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EL INVERSOR ESTÁ DESNUDO / OPINIÓN

Cuando el sol vuelva a brillar... en los mercados financieros

20/07/2022 - 

VALÈNCIA. Decía Bill Clinton en el prólogo del libro de John C. Bogle 'Reflexiones sobre el dinero, los negocios y la vida', que su profesor de civilizaciones antiguas en Georgetown le enseñó, que Estados Unidos se convirtió en la mayor nación en la historia porque su pueblo siempre ha creído en los dos pilares principales de la civilización occidental: que el mañana puede ser mejor que el día de hoy, y que todos tenemos la obligación moral personal de hacer que así sea. Lo llamó "preferencia por el futuro".

Hoy, cuando nos enfrentamos al peor año de bolsa americana desde los años 70, al peor dato de inflación en España desde los años 80, a una situación de guerra en Europa, cuando países como Sri Lanka caen debido a la falta de suministros básicos, cuando se habla de un invierno sin calefacciones, cuando... En definitiva, hay muchos inversores que no ha vivido un entorno macroeconómico como el de este año. Hoy se hace quizá más importante que nunca esta "preferencia por el futuro", ese certeza de que mañana puede ser mejor que hoy.

De hecho, toda la inversión en bolsa se basa en ese principio y es realmente un negocio para optimistas. Solo hay que escuchar a Warren Buffett -optimista empedernido-, cuando dice que nunca apuestes en contra de América y que se asombra de lo conseguido por la sociedad estadounidense en los últimos 200 años. Nadie compra un negocio para poseerlo los próximos 50 años si no es de verdad optimista sobre el futuro.

"Preferencia por el futuro"

No sé si en Europa podemos decir lo mismo y si aquel profesor de Georgetown estaría de acuerdo en que los europeos tengan esa "preferencia por el futuro". Los europeos somos de una forma u otra más descreídos. Hemos sufrido más y quizá estamos sometidos a unas circunstancias peores. No somos, en definitiva, tan optimistas respecto al futuro pues lidiamos con muchos problemas pasados y presentes que no nos permiten tener la misma confianza. Solo Europa pudo alumbrar la filosofía de la sospecha y el nihilismo que personalizó Nietzsche y que postula que nada tiene sentido, que no se puede creer y confiar en nada y que destila, en último término, grandes dosis de resentimiento.

De hecho y en términos económicos, Europa, que lo fue todo, lleva muchos años perdiendo protagonismo en el tablero de la economía mundial; mientras sus problemas de deuda, estancamiento y falta de ilusión se enquistan. Tanto es así que Alemania tiene cada menos empresas entre las más grandes del mundo y de hecho solo está Volkswagen entre las diez mayores. ¿Quién las tiene? China, claro, que se ha situado con tres en el 'Top 10' global. Europa no solo pierde relevancia frente a EE UU sino y, más importante respecto a China, la nueva potencia mundial.


No importa el porqué de esta deriva, lo que nos importa hoy es el optimismo, y si a pesar de vivir uno de los peores años económicos desde hace décadas y ser europeos, podemos ser optimistas con respecto al futuro. Mi respuesta es sí. A pesar de estar rodeados de aquellos que siempre vaticinan el fin del mundo, que parece que hoy tienen más razón que otras veces y de llevar sobre nuestros hombros la cultura europea con todas sus sombras, debemos reconocer que la economía mundial saldrá de esta encrucijada. Tal y como lo hizo también de la de los años 70 o de otras crisis como la más reciente (2008), en la que parecía que nada volvería a ser como antes. Y la bolsa volvió a subir y durante mucho tiempo.

Pero que la economía y la bolsa se recuperen no significa que todos los inversores lo hagan igual. Si queremos sobrevivir y volver a crecer con ella, debemos no cometer grandes errores. Los mercados -grabémoslo en nuestra mente- son un juego de supervivencia para optimistas porque hay que creer en el futuro para invertir, y de supervivencia porque no gana más el que más corre sino el que sigue con vida cuando baja la marea. ¿Un ejemplo? Los inversiones en criptomonedas. Muchos no volverán a poder jugar, y ese sí es el final de un inversor.

Una buena receta para ganar

Si quieres gana a corto plazo puedes invertir en lo que más sube y está de moda, pero si quieres ganar a largo plazo -y con esto me refiero este y dentro de cinco años debes protegerte y no cometer grandes errores. En todo caso, quizá una buena receta para ganar realmente en los mercados sea mezclar el optimismo de un americano, esa "preferencia por  el futuro" que nos decía Bill Clinton, con la sospecha europea, ese descreimiento europeo la más puro estilo de Nietzche. La primera nos impulsará a invertir, lo que es absolutamente necesario para ganar, pero la segunda nos ayudará a no dejarnos llevar por la música que más suena: a no cometer grandes errores. Las dos juntas hacen un gran inversor , ese que seguro aprovechará las oportunidades que hoy ofrece el mercado.

Pero no será fácil. Si algo nos ha enseñado esa crisis, quizá la que más se parece a lo que estamos viviendo hoy en día, es que la inflación cuesta mucho de atajar y que nos cuesta mucho dinero. Nos mete -en el mejor de los casos- en la encrucijada del hámster, que debe moverse y moverse para permanecer en el mismo lugar. El camino no será sencillo pero el resultado sería el de siempre: la economía crecerá y las bolsas superarán los máximos anteriores.

Lorenzo Serratosa es cofundador de la EAF valenciana Kau Markets y presidente de Substrate AI

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