En una época sin móviles ni internet, en la que solo había una televisión y las delegaciones de los diarios nacionales eran mínimas, María Consuelo Reyna (Las Provincias) y Ferran Bleda (Levante-EMV) se repartían los lectores en función de sus simpatías políticas. Fueron tiempos duros, de enfrentamiento a cara de perro, de los que ahora, con el tiempo como escudo, se puede hablar con tranquilidad
VALÈNCIA.El poder y los despachos. Alcaldes que esperan en el zaguán. Rotativas. Masclet y plomo. Amenazas y artefactos. Trincheras. María Consuelo Reyna y Ferran Belda fueron protagonistas de un tiempo —del que somos hijos— en el que la batalla, los regueros de tinta y las posiciones enfrentadas polarizaron agriamente a una sociedad. Fueron primero jefa y redactor, más tarde compitieron al volante de Las Provincias y Levante-EMV. Hoy se rebaten sobre si su desempeño fue contextual o fundamental.
Escucharles hablar en una tarde calurosa de Ruzafa —en mitad de un bullicioso local— es escuchar a qué suena la trastienda de una historia que pese a los espejismos sigue rondándonos.
Del Búnquer Barraqueta a las alianzas políticas al calor de los despachos. Tras las puertas de los suyos propios, bullía el caldo de cultivo, algunas de las claves que encendieron el futuro que estaba por llegar. Causa o efecto, dar voz a la voracidad de la calle o articularla, son también reflejo de las relaciones asimétricas entre periodismo y política.
Esta cita despuntó en los últimos años setenta en la redacción de Las Provincias, en la Alameda de València: «María Consuelo Reyna se ha ido un momento a lavarse el pelo…»
— MC: Sabía que sería periodista contra toda la voluntad familiar; me destinaban a ser farmacéutica. Hice el bachillerato de Ciencias pero llegó el momento y dije: periodista o nada. Mis padres se enteraron a los dieciséis años, pero yo lo sabía desde casi siempre.
— FB: Llegué a la profesión de pura chamba. Una noche entré en un bar donde estaba Toni Mestre, que necesitaba a alguien con una dicción valenciana correcta. ¡Ah pues este chico es de Xàtiva! Fui a la radio (Radio Nacional de España). Y de la radio comencé a colaborar para Valencia Semanal, luego Las Provincias…
— MC: Me divertían muchísimo las maldades que (Ferran Belda) hacía en Valencia Semanal. Pensé que podría hacerlo también en Las Provincias.
— FB: Ella ya era una figura determinante en la vida política valenciana...
— MC: ¡Entonces era muy poco, prácticamente nada!
— FB: Eran los finales de los setenta. Yo sufría muchísimo en la radio; me ocurría como en aquella película en la que el guionista tiene que salir a presentar el informativo y empieza a sudar y se desparrama. Recuerdo haber sometido mi incorporación a Las Provincias a la consideración de unos amigos. Josep Vicent Aleixandre, Josep Torrent, Pilar López... También Emili Piera, aunque él no estuvo en la cena donde se decidía si yo aceptaba o no. Yo quería, que era lo fundamental. Le dije a María Consuelo que en política no quería meterme porque no quería tener mala conciencia con las cosas que pudiera publicar el periódico, y me lo respetó.
— MC: Se empezó a hacer un tipo de periodismo que no se hacía en Valencia, a la gente aquello le gustó. El punto de inflexión fue comenzar la lucha por la recuperación de El Saler. ¡Caramba, la gente ha enloquecido! A pesar de que había censura, lo hacíamos. Era una sociedad muy machista, yo era muy joven, y debían pensar que me iba a cansar rápidamente, que no iba a aguantar las presiones. Las causas de El Saler y el Turia fueron el punto de inflexión para Las Provincias.
— FB: Es evidente que el diario con la intervención de María Consuelo pega un salto estratosférico en difusión e influencia. Y el poder de influencia que alcanzó en ese momento es incomparable.
— MC: El poder es el que te dan los demás. Pueden creer que tienes mucho poder aunque tú en el fondo creas que no tienes ninguno.
Despachos. Escena uno. Pérez Casado espera a María Consuelo Reyna.
— FB: En la primera guardia que tuve, ella me dice: «Me subo a lavarme el pelo». Al poco tiempo viene el alcalde, Ricard Pérez Casado, y me comenta que pasaba por delante y se dijo... «voy a saludar a María Consuelo».
