El puchero de El Carrer es una pequeña oda a los platos de cuchara, al sabor de siempre y a las veladas en tabernas de sillas altas 

Tiene un color inconfundible, un aspecto humilde y el sabor de la excelencia tradicional.

Hay quienes la llaman cazuela y hay quienes la llaman olla. Quienes dicen que para invierno y quienes dicen que para el otoño. Yo digo que sí a todo, que me da lo mismo el nombre y la estación.

La ensaladilla rusa en Rusia se llama ensalada Olivier. En el número 10 de la Alameda, también (y está de muerte). 

Este plato me transportó a esos años en los que disfrutaba más de las alitas de pollo fritas que de los tomates.

¡Pero si es un bocata!... Aquí no hay peros que valgan. Súbanse al coche, al tren de cercanías, vayan a probar esta maravilla. Luego me lo cuentan.

Una tabla de quesos, un vino tinto y buena compañía es pura alquimia, una combinación que cura todos los males y que te recuerda lo sencillo que es vivir 

Tres bocados son más que suficientes para conquistar.

Hay quien guarda la infancia bajo la sombra de una higuera y yo la incrusto en la sardina de bota. Le tengo un cariño especial, qué le voy a hacer.

Quizá resulta una combinación extraña pero al probarla dejas al lado los purismos y peleas por la última anchoa del plato