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el tintero / OPINIÓN

Mariano Chamberlain

La cobardía nunca es buena compañera, quizá en momentos donde uno siente el peligro en el cogote sea una reacción humana y entendible, pero cuando depende de ti el futuro de una nación, hay que mantener la dignidad y la fortaleza de espíritu.

24/01/2018 - 

Vuelve a la actualidad cinematográfica Winston Churchill y con ello en parte a la política –por la comparativa– y siempre está presente en el ámbito de las citas o frases. El instante más oscuro, la última película de lo que parece una trilogía sobre el político británico más universal –Churchill y Dunkerque salieron a la cartelera en mayo y julio de 2017– relata con realismo y emoción cómo vivió el Primer Ministro su nombramiento y sus difíciles decisiones en ese mes de mayo de 1940.

El constante avance de las tropas nazis en Holanda y Francia, el relevo en Downing Street de Neville Chamberlain por Winston Churchill, la primera oposición del rey Jorge VI influenciado por Chamberlain y el Vizconde de Halifax y las presiones de su gabinete de guerra casi le hacen claudicar y aceptar los cantos de sirena del apaciguamiento, el pacto, la negociación, en realidad la rendición frente al enemigo nazi, frente al totalitarismo. En ese momento crucial para el futuro de Europa [¿qué habría sido del continente si los nazis llegan a dominar Reino Unido?, mejor no pensarlo] encontramos de nuevo las dos opciones ante los problemas, las dos actitudes que el ser humano suele elegir: lucha o rendición, valentía o cobardía, un paso al frente o un paso atrás, proactivo o reactivo,  en definitiva una actitud ante la vida que puede ser determinante en momentos cruciales, en situaciones límite como lo fue en mayo de 1940 la de dar la batalla y no rendirse a través de pactos y componendas para sellar una mal llamada paz con la Alemania expansionista del nazismo.

Disfrutando de la genial interpretación de Gary Oldman en el papel del político y Premio Nobel de Literatura británico, y viendo la actitud taimada y algo retraída del antecesor Chamberlain que sólo quería descabalgar a Churchill del cargo o forzarle a firmar una negociación/capitulación frente a Hitler, me vino a la mente la personalidad política de Mariano Rajoy Brey. Ese hombre tranquilo que aplica el artículo 155 como el que pone vicks vaporub sobre el pecho de un bebé y le calma con una canción de cuna. Ese presidente del gobierno que sigue pensando que los problemas se resuelven solos o los resuelven otros o desaparecen por arte de magia. La realidad acaba dando al traste con esa aparente estrategia de no hacer nada.

En los fatídicos días de mayo en el inicio de la década de los 40, Churchill se sintió sólo y angustiado, en sus horas más difíciles fue la palabra y la mano regia quien el animó a sondear a su pueblo y comprobar qué era lo que la gente quería. A veces la política debería ser el arte de hacer lo que la gente sencilla, humilde y cabal haría si estuvieran en el puesto de un gobernante, porque el sentido común del pueblo llano suele ser infalible. Y sinceramente, no puedo imaginarme al presidente del gobierno ignorando y ninguneando a sus petulantes asesores, incluidos los diplomáticos de mochila y moto de gran cilindrada ya colocados en la ONU. No imagino a Rajoy cabreado y preocupado como al menos parecía el rey Felipe VI en su alocución del pasado 3 de octubre, ante la situación catalana.

Nuestro presidente se limita a actuar como lo que es, un burócrata tremendamente aburrido y gris, formalista y legalista hasta la extenuación, sin ilusión ni pasión por defender no la Constitución sino la historia, la verdad, la realidad que significa España frente a la falsedad y manipulación que significa el nazionalismo catalán, ahora aletargado con el presidente huido pero que sigue siendo un gravísimo problema interno y externo, nuestra imagen mundial se resiente y la economía y las inversiones son especialmente sensibles a esa inseguridad jurídica y fractura social que provoca el secesionismo catalán. Ojalá en esta casi tercera década del siglo XXI volviéramos a encontrar líderes que se atrevieran a llamar a las cosas por su nombre y que pudieran firmar párrafos como el siguiente. Echo en falta convicción y vehemencia en nuestros políticos, no sólo de funcionarios y burócratas vive el hombre.

"Por más que grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos hayan caído o puedan caer en poder de la Gestapo y de todo el espantoso aparato del régimen nazi, no vamos a flaquear ni a fracasar sino que seguiremos hasta el final. Combatiremos en Francia, combatiremos en los mares y los océanos, combatiremos cada vez con mayor confianza y fuerza en el aire; defenderemos nuestra isla a cualquier precio. Combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; combatiremos en las montañas. No nos rendiremos jamás. Y por más que esta isla o buena parte de ella quede dominada y hambrienta, algo que de momento no creo que ocurra, nuestro imperio de ultramar, armado y protegido por la Flota británica, continuará la lucha hasta que, cuando Dios quiera, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, dé un paso al frente para rescatar y liberar al Viejo"

Winston Churchill, mayo 1940

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