— MC: Hay que aclarar que Las Provincias estaba en el Paseo de la Alameda y yo vivía arriba. Por eso me fui a lavarme el pelo. Podía estar loca, pero tanto no.
— FB: Seguíamos esperando. Vuelvo a avisar a María Consuelo: «El alcalde está esperando todavía». Y me contesta: «Pues ahora ya me he cambiado y no me apetece». Le tuve que decir «disculpa, que María Consuelo no se encuentra bien y no puede bajar...».
— MC: Hay que pensar que todo esto podría pasar sobre las tres de la madrugada.
— FB: No tanto, debía de ser sobre las doce o la una.
— MC: Es que a esa hora pasaba mucha gente por el periódico.
— FB: La influencia del diario era total. Mis incidentes con Ricard los tuve porque lo vi evolucionar en base a lo que le dictaba el diario.
— MC: Yo tampoco diría tanto...
— FB: Bueno, cómo que no. Cambió el proyecto del Jardín del Turia porque el periódico se lo dijo.
— MC: Si venían a verme los políticos, yo encantada, pero yo ir no iba a ningún sitio, queríamos hacer un periódico vinculado a la gente. Pero sí que atendía cualquier llamada telefónica de cualquier ciudadano, con las peticiones más disparatadas de cualquier lector. Era la manera de mantenerme en el mundo real, no en el mundo pequeño de políticos y periodistas.
— FB: Seguí en Las Provincias hasta 1983. A través de [José Vicente] Aleixandre, que estaba en el Levante-EMV, me llaman y me dicen que a Jesús Prado le gustaría hablar conmigo. Era un proyecto que se amoldaba un poco más a lo que yo creía que había que hacer, dada la existencia de Las Provincias. Una opción más progresista.
Despachos. Escena dos. Ferran Belda, María Consuelo Reyna y Santiago Reyna.
— FB: El 28 de octubre de 1982, cuando el PSOE lo gana todo, de madrugada, estaba ya clareando, estabais tú y tu hermano Santiago en el despacho. Entré y os dije si habíais sacado alguna conclusión de los resultados. Vosotros coincidisteis en que el periódico no había perdido nada esa noche. Les dije a los empleadores que se habían equivocado y que sus posiciones debían estar más cerca de lo que era La Vanguardia, de no apostar tan firmemente por una opción política, sino ser un periódico conservador pero mantenerse por encima de la melé…
— MC: A mí me daba igual quién ganara. En ese momento no teníamos ninguna apuesta decidida, porque UCD estaba abocada al fracaso de antemano. Tú sabes que la foto de Lerma celebrando con los dedos la victoria, que fue portada, estaba hecha días antes en maquetación.
María Consuelo Reyna: «Hace veinte años que no estoy en el periodismo, y durante este tiempo he visto cómo el catalanismo ha ido creciendo. Han dejado que Compromís avanzara y avanzara»
— FB: Eso estaba claro, pero a ojos de cualquier observador de la empresa, la cabecera se había implicado demasiado con la derecha.
— MC: Pero tú no puedes cambiar de línea, cuando tienes detrás de ti ciento y pico años, porque gane uno u otro.
— FB: El error fue posicionarse demasiado por una formación. Con UCD era el partido el que influía en el periódico, con Unió Valenciana era el periódico el que marcaba el ritmo del partido. En buena medida es una creación de Las Provincias.
— MC: No, para eso tenía que ser maga. Todo estaba en la calle. Como otras veces el periódico recogió algo que estaba en la calle, que se palpaba. Y bueno, tan desencaminado no estaba...
— FB: La historiografía lo dirá, si no lo dice ya. Hay un periódico que crea su propio partido.
— MC: ¡No! Estaba ahí y se le da voz y ya está. Partes de lo que existe. Vamos a ver, un partido de laboratorio fue el PRD y fracasó, porque solo respondían a ellos mismos, no a la calle. Lo del valencianismo sí estaba en la calle, con Lizondo, Paco Domingo, con otros que han dado la vuelta y ahora están en Compromís y cosas así. La fractura era evidente, lo que defendían unos y lo que defendían otros.
— FB: Dio miedo, había miedo de que pudiera acabar como el ball de Torrent, cuando comienzan a estallar ‘petardos’ en casa de Fuster, de Sanchis Guarner, en las librerías... ¿hacia dónde vamos?
— MC: En el año 79 apedrean el periódico al grito de «ETA ven y mátalos». Bonito grito... Por la noche había llamadas: te vamos a colgar, te vamos a no sé qué... Tuve el teléfono intervenido mucho tiempo. Jamás cogieron a nadie. Es lo que ocurre, y lo aceptas y ya está.
