VALÈNCIA. El estudio e investigación de la economía de la Comunitat Valenciana tuvo desde finales de los años 60 del siglo pasado un importante arranque, que en apenas dos décadas cubrió una extensa parte de las inmensas lagunas entonces existentes, ya fuese sobre aspectos históricos, estructurales o coyunturales. El interés académico prendió, especialmente, en las universidades de València, Politècnica (economía agraria), Alicante y Castelló (en este caso, con un amplio enfoque sobre el distrito industrial de la cerámica). Fue así como la previa presencia de los gabinetes de estudios de las Cámaras de Comercio y de PREVASA, patrocinada por la entonces Caja de Ahorros de Valencia, encontró un rápido acompañamiento.
La Generalitat Valenciana asumió, asimismo, un papel destacado en el estudio de la economía regional que fue desarrollado, en particular, por las consellerias de Agricultura (monografías sobre la PAC y los sectores valencianos, continuación y ampliación de las estadísticas agrarias e informes anuales sobre la agricultura valenciana), Hacienda (incluida la desaparecida Revista Valenciana de Economía y Hacienda), Presidencia (monografías ocasionales y artículos económicos aparecidos en la Revista Valenciana d’Estudis Autonòmics) y Trabajo. Una labor complementada por el Instituto Valenciano de Estadística y los informes anuales del Consell Econòmic i Social. A la anterior producción de conocimiento se sumaron diferentes aportaciones que, ocasionalmente, publicaron organizaciones económicas, empresariales y sindicales, así como el apoyo prestado por las cajas de ahorro y las diputaciones a un amplio panel de proyectos. Un trabajo multicéntrico que incluyó la preparación de monografías que abordaban la estructura económica valenciana desde un enfoque académico; una tarea que, bajo diversas autorías, ha llegado hasta el siglo actual.
Podría parecer que el camino estaba expedito tras las iniciativas mencionadas; pero no ha sido así, permaneciendo todavía abundantes curvas, tramos sin asfaltar y puentes inconclusos. Sobre ello ha influido la reducción del interés docente, paralelo a la ausencia de la economía de la Comunitat Valenciana como materia de estudio universitario y, en segundo lugar, cierta reluctancia a lo que podían descubrir determinadas investigaciones enfocadas a la actividad pública. Aunque sea en un campo conexo no merece olvidarse, por ejemplo, la tardanza en incorporar la enseñanza valenciana al estudio PISA, que realiza un estudio internacional comparado de los conocimientos en varias materias de los chicos y chicas de 14 o 15 años.
Así pues, se ha debilitado lo que en el pasado fue un esfuerzo animado por la curiosidad y la ambición de superar las debilidades de la economía valenciana. Ésta ya no encaja en las aspiraciones de muchos profesores, inmersos en otras áreas de investigación ajenas a su realidad más próxima y deseosos de hallar otras complicidades epistemológicas. Pese a ello, la llama permanece encendida: la alimentan los estudios realizados por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) con apoyo de la Generalitat, así como los patrocinados por organizaciones privadas; ambos pilares han sostenido la realización de un notable abanico de estudios estadísticos, analíticos y propositivos. Entre los anteriores, un detallado y fundado análisis de la financiación autonómica que ha posibilitado blindar la posición valenciana ante el Estado y las restantes Comunidades Autónomas. A esta presencia del IVIE se añade la Fundació Nexe y, desde el ámbito institucional, las contribuciones de la Dirección General de Economía, el IVE y, diversas aportaciones universitarias.
Obviamente, el anterior no supone un inventario cerrado: la profundización en el estudio de la economía valenciana ha tomado el testigo en algunas facultades de Geografía, al calor del conocimiento de la economía local, la distribución espacial de la actividad económica, el interés por los procesos de urbanización, la geografía medioambiental y otros campos de similar atractivo. Una atención que ha sobrevolado de igual modo la Historia Económica, con desarrollos que, desde lo general, descienden hasta las historias locales.
Con todo, el catálogo global arroja una conclusión: se conocen materias de gran interés con detalle y calidad pero se carece de un Programa de Investigación Económica y Estadística plurianual que priorice objetivos, preste continuidad a las investigaciones y les dote de la financiación correspondiente. Un Programa resultado de la colaboración público-privada que, a su vez, pudiera ser uno de los colofones prácticos del pasado V Congrés d’Economia Valenciana.
