VALÈNCIA. Quizá uno de los motivos por los que el Govern de la Nau será recordado, más allá de la expansión de los carriles-bici y el intento de recuperación del simbólico barrio del Cabanyal, será la aprobación del Plan Especial de Ciutat Vella (PEP). Por su pretensión de poner freno a la terciarización del casco histórico y de recuperar el tejido vecinal tan mermado en los últimos lustros como por aquello que no conseguirá paralizar. Pese a la ostensible pretensión del Plan elaborado para restringir la infiltración progresiva de las viviendas turísticas, lo cierto es que hay una setentena de licencias tramitándose en los servicios municipales.
El Ayuntamiento de València puso en marcha una moratoria en las licencias hoteleras. Esta suspensión de licencias era temporal, hasta que saliera adelante el Plan Especial de Ciutat Vella, que prevé restricciones a la futura implantación de más pisos turísticos y cuya aprobación se prevé más pronto que tarde. Sin embargo, antes de que entrara en vigor la moratoria, se presentaron en el consistorio 70 peticiones de licencias hoteleras. Concretamente, son 47 para hoteles y 23 para apartamentos turísticos. Los datos que barajan algunos colectivos de vecinos aumenta la cifra hasta las ochentena en total.
Contra ellas, no se puede hacer nada, pues la moratoria no tenía efecto retroactivo. Y no puede tenerlo, según señalan desde el consistorio. Arguyen que se trata de proteger la llamada seguridad jurídica de los solicitantes. Si cuando hicieron la petición, no había restricciones, no se les pueden cambiar las condiciones a posteriori. Parte de los vecinos niegan la mayor y sustentan que en otras ciudades, como Barcelona, se hizo algo similar y sí que se pudo paralizar también las licencias en trámite. Con todo, en Urbanismo ya han explicado que no todas las licencias solicitadas tienen por qué finalizar el proceso con éxito.
A la postre, sí que se ha paralizado la concesión de nuevas autorizaciones para aquellos que quieran implantar viviendas turísticas legalmente. Pero mientras, las setenta licencias llegadas previamente a la suspensión, continúan tramitándose. Y es algo que no gusta nada a parte de los vecinos, que llevan meses y meses criticando la “farsa” en la que consideran que se ha convertido la mencionada suspensión.
Advierten y denuncian: el centro histórico tendrá pronto setenta establecimientos turísticos más, ya sean hostales, apartamentos turísticos, apartahoteles u hoteles propiamente dichos. Este miedo se suma además al que se cierne sobre el Plan Especial. En él se contempla que decenas de edificios singulares y palaciegos puedan convertirse al uso terciario y también al hotelero, si bien manteniendo la compatibilidad con el uso residencial.
El motivo de dejar abierta esta puerta abierta es que estas edificaciones no tienen una morfología que se pueda adaptar fácilmente para uso residencial. Por ello, creen que lo mejor es mantener esta compatibilidad con usos terciarios y hoteleros para otorgar más opciones a los propietarios para darles una salida y facilitar su rehabilitación y mantenimiento.
Esto, para asociaciones como Amics del Carme, es una excesiva y velada permisividad de cara al sector hotelero, pues, aseguran, son edificaciones muy suculentas para este tipo de empresas. Bajo este prisma, creen que serán ellas las que copen las edificaciones singulares, cuyo número ha aumentado en la última revisión del Plan. Desde el consistorio insisten en que no tiene por qué ocurrir esto, ya que se abre la posibilidad también a otros sectores como el comercial.