VALÈNCIA. No sé si todos "los raros fuimos al concierto" de Love of Lesbian en los Jardines de Viveros el 6 de julio pero la cantidad de público era "sideral". Los catalanes llegaron a los Conciertos de Viveros con su poeta Halley, su octavo disco desde que en 1999 se lanzaron a la carretera con su primer álbum Microscopic Movies (1999). Cumplen la mayoría de edad en esta profesión pero Santi Balmes, Jordi Roig, Joan Ramon Planell, Oriol Bonet, Julián Saldarriaga y Dani Ferrer (completa la banda en los directos) siguen llenando recintos, plazas y festivales como si fuera la primera vez.
El sistema solar, la galaxia y el universo sirvieron de antesala al comienzo del concierto. Quince minutos más tarde de lo previsto, los seis integrantes de Love of Lesbian inauguraron su concierto a ritmo de Cuando no me ves, uno de sus temas con más ritmo de su último álbum El Poeta Halley (2016). En los conciertos de la banda catalana, Santi Balmes tiene varios objetos icónicos y que caracterizan sus directos como son su sombrero, bueno, 'El Sombrero' de Santi y sus gafas ultrasónicas. La ocasión y el motivo lo requerían y el concierto se paró para dedicar ese espectáculo al trabajador que sufrió un accidente montando las gradas del recinto de los Concerts de Vivers y que falleció días después. El público aplaudió y entendió que aquel concierto iba a ser especial por muchas razones. Y el show must go on y el indie, el rock y los sonidos eléctricos de Love of Lesbian volvieron a resurgir.
Mientras Bajo el volcán comenzó a sonar, cientos de manos se alzaron con el dedo hacía arriba, movimientos de derecha a izquierda y viceversa se movían al compas del ritmo. Este concierto no iba a ser cualquier concierto, en nombre de la banda, el cantante avisó que iba a ser "un concierto largo y pasarían por todas las constelaciones de Love of Lesbian. No es una actuación en un festival, por lo tanto tocaremos la música que nos apetece y que creemos que os apetece a vosotros" explicó Santi mientras el huracán se suavizó para volver al silencio. Los asistentes al concierto de esta gira en València, no tenían un perfil definido. Familias enteras, niños y niñas cantando Donde solíamos gritar encima de los hombros de sus padres, parejas jóvenes y mayores cantándose unos enfrente de otros mientras "la luna nos daba un premio" a todos los asistentes.. En definitiva, Love of Lesbian no entiende de edades ni para sus integrantes, ni para sus seguidores.
En sus dieciocho años de trayectoria musical, Love of Lesbian han visitados muchas salas, festivales, ciudades y países pero València siempre ha sido un lugar especial para ellos. "Esta ciudad es importante para nosotros, nos dimos cuenta que ibamos hacer algo grande cuando actuamos hace muchos años en la mítica sala valenciana Wah Wah" confesó Balmes. El concierto fluía, tanto en las gradas como en la pista se estaba bien, sin agobios y con posibilidad de mover las caderas con la música de los catalanes. Canciones del último álbum como Contraespionaje se mezclaron con sonidos más antiguos pero no menos olvidados como Oniria e Insomnia o La niña imantada.
Sin ser experta en temas técnicos ni lumínicos, los conciertos de Love of Lesbian siempre son una mezcla de luces de colores que complementan las canciones que suenan. Azul, amarillo, verde o rosas fueron algunos de los colores que enfocaron e hicieron brillar a los seis artistas. ¿Y su directo? ¿Quién se mueve de esa manera como se mueve Santi Balmes? Sus facciones, sus miradas hacía el público y sus guiños hacen que cada concierto sea un espectáculo entretenido. Y no nos podemos olvidar y ellos no se olvidaron de su tema 1999, una canción que ha marcado historias de amor en muchos rincones del mundo. Incapacidad Moral Transitoria (I.M.T) para los más modernos y su canción más selvática como es Algunas plantas que la compusieron volviendo de Amsterdam (el verde se apoderó del escenario, ¿why not?)
"Pedimos cinco segundos de silencio, os vamos a presentar a un amigo", el público obedeció y sin llamarle pero sí esperándolo el querido John Boy no quiso faltar a esta fiesta. Saltos, gritos y movimientos de cabeza, el concierto ya estaba más de la mitad de su recorrido pero nadie parecía sentirse agotado. Del mítico "mamá cómprame unas botas que las llevo rotas de tanto bailar", Santi Balmes hizo una adaptación sobre la situación política actual que el público siguió, "mamá comprame una bolsa que la tengo rota de tanto robar". El calor se apoderó del escenario y la camiseta del cantante desapareció y con su agradecimiento a las personas tolerantes con la diversidad sexual, Manifiesto Delirista tuvo su momento.
Ya no quedaba nada, el público pidió alguna que otra canción con la típica frase que todo valenciano y valenciana hemos dicho en un concierto o en una fiesta: 'una cansoneta i mon anem, eh'. Y los seis músicos obedecieron y dieron todo lo que les quedaba dentro para acabar un concierto "único y especial". El Poeta Halley fue un punto álgido de este espectáculo, el sonido tranquilo y lento no molestaba al público, un concierto también es para ponerse sentimental. Incendios de nieve se presentó como la penúltima canción y, sin quererlo, sonó el final. Planeador fue la canción elegida para culminar este concierto de más de dos horas y media de duración. Humedad, calor pero muy buen rollo y mucha gente con ganas de más.
Y finalizó y todo se quedó oscuro mientras la gente aplaudía. El Poeta Halley aterrizó en València y como vino se fue...
Pero todo es ley de vida...
Como un día me dijo el poeta Halley,
si las palabras se atraen, que se unan entre ellas
¡Y a brillar, que son dos sílabas!