Un Programa que añada nuevas metas al Instituto Valenciano de Estadística. Sus recursos no han permitido, hasta el momento, disponer de unas cuentas económicas regionales con el mismo detalle y temporalidad existentes en otras CCAA. En particular, pertenecemos a las tres o cuatro únicas Comunidades que no elaboran previsiones trimestrales de indicadores tan básicos como el PIB o la población ocupada, dependiendo de elaboraciones ajenas (FUNCAS, BBVA Research, AIREF...). Desde el año 2000 no se han elaborado nuevas Tablas Input-Output de la economía valenciana, pese a su imprescindible presencia para calcular las repercusiones sobre el PIB de las actividades económicas valencianas, conocer los enlazamientos existentes entre estas últimas y estimar los flujos que intercambiamos con el resto de la economía española y del resto del mundo. Una ausencia que se añade a la presente en las cuentas medioambientales regionales.
En otras operaciones estadísticas la dependencia del INE es ampliamente mayoritaria. Una situación que puede ser aceptable en algunos casos para economizar recursos y evitar mayores molestias a los informantes, pero que encuentra su límite en la calidad de unos datos cuya obtención no se ha programado desde una visión autonómica del Estado. Existen márgenes de error que invalidan parte de la información y crean agujeros negros en torno a variables sectoriales. En otros casos el INE no suministra información regionalizada, como ocurre con las estadísticas sobre la exportación e importación de servicios no turísticos; en consecuencia, ignoramos la relevancia del comercio exterior en sectores como el transporte, la prestación de servicios técnicos profesionales, la I+D y otros muchos; una circunstancia que únicamente permite objetivar la importancia del import-export para la producción agraria e industrial y, forzando mucho la máquina, el impacto del turismo extranjero: ¿se puede programar el apoyo al conjunto de la exportación valenciana con aquellas lagunas?
Los ejemplos también abundan cuando pasamos a la investigación cualitativa. Por ejemplo: antes de que el tiempo borre la memoria, ¿estamos satisfechos del nivel de detalle conocido sobre el crack del sistema financiero valenciano y de los tentáculos y manejos existentes tras la burbuja inmobiliaria? ¿Lo estamos de lo que sabemos sobre la presencia en la Comunitat Valenciana de los nuevos sectores tecnológicos, medioambientales y audiovisuales? ¿Quién es quién en estos sectores y en las fintech y qué peso están adquiriendo en la economía valenciana? ¿Qué se conoce de las políticas económicas regionales desarrolladas en otros países con una organización interna federal o cuasi-federal? ¿Qué nivel de detalle se dispone para valorar económicamente el impacto, desde una perspectiva valenciana, de los acuerdos comerciales adoptados por la Unión Europea con terceros países, como el de Mercasur? De acuerdo al futuro impacto esperado, ¿resulta posible determinar y priorizar las inversiones medioambientales que combatan los efectos del cambio climático? ¿Y qué decir del estudio de las desigualdades desde una perspectiva amplia y metodológicamente completa?
Las preguntas podrían continuar y referirse a la evaluación de los programas públicos (¿funcionan las políticas activas de empleo?), a un mayor nivel de detalle sobre los niveles de productividad de las empresas valencianas, a la existencia de actividades con dominio de mercado sectorial o geográfico o a la custodia de archivos empresariales para el posterior estudio, por los historiadores, de la huella emprendedora valenciana; pero no es necesario abundar en el detalle, ya que lo expuesto sólo es reflejo de una visión personal y parcial del estado de la cuestión: un enfoque subjetivo al que el lector puede añadir sus propias percepciones, a falta de un proceso, riguroso e institucionalizado, de selección y decisión sobre los ítems del Programa.
En conclusión, lo que aquí se plantea es la necesidad de ese proceso para concretar el anterior Programa de Investigación Económica y Estadística de la Comunitat Valenciana. Un Programa que, conviene insistir en ello, detecte necesidades compartidas, diseñe calendarios de investigación e implementación, establezca un flujo temporal periodificado de aquellas materias que precisen de recurrencia temporal y disponga de una financiación expresa y continuada.
Se dice que una medida de la calidad democrática de un país es su nivel de cumplimiento de las obligaciones tributarias. Una segunda medida bien puede ser la amplitud y calidad del conocimiento de sus bases estadísticas, analíticas y programáticas. Por razones de transparencia, de una gobernanza basada en los mejores diagnósticos y de una evaluación que se pregunte por la eficiencia sin embozos.