— FB: Recuerdo ir a cubrir una información. A pesar de no hacer política un día María Consuelo me mandó al Palau de la Generalitat, aunque en ese momento era sede de la Diputación. En la puerta Vicente Giner Boira tenía convocadas a lo que se llamaba las tías marías. Como yo era joven y no tenía pinta de dios sabe qué, comenzaron a mirarme mal. Llegó un punto en que me encerraron entre la multitud. Giner Boira estaba detrás del muro de gente violenta, estaban a punto de caerme unos cuantos palos. Don Vicente haciéndose el sordo. En ese momento llega un pelirrojo, se abre paso y me dice: «¡dejádmelo a mí, yo le doy!». Y cuando me saca me susurra al oído: «dixa’t portar». Ya a la altura de la calle Caballeros el pelirrojo me cuenta: «Perdona, soy un taxista; perdóname porque a los exaltados no los podemos controlar».
— MC: ¡No me acuerdo!
— FB: ¿Que no? Fíjate si le diste importancia que inmediatamente llamaste a Don Vicente, a la presidenta de les Dones del Regne de Valencia, a la no sé qué… Yo dije, pues sí se lo ha tomado en serio.
— MC: Para mí un redactor estaba por encima de todo.
— FB: Y Don Vicente tuvo que pedir disculpas por intento de agresión a un redactor de Las Provincias.
— ¿Se podría haber evitado, desde el periódico, ese estallido social?
— MC: En iguales circunstancias hubiera hecho lo mismo. Hoy, con los años que tengo, con lo que he vivido, con la distancia, quizá hiciera otra cosa… En ese momento se podría haber abdicado de todas las ideas y pasar por el aro, pero no. Buscábamos defender los intereses valencianos, no caer en cosas que el tiempo ha demostrado que no son precisamente buenas. Òmnium Cultural lo conocíamos aquí cuando no lo conocía nadie en España. ¿Sí o no?
— FB: ¡Mujer!
— MC: Yo era el Búnquer Barraqueta. Ahora está todo el mundo metido en el Búnquer Barraqueta.
—¿Qué se debió haber hecho de otra manera?
— FB: El error lo cometió el diario implicándose tanto en la cuestión. La defensa de los intereses valencianos se podría haber defendido de otra manera, no arrastrando al periódico al fango de la batalla.
— MC: Ferran, el catalanismo estaba muy fuerte en ese momento, porque era lo progresista.
— FB: Era infinitamente más minoritario que lo que es ahora.
— MC: Pero muy bien financiado y muy bien utilizado. Yo me he implicado siempre hasta las orejas, si me implicaba, me implicaba. Si tú lo hacías también...
Ferran Belda: «Una parte de los votantes de Compromís no tiene nada que ver con el nacionalismo y ha votado a Oltra porque salía en La Sexta largando duramente contra el PP»
— FB: A mí lo que nunca me ha gustado, y por eso no me gusta lo que hace el señor Ximo Puig, es soliviantar a la sociedad, soliviantarla por intereses espurios, personales, partidistas. Ximo Puig lo está haciendo ahora, está indisponiendo a los valencianos con España, porque España nos roba. A la gente no hay que echarle leña porque la sociedad ya de por sí tiene un punto de fuga peligroso. Creo que entonces había que intentar quitar hierro. La misión social que me autoimpuse era la desactivación. Expreso algo que no recuerdo haber dicho nunca: ¿de qué manera puedo desactivar el lizondismo?, me pregunté. Pues demostrando quién es Lizondo y quiénes son los que lo acompañan. Así él tendrá que explicarse. Es cuando saco que él trabajaba con Banca Catalana, sus negocios... Así saqué el historial de unos cuantos capitostes que representaban el anticatalanismo más feroz. ¿Por qué? Porque había que desnudar a los grandes líderes del momento más inflamable que sufrimos. Y ese es el reproche que... no te haría a ti, haría a lo que se hizo en ese momento. Podíamos haber terminado como el ball de Torrent, o peor.
— MC: Había una cosa que me daba tranquilidad. Normalmente a los valencianos se nos va todo por la boca. Hace veinte años que no estoy en el periodismo, y el catalanismo ha crecido. Han dejado que Compromís avanzara y avanzara.
— FB: Una parte de los votantes de Compromís no tiene nada que ver con el nacionalismo y ha terminado votando a la señora Oltra porque salía en La Sexta largando duramente contra el partido del gobierno.
