de las prendas recicladas, pero nosotros eso lo hicimos hace ocho años. Tenemos en nuestro ADN intentar ser diferentes al resto e ir por delante. Es algo que tenemos innato y no que estemos buscando", subraya.
Fruto de ese compromiso por una mayor sostenibilidad, hace diez años la empresa empezó una investigación para conseguir tintar hilo sin agua. Así fue como nació Dry Indigo, una tecnología que no utilizar agua en el proceso de fabricación del 'denim'. "Para tintar un pantalón necesitas químicos y agua, pero hemos encontrado una fórmula que utiliza únicamente una espuma de tinte", explica Royo. "Todo empezó hace diez años. Un proveedor creó una máquina de tinte en pieza, es decir, que pintaba colores por detrás. Nosotros decidimos hacerlo en hilo. Aunque al principio parecía imposible, este proveedor desarrolló una máquina que parecía que funcionaba: le mandábamos muestras y todo iba bien, pero cuando llegó aquí la máquina no funcionaba", explica.
Tras años de prueba y error, finalmente consiguieron que lo que en un principio parecía imposible se convirtiera en realidad: una máquina que tinta el hilo de índigo sin utilizar agua. Una tecnología que, además, ocupa un menor espacio que la maquinaria convencional, reduce al máximo los vertidos contaminante y, por tanto, minimiza el impacto medioambiental. "Dry Indigo es una nueva tecnología que ha revolucionado el sector porque utiliza un 0% de agua en el proceso de teñido y consigue reducir el uso de energía en un 65% durante su fabricación, con un 89% menos de uso de productos químicos, y elimina totalmente el vertido de aguas residuales", destaca Royo.
Gracias a este importante ahorro en el proceso de producción de tejidos vaqueros, la compañía valenciana donó un millón de litros a Unicef para sus programas de agua y saneamiento. Una campaña que bajo el nombre de 'One Million Liters' busca demostrar que el cambio en la fabricación de las prendas es posible para acelerar la transformación de la industria textil. De cara a 2020, han lanzado un concurso mundial para elegir la causa a la que donar el próximo millón de litros de agua.
Así, tanto en la plataforma de la campaña y de las principales redes sociales, los usuarios interesados pueden enviar sus propuestas. Un jurado decidirá entre los proyectos que se propongan el destino de la donación. "Esperamos que inspire, tanto al sector como a las marcas, en el desarrollo de más tecnologías que contribuyan a hacer de nuestra industria una industria mucho más responsable con nuestro entorno", asegura Royo.
Tras este importante hito la compañía valenciana encara el futuro con nuevos objetivos: dejar de utilizar agua en los procesos de fabricación y que no únicamente se circunscriba a al hilo índigo. "Falta una verdadera revolución en la industria que sea capaz de atender lo que pide cada vez más el consumidor", asegura Royo que, no obstante, alaba la fuerte apuesta que están haciendo algunas marcas como Banana Republic por procesos más sostenibles en la producción de sus prendas.
Con una plantilla de 350 profesionales y una facturación de 60 millones en el pasado ejercicio de 2018, Tejidos Royo produce cada año unos 14 millones de metros, una cifras que prevé mantener en este próximo ejercicio a la vista de la fuerte competencia procedente de países asiáticos y Turquía donde la producción es mucho más barata.