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crónica del acto de unidad popular en valencia

Alberto Garzón o el orgullo de la minoría

El candidato de IU llena el salón de actos de la Universidad Politécnica con un discurso en el que trata de activar el carácter reivindicativo de la juventud

4/12/2015 - 

VALENCIA.  En un salón de actos con un aforo de 600 personas estaban repletos hasta los pasillos. Costaba saber de un vistazo si había más estudiantes o personas mayores. Existía una explicación: estaban allí los "iaioflautas". Pero no sólo el colectivo y los estudiantes acudía a la convocatoria; a las puertas de la Universidad Politécnica otros ciudadanos preguntaban "dónde era lo de Garzón". La composición del público dejaba ver dos claros polos generacionales en los simpatizantes de Izquierda Unida.

Alberto Garzón parecía estar dando una conferencia más que un acto de partido. No había simbología en el edificio Nexus de la Universidad Politécnica (UPV) más que dos carteles de la candidatura de Unidad Popular con el lema "per un nou país". Tampoco banderitas, ni panfletos, ni la chirriante música de partidos que caracteriza estos actos. Sólo era Garzón.

Introducido por la coordinadora de Joves d'Esquerra Unida y tras una intervención del número uno por Valencia, Ricardo Sixto, Garzón se dirigía a los asistentes en un tono más didáctico que persuasivo. De hecho, ese era uno de los mensajes que el líder de Izquierda Unida-Unidad Popular quería transmitir: "No vengo aquí a pedir el voto, quiero invitaros a reflexionar" dijo en numerosas ocasiones.

Comienza disculpándose por hablar en castellano en una universidad valenciana. Enseguida arranca fuerte: "Esta es una campaña importante a nivel nacional, pero también a nivel de la izquierda". La necesidad de un gobierno de izquierda ideologizada se convierte en una premisa de su discurso.

El líder de IU es consciente de los resultados de las encuestas. Él mismo cita después los datos del CIS. Pero asume su posición. "Aceptamos que en algunos ámbitos somos minoritarios", comenta. Pero para Garzón la mayoría no es sinónimo de acierto: más, no significa mejor. Entre otros ejemplos, utiliza el del machismo: "Es común y mayoritario". Apela a la reflexión del público y contra estas actitudes propone un ejercicio de pedagogía. También para un cambio de gobierno y para justificar su posición. No le avergüenza.

Su discurso es una sucesión de denuncias, plagado de reivindicaciones en las que intenta unir al público. Habla de la crisis económica, de la corrupción política, la pobreza energética, de la desigualdad de clases... culpa de un sistema "hambriento de beneficios, de personas y de recursos". 

Pero si hay un tema en el que se muestra imperturbable es en el de los valores y la ideología. "En Izquierda Unida estamos por principios y por valores, no por votos ni por minutos de televisión". Garzón quiere trasladar el mensaje de que IU no se vende, como considera que han hecho otras formaciones que, tras el fallo en las negociaciones, luego "han girado hacia el centro".

 En su intervención destaca la importancia de las luchas sociales. Quiere despertar emociones en una juventud que muchas voces desde la izquierda han pintado como dormida. Cuando rememora sus inicios en Izquierda Unida lo hace con ilusión, un sentimiento que se dibuja en su cara cada vez que habla de las "luchas de nuestros padres". También lo hace de las peleas contra los desahucios, de las manifestaciones por la sanidad pública, de las huelgas generales... y en esos momentos se intuye como se acerca a la sensibilidad del público. 

Apenas se oye a nadie pestañear mientras Garzón va hilando las palabras. Le atienden eclipsados y el silencio del público sólo se interrumpe con unos aplausos nada discretos. Realiza un discurso de más de 45 minutos con total naturalidad. 

Tiene un tono serio y a la vez amable. Pese a la contundencia con la que trata los temas, se permite alguna broma con el público. "Llevo varios minutos hablando y aún no me ha interrumpido ni Inda ni Marhuenda" ironiza en referencia a las tertulias políticas. 

No es muy proclive al nuevo modelo del político en la televisión. "La política ha sido banalizada y espectacularizada. Los ciudadanos, ven como los líderes hacen zumo, carreras o van en globo" critica. Todo ello le parece algo "legítimo" al líder de IU, pero "a mí no me veréis allí, no son mis habilidades" confiesa bromeando. Inmediatamente, cambia el tono; "la política tiene que ofrecer respuestas".  

Si las luchas de la izquierda y la denuncia social han sido los ejes de su discurso, los temas candentes en las intervenciones del público serán Podemos y la ausencia de Garzón en los debates electorales televisados.

En el turno abierto de preguntas los jóvenes le hablaban de tú con una voz temblorosa. Los más veteranos le llamaban "camarada". Ambos polos generacionales coinciden en un aspecto: se dirigen a él con respeto, lejos de fanatismos.

Se percibe cierto tono de resentimiento cuando habla de Podemos y Pablo Iglesias. "Podemos no nos reconoció como organización y quería que entrásemos en su mercado de fichajes", responde Garzón con dignidad, interpelado sobre qué ha ocurrido con la abortada confluencia.  No hace una mención directa hasta que llega la ronda de preguntas, pero alude numerosas veces al proceso fallido de ambas formaciones para crear una candidatura común. "En Unidad Popular no estamos todos los que queríamos", lamenta en alguna ocasión.

Lanza varias indirectas hacia la formación morada. Por ejemplo, comenta que los partidos "han corrido disparados hacia el centro, y lanzan sus principios y valores por la borda". Sin embargo, ya en la ronda de preguntas, se muestra apaciguador y abierto de nuevo al diálogo. "Podemos es adversario electoral, no nuestro enemigo".

No pierde el tono orgulloso cuando se le pregunta por la falta de silla en los debates. "La voz de la izquierda siempre ha sido la mosca cojonera", comenta como aquel a quién no le sorprende que le excluyan del discurso. 

Se despide casi a la una, tras hora y media de acto. Lo hace de nuevo con ese tono que transmite ilusión. Si no pueden estar en los debates "nos queda seguir protestando, nos quedan las calles, nos quedáis vosotros".

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