— MC: Es un catalanismo más dulce. Pero poniendo cara de bueno, diciendo que nosotros catalanistas a santo de qué. El PP no ha tenido ni idea de cómo frenarlo, socialmente están adormecidos.
Despachos. Escena tres. María Consuelo Reyna, Rita Barberá y Vicente González Lizondo.
— MC: Yo en mi silla, ellos en la suya. ¿Y si por una de aquellas llegáis a un empate? Y Lizondo es el que dice: quien saque un voto más es alcalde de Valencia. De acuerdo, sois personas de palabra y llegado el momento yo diré que va a haber pacto. En ese momento Lizondo estaba convencido de que iba a ser él, pero no fue así, lo sacó Rita. Mi papel solo era recoger la noticia.
— FB: ¡Era un poder fáctico!
— MC: Yo no me movía del despacho, venían. Le preguntaría una cosa a Ferran. Aquella gente, con la que vivimos, los políticos de entonces... ¿no tenían más talla intelectual, personal, que los de ahora? Pregunto.
María Consuelo Reyna: «El periodismo en papel lo veo en extinción. Ha cambiado el mundo mientras los periódicos seguían instalados en el mismo sitio en el que estaban, o en uno peor»
— FB: Me da la sensación de que esas son impresiones de gente mayor.
— MC: ¿Tú qué darías ahora por tener a una persona tan malévola como Emilio Attard? El nivel ha bajado, y no solo es ser vieja.
— FB: El nivel del Consell en un principio era de un perfil muy académico y poco político, y ahora es muy político pero pecan de carencias académicas.
Despachos. Escena cuatro. Ferran Belda y Manuel Broseta.
— FB: Broseta aceptó ir de candidato a la Alcaldía. Vino a verme a mi despacho el día de Navidad de 1990. Me dijo que tenía toda la vida resuelta y solo le faltaba realizarse políticamente por su ciudad. Le hice notar si era consciente de que corría el riesgo de convertirse en teniente de alcalde de Lizondo. Él había llegado a la conclusión de que el regionalismo era una vía muerta y que así la derecha no proliferaría nunca, nunca daría la suma para desbancar al PSOE. Estaba dispuesto a asumir el paso. Pero le acabó entrando un miedo razonable y se echó atrás.
— MC: El propio PP le da unas encuestas que le hacen ver que está muy igualado. Luego Aznar y Broseta vuelven a hablar poco antes de su asesinato y lo previsto era que se presentara a las Elecciones Generales como diputado y después para las Autonómicas.
Despachos. Escena cinco. Ferran Belda y Eduardo Zaplana.
— MC: (Emilio) Attard me propuso entrar en política. Le dije instantáneamente que no. Sé para lo que valgo y para lo que no. Pues entonces —me dijeron— vente un día a Madrid y hablamos de quién crees que podría ser candidato. Propuse a varios, y a Zaplana. Lo veía que era muy ambicioso y en la política valenciana de derechas hacía falta ambición. Pedro Agramunt estaba sentado allí, encantado de ser el líder de la oposición años y años. Hubiera seguido ahí durante mucho tiempo. Zaplana no iba a quedarse ahí sentadito.
— FB: Para nosotros la aparición de Zaplana representa el non plus ultra. Habíamos liquidado el problema Lizondo y ahora venía uno que estaba todavía más íntimamente unido a Las Provincias. ¡No puede ser!, pensé. Le conocí en mi despacho, vino a verme. «Cuando me elijan vendrás el primero a entrevistarme», me comentó. Yo le consulté por Jesús Sánchez Carrascosa: «me han dicho que ya lo tienes de jefe de gabinete». «¡No, qué va!», me responde. «¡Pero si tiene ya despacho y llave!», le digo. «Yo mentirte no te mentiré nunca, puede que no te diga toda la verdad pero no te mentiré», me replica Zaplana. Llamo entonces a Pep Torrent y le hace las mismas preguntas sobre Sánchez Carrascosa. Nos vas a dar muchas alegrías, pensé, y nos las dio. Se le veía venir pero no lo pillamos nunca.
— MC: De algunas de las cosas de Zaplana seguimos viviendo.
— FB: Hasta lo que hizo bien lo hizo mal. ¿Qué hizo bien? Como todo iba a pedir de boca, hizo que un partido atomizado estuviera calladito. Pero a qué precio hemos tenido esto...
— ¿Por dónde debe pasar el futuro valenciano respecto a Madrid?
