VALÈNCIA (EP). La madrugada de este domingo a las 03.00 horas terminará el horario de verano y el reloj se retrasará hasta volver a marcar las 02.00 horas para dar así comienzo al horario de invierno, que se extenderá hasta el último domingo de marzo de 2023.
Un año más se recuperará el horario de invierno, de acuerdo con la Directiva Europea del Cambio de Hora que se aplica en todos los Estados de la UE para lograr un ahorro energético, a pesar de las dudas de la eficacia de esta medida en ese sentido.
Según estimaciones oficiales del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el potencial de ahorro en iluminación podría alcanzar en torno a 300 millones de euros, el equivalente al 5 por ciento del total. De esa cantidad, 90 millones corresponde al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar y 210 millones restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
Sin embargo, fuentes del IDAE han informado a Europa Press que realmente no existen en España informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos, ya que el último estudio es de 2015.
Por ello, exponen que en ningún caso se ha analizado el impacto en un contexto como este. Si bien, los estudios de cambio horario requieren de un análisis prolongado en el tiempo para evaluar situaciones estacionarias.
En todo caso, observan que las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, en los sistemas de climatización y en los propios edificios, así como la progresiva introducción del autoconsumo, alteran significativamente los análisis que originalmente se utilizaban para calcular estos datos.
En esa línea, estas fuentes recuerdan que el cambio de hora se aprobó en una época distinta a la actual con hábitos de vida que podrían afectar en mayor medida al consumo energético.
Además, apunta que ahora habría que tener en cuenta otra realidad que es el hecho de que las jornadas de trabajo han cambiado y el teletrabajo se ha ido extendiendo, lo que hace que las rutinas de los ciudadanos ya no coincidan tanto como antes en el mismo espacio-tiempo.
Si bien el IDAE indica que no ha realizado estudios, avances o trabajos en este ámbito en los últimos años, expone que el informe más actual lo elaboró la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo en 2018.
Ese trabajo señala que los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros pero son marginales y, por tanto, no hay certeza de que los beneficios que obtengan en todos los estados miembro. Asimismo, añade que aunque pueden producirse ahorros de energía en iluminación, no es tan evidente que ocurra lo mismo con la calefacción, que podría incluso aumentar su consumo.
En todo caso, el IDAE admite que los resultados de ese informe son difíciles de interpretar porque están influenciados por factores externos, como la meteorología o el comportamiento de los usuarios.
Por ello, añade que en el contexto actual hay mecanismos más relevantes que el cambio horario a la hora de lograr ahorros energéticos, como son la sustitución de luces y aparatos por alternativas más eficientes, asegurar que la potencia contratada y la tarifa eléctrica contratada es la adecuada e incorporar pautas de ahorro en casa y en la empresa.
El debate sobre el cambio horario en la Unión Europea comenzó en 2018 cuando la Comisión Europea realizó una consulta pública en la que más del 80 por ciento de los 4,6 millones de ciudadanos que participaron se mostraron a favor de acabar con los cambios de hora.
En base a este resultado, la Comisión propuso, a iniciativa de Finlandia, finalizar esta práctica y que en marzo de 2019 se produjera el último cambio de hora, pero la falta de consenso entre los estados y las evaluaciones de impacto retrasaron la posible anulación del cambio horario.
Aunque la Comisión Europea aprobó la eliminación del cambio de horario, en marzo de este año la comisión de Transporte y Turismo del Parlamento Europeo apostó por retrasar hasta el año 2021 la eliminación del cambio de hora bianual propuesto por la Comisión Europea para abril de este año, de forma que las capitales tuvieran más tiempo para decidir si el país se queda con el horario de verano o el de invierno. Países como Portugal ya han decidido que continuarán con el cambio de hora estacional.
Las primeras disposiciones sobre el horario de verano se adoptaron en Europa en 1980 y desde el año 2000, con la mencionada directiva, quedaron establecidas las reglas que marcan su inicio en marzo y su finalización en octubre.
El cambio de hora empezó a generalizarse a partir de 1974, a partir de la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.
Si bien, desde la aprobación de la Novena Directiva por el Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión en enero de 2001, el cambio se aplica con carácter indefinido. La Directiva está incorporada al ordenamiento jurídico español por Real decreto 236/2002, de 1 de marzo.
En España, el Ejecutivo creó una comisión de 14 'sabios' para determinar la conveniencia o no de eliminar el cambio de hora estacional y, en caso de decisión afirmativa, decidir qué horario era más adecuado, el de verano o el de invierno. La comisión presentó un informe en el que no llegó a ninguna "resolución concluyente", habida cuenta de la "gran cantidad de repercusiones de impacto" que tiene esta medida en campos como el económico o el cultural.