El experto considera que se presenta un futuro incierto y apasionante a la vez, que hay que verlo como una oportunidad para marcar la diferencia
ALICANTE. Durante el último año, tan convulso por la covid-19, se han dado una serie de circunstancias que nos han puesto en el horizonte retos que, bien entendidos e interiorizados, suponen una oportunidad de fortalecer los vínculos entre los profesionales de la banca privada y los clientes. Que duda cabe que en los momentos más inciertos del año 2020 el contacto continuo y permanente con los clientes supuso una mayor interacción y grado de confianza en el ámbito de las relaciones comerciales financieras. En algunos casos, trascendiendo al entorno personal. Porque eventos como los ocurridos ponen a prueba una regla fundamental: la confianza en los profesionales de nuestro sector.
Se puso a prueba esa confianza y tengo la particular impresión que se ha superado con creces, viéndose incluso fortalecida. Los clientes inversores demostraron una madurez muy superior a la de episodios anteriores como la gran crisis financiera; mientras los gestores patrimoniales han demostrado ser capaces de actuar desde un punto de vista técnico, pero también muy humano, sabiendo interpretar los diferentes estados de ánimo de los clientes; y, por supuesto, transmitiendo confianza y seguridad. Sin la ayuda de la digitalización todo ello hubiera sido imposible de conseguir, pero no es particular cuestión de este artículo.
Pero la historia (y las cotizaciones) continúan y el reto está ahí. Porque una vez demostrado que esa relación puede ser muy sólida, ahora hay que navegar en un entorno donde parece complejo que las carteras arrojen resultados atractivos sin un nivel de riesgo asumido. Los productos conservadores -típicos de las antiguas carteras- no sólo no aportan resultado positivo, sino que incluso son detractores de rentabilidad.
A partir de ahí, continúa ese ejercicio de confianza y solvencia profesional que hay que demostrar. Llega el momento de aportar valor a las carteras a través de ideas de inversión menos convencionales como el real estate, private equity u otros vehículos alternativos. Donde, por supuesto, otra vez los gestores tendrán que poner en valor su talento y los clientes tendrán que confianzar de nuevo en ellos.
El mercado se está llenado y casi diría que 'saturando' de este tipo de proyectos alternativos. Es labor indispensable de los asesores patrimoniales profundizar en cada una de esas alternativas y analizar de forma rigurosa para saber si encaja o no en las carteras de los clientes. Y no sólo eso, además verificar y comprobar los planes de negocio, el equipo gestor, etc. así como parámetros no menos importantes como la rentabilidad-riesgo-liquidez.
Con todos estos antecedentes hemos venido gestionando las carteras de nuestros inversores. Desde Diaphanum tenemos claro y estamos convencidos que ante estos condicionantes que seguramente se intensificarán en el futuro, un modelo de independencia aporta valor a las relaciones financieras. Porque implica que la transparencia preside dicha relación desde el primer momento, y eso equilibra definitivamente el nivel en el que se sitúan cliente y gestor. Porque no hay nada mejor que reglas claras y concretas desde el momento inicial.
De hecho, los episodios de tanta volatilidad e incertidumbre del ejercicio pasado han demostrado que cualquier decisión sobre las carteras será bien aceptada por nuestros interlocutores, ya que será y es por puro convencimiento. Así, sobreponderar la tesorería en las carteras de fondos es un claro ejemplo de ello, puesto que prioriza cuestiones puramente de estabilidad en las carteras y búsqueda de posibles oportunidades futuras.
Por último, y aunque como he comentado anteriormente no es objeto de esta reflexión, los desarrollos tecnológicos son un must have del sector para ser ágiles en la toma de decisiones y ejecución así como para transmitir seguridad cuando las excepcionalidades llegan.
Se presenta un futuro incierto, pero a la vez apasionante. Una oportunidad para continuar en la senda de la confianza y marcar la diferencia. Paradójicamente, las restricciones físicas que se han impuesto por la pandemia, han fortalecido la relación con nuestros clientes. Ya hemos demostrado estar preparados ante la adversidad y continuamos listos para afrontar cualquier situación que venga.
Héctor García Quintanilla es responsable de la zona de Levante de Diaphanum