En tu segundo y definitivo adiós, el 23 de marzo de 2014 cuando falleciste, y desde entonces, pudiste comprobar desde arriba que la sociedad española te quería, te admiraba y te agradecía tus servicios a España. En tu primera despedida, tras dejar la presidencia del gobierno el 29 de enero de 1981, algunos lamentaron que Adolfo Suárez hubiera existido, mientras que otros se disponían a capitalizar políticamente un centro democrático reformista basado en valores y principios que desconocían y, aún, muchos ignoran.
Como Eurodiputado del CDS siempre admiré tu liderazgo y afán reformista, como español tu patriotismo y generosidad. Creo que el CDS era más Suárez que la UCD, pero, a ésta, había que inventarla primero para conseguir los objetivos democráticos que la Corona y el país necesitaban de ti. Años más tarde, en las elecciones al Parlamento Europeo de 1.989, durante un mitin en el Palau de Música de Valencia, evidenciaste el mismo espíritu reformista desde una concepción europea. Ahora, en el noveno aniversario de tu fallecimiento, valdría la pena reeditar tu discurso de Estado para constatar su validez y, más importante aún, que sirviese de guía al menguante grupo de políticos constitucionalistas haciendo suyo tú icónico puedo prometer y prometo.
Tu carácter y compromiso con el Estado, no la enfermedad, propició una conducta seria y cabal como expresidente, alejada de impertinencia y mala fe de algunos de tus sucesores. La necesidad obligó a la consecución de importantes consensos durante la segunda mitad de los setenta, pero los españoles somos malos alumnos de la historia, como evidencia la irresponsable amnesia de muchos políticos en los últimos años. La Constitución de 1812 fue irreal, la de 1978, que tú propiciaste, es un activo que se desdibuja, sin disponer de un nuevo modelo referencial solvente, de valedores capaces de defenderla como requiere la situación actual. La mitad del constitucionalismo de ayer ha traicionado su esencia democrática hoy.
Desde el principio de tu presidencia del gobierno aventuraste que era tiempo de volver a hacer normal en la política, lo que en la calle era simplemente normal. Adolfo, te añoramos. En tu segundo adiós en marzo de 2014, en el que dejaste algo más importante que la Presidencia del Gobierno, como es la vida, muchos reivindicaron una eterna gratitud por tu contribución a restaurar las libertades en España y una inquebrantable lealtad a tú memoria. Entonces, en 1981, posiblemente no, pero ahora sí, lo dicen de corazón. Que también descansen en paz.
José Emilio Cervera fue eurodiputado del CDS