Para empeorar las cosas Boris Johnson y sus asesores han insinuado apartar al Parlamento del Brexit y este, de forma preventiva, ha aprobado una ley que lo evita
MADRID. Boris Johnson va a tener éxito en suceder a Teresa May como primer ministro del Reino Unido y lleva tiempo indicando una negociación más agresiva con la Unión Europea, con disposición a aceptar una salida sin acuerdo si no consigue concesiones. Quiere eliminar la disposición por la que algunos temen que el Reino Unido quede en la unión aduanera indefinidamente, si bien se trata de una línea roja para los europeos. El problema es que sin acuerdo la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte volverá automáticamente a controles de fronteras, incluyendo aranceles, IVA y controles de fitosanitarios. De ahí el temor a un diálogo de sordos hasta el 31 de octubre, cuando la opción por defecto sea una salida sin acuerdo
Para empeorar las cosas Johnson y sus asesores han insinuado apartar al Parlamento del Brexit y este, de forma preventiva, ha aprobado una ley que lo evita (por mayoría, incluyendo 17 conservadores y 30 abstenciones). El portavoz John Bercow, que probablemente esté en contra de una salida sin acuerdo, parece liderar la resistencia y muchos diputados amenazan con elecciones. La mayoría parlamentaria de Johnson tiene su apoyo en el partido Unionista Irlandés de Irlanda del Norte y cuanto más presiona al Parlamento mayor puede ser la respuesta de este, incluyendo tomar el control del Brexit resucitando alguna Ley o forzar a Johnson a la ampliación. Otra alternativa imaginativa sería un gobierno de unión nacional por la ampliación si Johnson resulta marginado.
Así que nuestro escenario base, con 60% de probabilidad, es que haya otra ampliación del plazo del 31 de octubre, probablemente de varios meses, para renegociar el acuerdo o incluso renovar el Parlamento, hasta el punto de que unas nuevas elecciones serán necesarias para el siguiente capítulo del Brexit. El caso es que estimamos que una salida sin acuerdo se puede evitar. En primer lugar la nueva presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, parece más acomodaticia y ya ha se han dado extensiones del plazo inicial de marzo 2019 por razones endebles. Incluso el Reino Unido ha participado en las elecciones al Parlamento de la UE, sugiriendo que cualquier cosa puede pasar.
Ahora bien, la cercanía de octubre hace poco posible una renegociación con la Unión Europea. El bajo nivel de preparación del Reino Unido para el Brexit, especialmente su administración, es otro argumento para la ampliación. Además algunos indicadores adelantados como un PMI manufacturero en contracción, contradicen a los partidarios de que una salida dura va bien al Reino Unido. Algunos diputados creen que el Reino Unido puede rápidamente obtener un acuerdo comercial con EEUU -Johnson parece especialmente cercano a Trump-, pero observadores como el Secretario de Comercio del Reino Unido, Liam Fox, advierten que difícilmente puede ser posible antes del 31 de octubre.
En realidad la debilidad del PIB del Reino Unido puede materializarse el segundo y tercer trimestre este año, mostrando que las cosas pueden ser mucho peores sin acuerdo. Incluso algún informe del presupuesto del Reino Unido de julio de 2019 implica una reducción de 2% en el PIB en caso de salida sin acuerdo, lo que es muy plausible.
Mientras la reciente encuesta Comres muestra que 42% de encuestados del Reino Unido creen que se debe salir sin acuerdo si es necesario, frente a 38% que no, pero hay un amplio margen de error. El factor decisivo va a ser el riesgo de nuevas elecciones y signos de resistencia del Parlamento a Johnson.
Por su parte el Banco de Inglaterra siempre ha tenido una posición dura en política monetaria y ha estado especialmente preocupado porque se genere menor oferta en la economía británica por el Brexit, con aumento de riesgo de sobrecalentamiento y, por tanto, necesidad de mayores tipos de interés, que ya ha subido dos veces, en noviembre de 2017 tras el referéndum y en agosto de 2018. Pero ahora parece que centra su atención en la incertidumbre del crecimiento y comercio global. Además parece más preocupado por los acontecimientos políticos nacionales, con la mirada puesta en el riesgo de Brexit sin acuerdo.
A ello se añade que el BCE y la Reserva Federal pueden flexibilizar sus políticas monetarias próximamente, lo que genera presión adicional para que lo haga lo mismo. De manera que esperamos que el Banco de Inglaterra reduzca su tipo de interés en 0,25% para noviembre (de 0,75% a 0,5%), incluso aunque haya ampliación del plazo del Brexit. Si el BCE o la Reserva Federal se muestran más flexibles de lo previsto, el Banco de Inglaterra, a pesar de la reciente escalada de los salarios, puede incluso actuar más rápidamente.
El caso es que los acontecimientos políticos han afectado a la libra esterlina, también afectada por el deterioro de los flujos de capital y notable caída de la inversión neta y extranjera directa el primer trimestre, que no ha compensado el déficit por cuenta corriente. Sin embargo los mercados de futuros y opciones no acusan pesimismo extremo y puede ser demasiado pronto para ir contra la libra esterlina. Hay que tener en cuenta que el Parlamento está ampliamente en contra de un Brexit sin acuerdo, lo que proporciona cierto apoyo a la libra, que prevemos se cambie algo más baja los próximos tres meses, a 1,23 dólares. Además puede darse un rebote de la libra tras el 31 de octubre pues un Brexit sin acuerdo se puede evitar con una ampliación y probablemente nuevas elecciones generales en el Reino Unido.
Thomas Costerg es economista de Pictet WM