VALÈNCIA. Tres meses después de que se iniciaran los trabajos, todavía no hay acuerdo en el seno de Compromís per València para consensuar el primer reglamento para su ejecutiva. Las diferencias entre las varias patas de la coalición valencianista sobre varios puntos del documento lo mantienen por ahora inconcluso y, aunque no son disensiones insalvables, lo cierto es que el pacto se está alargando más de lo que inicialmente se esperaba.
La renovación de la ejecutiva de Compromís València en verano trajo consigo la voluntad labrada durante los últimos años de alumbrar un reglamento común para la maquinaria orgánica. En los últimos tiempos, el órgano había perdido cierta agilidad y protagonismo en el seguimiento de la política municipal, y la elección de la nueva ejecutiva se había retrasado más de lo antojado.
Así, la elaboración de un reglamento para la ejecutiva supone, de alguna manera, superar la dinámica de partidos que muchas veces interfiere en el funcionamiento interno de Compromís, dificultando la toma de decisiones en muchos casos y, en definitiva, obstaculizando la consolidación de una estructura de representación de los diferentes integrantes de la coalición: el Bloc Nacionalista, Iniciativa del Poble València y Verds-Equo, además de los adheridos directamente a la coalición.
Ciertamente, este es un planteamiento que ya flotaba en el ambiente el pasado mandato pero nunca se había trasladado al ámbito de la realidad. La renovación de la ejecutiva supuso la primera piedra y en septiembre se creó una comisión para diseñar el mencionado reglamento. Todos parecen estar de acuerdo en dar a luz esta reglamentación, hasta el punto que se confiaba que en un mes se podría haber aprobado. Sin embargo, son diversos flecos los que faltan por cerrar y en los que todavía no existe consenso.
En primer lugar, la composición de la ejecutiva. O en otras palabras, cuánta representación tiene cada partido en este órgano. Una cuestión no menor para la toma de decisiones, pues el equilibrio de fuerzas -teniendo en cuenta también las diferentes corrientes dentro de cada partido- puede tener su traslación en las decisiones últimas. Pero no sólo eso, sino que también sobrevuela el debate de la justa representación: que la presencia de cada partido sea proporcional a sus militantes, o que se tienda a la sobrerresentación de alguna fuerza, y por ende a la infrarrepresentación del resto.
Ello está intrínsecamente ligado con otras dos cuestiones. Por un lado, la cuestión económica: cuánto aporta cada pata al bote común y si esta aportación está directamente ligada con la representación en la ejecutiva. Y por otra parte, la toma de decisiones. Esto es, si se opta por un sistema de unanimidad y las decisiones requieren del consenso total para salir adelante, o si con una mayoría cualificada es suficiente. Con todo, podría existir cierta libertad de los partidos para desmarcarse de algunas decisiones que se aprobaran.
Según miembros de diferentes partidos de la coalición, la cuestión requiere el visto bueno de Iniciativa a nivel de País, lo cual estaría retrasando el acuerdo definitivo. Seguramente no se llegará a adoptar este mes de diciembre, por lo que ya se mira a enero como fecha para su aprobación. Todas las fuentes consultadas muestran su confianza en que, al final, la comisión eleve a la ejecutiva un texto definitivo en el que haya consenso.
Lo cierto es que la misma existencia de un reglamento para la ejecutiva es un cambio a tener en cuenta en el funcionamiento interno, pues la falta de una norma que regulara específicamente el órgano en la capital había generado ciertas disfunciones y fricciones por las dinámicas de partido a las que se querían poner solución. Aunque ciertamente buena parte de las agrupaciones comarcales ya funcionan con cierta unidad en las ejecutivas, emprender este mismo camino en el cap i casal reviste cierto interés en tanto en cuanto València constituye una plaza con peso importante en el seno de la coalición.
"Mirar València es mirar hacia dónde puede ir Compromís a nivel de País", explican fuentes internas a este diario. Y en este sentido, hay quien considera el hecho de dirigirse hacia una mayor integración en la capital como una suerte de prueba que, más tarde, podría replicarse no sólo en las altas esferas, sino también en otras comarcas que todavía no han dado este paso. De hecho, algunos territorios ya miran a València para avanzar en el mismo sentido.
Algunos incluso se aventuran a señalar el nuevo reglamento local como un paso mas de cara a convertir Compromís en una suerte de federación de partidos, yendo más allá en la actual UTE política. Otros, lo ven aún lejos. Al fin y al cabo, no es un debate nuevo en las entrañas de la coalición, donde la pregunta sobre qué quiere ser de mayor se lleva planteando casi desde sus orígenes.
Grandes sectores del Bloc han defendido habitualmente una mayor integración, estando sobre la mesa la federación de partidos, mientras que Iniciativa y VerdsEquo han mantenido, en general, una postura más reacia a avanzar en este sentido. Con todo, el paso que se dará en València parece contar con amplio consenso.