— MC: Quizá seamos lo de siempre, blanditos, pero no se soluciona con el ‘nos roban’ y todo esto, sino con otro tipo de exigencias, de gobierno a gobierno.
— FB: ¿Por qué tenemos que ser distintos de los demás? No tenemos singularidades que nos hagan diferentes, como sí las tienen Canarias y las Islas Baleares. Estos días se ha vuelto a utilizar otra vez que los valencianos tienen las pensiones más bajas. ¿Pero qué tiene que ver Madrid? Será porque tenemos un tipo de economía distinto. Lo que sí que creo es que tenemos que ser solidarios y que esa solidaridad que se tenía que demostrar convirtiendo el Veles e vents en una 'Ellis' para recibir a unos náufragos se tiene que demostrar también con nuestros convecinos, nuestros compatriotas.
— MC: Es lo mínimo.
— FB: Estamos siendo tremendamente incoherentes, sumamente demagógicos. Estoy sorprendido porque me he encontrado nacionalistas de debajo de las piedras.
— MC: Cambiamos la ley electoral, dejamos al margen las listas de los nacionalistas, y verás cómo vuelve la solidaridad.
— FB: Estamos creando una situación enfermiza, que no es sana, respecto a Madrid, simplemente por intereses personales, para salvar al partido en el gobierno. Yo en aquellos años defendía el Corredor Mediterráneo. ¿Qué hacía la burguesía que ahora tanto lo reclama? Yo no estaba en contra de la autopista cuando toda la progresía estaba en contra. Entonces resulta que el corredor era catalanista porque era unirse más con Cataluña. No hombre, no, que somos una comunidad exportadora.
Ferran Belda: «Estamos creando una situación enfermiza, que no es sana, respecto a Madrid, simplemente por intereses personales, para salvar al partido en el gobierno»
— Por cierto, ¿habéis visto À Punt?
— FB: Vi tres cuartos de hora de la sesión inaugural. Me pareció una televisión local. La diferencia entre el Canal 9 inicial y este me pareció una diferencia de otro universo. Xelo Miralles llenaba el informativo, escuchabas a Picornell un partido de fútbol y era otra cosa...
— MC: Es como antigua, como si estuviera pasada de moda. Hasta en el catalanismo trasnochado, que no es ni el dulcificado de Compromís.
— FB: Abrir la televisión con un editorial como solo lo haría un periódico decimonónico es chirriante.
VALENCIA.- En 1972, veinteañera, María Consuelo Reyna fue nombrada subdirectora de Las Provincias. Aunque no fue directora hasta 1992, de facto hacía mucho que mandaba más que nadie. Hasta su cese en 1999. Ese mismo año la Generalitat le otorgó la Distinción al Mérito Cultural por su papel como «referente de las inquietudes y aspiraciones de la sociedad valenciana».
Tras su paso por RNE, Valencia Semanal y Las Provincias, Ferran Belda llegó a Levante-EMV, diario que dirigió entre 1987 y 1998 y entre 2009 y 2013. Es premio Llibertat d'Expressió de la Unió de Periodistes. Desde 2014 es columnista de Las Provincias.
Ambos leen cerca de quince periódicos diarios, aunque sus regresos del quiosco cada vez son más livianos. Reyna prefiere definirse como una «espectadora que lleva veinte años fuera del periodismo», y sin embargo se crecen cuando se les pide que ejerzan de oráculo ante el futuro del oficio periodístico. «El Cabinista fue el Twitter de su época», dirá Reyna.
—MC: El periodismo en papel lo veo en extinción. Del todo. No sé cuántos años puede durar. No muchos. Ha cambiado el mundo mientras los periódicos seguían instalados en el mismo sitio en el que estaban, o en uno peor. Se han desecho de periodistas valiosos porque era más barato coger a becarios. No es el sistema para hacer un periódico sólido.
—FB: No es lo que ha cambiado, es lo que cambiará. Un sector que no ha sabido intuir, ni lo sabe ahora, por dónde iba la solución.
—MC: El error fundamental es que toda la prensa española, con la distribución de televisiones y radios, enloquece. ¡Vamos a ser un grupo multimedia! Entonces se cargan el periódico, que era la vaca, y lo otro no saben manejarlo. Saber manejar un periódico no significa saber manejar una televisión. Todos han fracasado con ello. Y el periódico se ha empobrecido, un periódico pobre, que no invierte en su gente.
— MC: He llegado a vivir en directo siete proyectos digitales que estaban muy al hilo de lo que iba a ser el futuro… y con el tiempo se veían inaplicables.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 48 de la revista Plaza