VALÈNCIA. Acaba un año que no ha dejado indiferente a nadie. No me meteré en consideraciones sobre la salud o la política. Hablaré de mercado, el mundo en el que trabajo y que me apasiona. Si de mercado hablamos, 2020 ha sido un ejercicio de manual. Un año para estudiar, que nos ha convertido -si acaso- en amantes más fieles de todo lo que pasa en las bolsa mundiales. Pero que ha dejado, lamentablemente, a muchos inversores tocados.
En 2020 asistimo a unos primeros meses prometedores, una caída como nunca habíamos visto debido al coronavirus y una recuperación sobre todo en EE UU guiada por el sector tecnológico que ha hecho ganar mucho dinero a mucha gente. Pero aunque los mercados se han recuperado relativamente bien, muchas empresas no lo han hecho. Ello nos ha dejado la lección de que cuando las grandes empresas no hacen bien los deberes viene la realidad y se las lleva por delante.
Este es el caso de muchas de nuestras empresas del Ibex 35 como Telefonica y los grandes bancos a la cabeza. La operadora, por ejemplo, ha sufrido en todos los frentes y no atraviesa sus mejores momentos. Ha caído en bolsa considerablemente y ha dejado a muchos inversores españoles con grandes pérdidas. Sobre todo a esos que no saben adaptarse a los tiempos y que siguen pensando en estas empresa cómo si estuviéramos en los años 90.
La última noticia negativa para la compañía es la rebaja del rating por parte S&P. Su calificación a largo plazo ha pasado a 'BBB-' desde 'BBB' y la calificación a corto plazo a 'A-3' desde 'A-2'. La agencia espera que se produzca un deterioro de las métricas crediticias de Telefónica este año, y achaca este deterioro al impacto de la covid-19 en los ingresos y el Ebitda debido a una facturación por servicio más débil y menores ingresos por roaming, así como por los movimientos adversos de las divisas en Latinoamérica.
Dicha rebaja deja el rating de Telefónica a un paso de perder el 'investment grade' o 'grado de inversión', mientras aumenta la probabilidad de un recorte del dividendo en 2021. Actualmente el potencial de crecimiento estructural de Telefónica es reducido y la reducción de la deuda progresa lentamente lastrando la evolución del grupo.
Pero no solo Telefonica está sufriendo. A pesar de un último mes muy bueno, los grandes bancos españoles no están dando alegrías a sus accionistas. A todos estos accionistas se suman como perdedores de 2020 los inversores 'value' y las bolsas europeas. El 'value', ese estilo de inversión que busca invertir en empresas baratas, se ha comportado mal este año. Se ha hecho popular una frase de un asesor que exclamaba "ya no se qué hacer, le digo a mis clientes que compren esto y lo otro porque está barato, y no para de bajar; y les digo que no compren estas otras cosas porque están caras, y no paran de subir. Estoy desesperado".
En este mal comportamiento del 'value' -de lo barato-, y en el giro del mercado hacia la calidad, las grandes compañías y las tecnológicas han jugado varios factores. Los 'tipos cero' y la falta de lugares seguros en los que invertir han hecho que muchos institucionales busquen el dividendo de las empresas de calidad casi como un bono, lo que ha impulsado su cotización. Además, la crisis del coronavirus ha impulsado a todas las empresas relacionadas con lo digital, pues necesariamente nos hemos tenido que adaptar a un mundo más tecnológico
Sin embargo, el mar de fondo de este movimiento es más profundo y tiene que ver con la gran disrupción tecnológica en la que estamos inmersos y no con la pandemia. El 5G, la inteligencia artificial, la robotización, el coche autónomo, el internet de la cosas... son grandes tendencias que están transformando todo a nuestro alrededor; y que están cambiando también los mercados y la forma en la que entendemos las empresas. Solo desde este nuevo paradigma se entiende que Tesla, por ejemplo, haya subido 800% este año; mientras las otras compañías automovilísticas sufren la travesía del desierto.
Todos estos movimientos han dejado a muchos inversores -aquellos que miran más cerca de casa, que nos se atreven a invertir en tecnología o que no entienden que el mundo está cambiando-, con grandes pérdidas en el año. Hay momentos históricos en los que los avances tecnológicos modifican la economía. Por ejemplo, la irrupción del automóvil a primeros de siglo fue uno de esos momentos. Quizá estemos viviendo uno de esos ahora.
En todo caso es importante pensar que nunca debemos quedarnos en la parte perdedora de la historia. Además debemos tener en cuenta siempre los cambios estructurales en la economía para elegir dónde ponemos nuestro dinero. Por ejemplo, no podemos pensar en los bancos igual que lo hacíamos en los años ochenta con los actuales 'tipos cero'.
¿Qué podemos esperar para 2021? Pues en mi opinión la cosa no va cambiar mucho. Los 'tipos cero' seguirán con nosotros muchos años; mientras la disrupción tecnológica no ha hecho más que empezar y parece que la crisis de la covid-19 no ha acabado. Los bancos seguirán sufriendo. Todas las empresas que no se digitalicen -o piensen en incorporar tecnología en sus procesos- están ya fuera del mercado aunque no lo sepan; y veremos asomarse nuevos titanes creados al calor de las nuevas tendencias del mercado. Todo ello aderezado con momentos de euforia que viviremos conforme la vacuna vaya llegando y todo vuelva a la normalidad
2021 parece que será otro buen año para los que sepan elegir. Invertir con estas cosas en la mente nos ayudaría a encontrar el lado bueno de la historia. Y recuerden que, como decía Shakespeare, "el destino o es el que reparte las cartas, pero nosotros somos los que las jugamos".
Lorenzo Serratosa es cofundador de Kau Markets EAFI