VALÈNCIA. Las mascarillas en interiores pasarán este miércoles a la historia según lo acordado en el Consejo de Ministros de ayer. Una medida que, aunque deseada por buena parte de la población, no termina de generar consenso entre los expertos, puesto que algunos la consideran precipitada.
Paralelamente a este cambio de paso frente a la pandemia, este miércoles se presenta en el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid una norma UNE (Asociación Española de Normalización) impulsada por investigadores del CSIC y otros colaboradores dirigida, precisamente, a controlar los peligros de contraer enfermedades de transmisión por vía respiratoria en interiores a través de la medición de CO2 en los recintos.
Una norma que tiene una semilla claramente valenciana: el investigador del CSIC Xavier Querol, miembro del grupo de expertos que ha venido asesorando durante la pandemia al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, propuso hace un año establecer mediciones de CO2 en algunos colegios y, además, en el Museo de las Ciencias y l'Hemisfèric con el objetivo de combatir con mayor efectividad la covid.
Un estudio pionero llevado a cabo por personal del CSIC y de la Asociación Mesura del grupo Aireamos que ha resultado claves para concluir que, atendiendo a determinadas normas de ventilación, puede reducirse el riesgo de contagios además de calcular qué aforos son los óptimos en determinados recintos si se combinan con las medidas adecuadas para la circulación del aire.
Así, la norma que se presenta este miércoles apunta, precisamente, a los beneficios de establecer estos sensores para conocer los niveles de CO2 en el ambiente. Sobre esto, José Manuel Felisi, coordinador de la asociación valenciana Mesura, que ha trabajado en las citadas mediciones y ha colaborado en la elaboración de la norma, destaca que la propuesta se dirige a "procedimentar cómo se usan los sensores, cómo se colocan, cuántos deben emplearse, establecer cuáles son los umbrales donde existe riesgo y -remarca- lograr que los datos estén custodiados para que no se trampeen".
Felisi subraya, además, que la intención del documento es que también se establezca la posibilidad de que el propio usuario tenga acceso en tiempo real a esos datos de CO2 respecto al espacio en el que se encuentre. "Esto es la primera vez que se hace y es importante, porque permitiría a la persona calibrar si está dispuesta a asumir un determinado riesgo o prefiere marcharse a otro establecimiento", argumenta.
Respecto al coste de este tipo de sensores, el investigador puntualiza que el precio de un sensor comercial de garantías se sitúa aproximadamente entre 90 y 200 euros y resalta que un dispositivo bien situado en un espacio diáfano puede ser suficiente, por lo que la considera una medida relativamente económica para los beneficios que puede aportar.
El impulso de una norma UNE es el primer paso de cara a una posible regulación e implantación en el ámbito estatal. El Gobierno debe revisar junto a los sectores implicados el contenido para su aplicación y decidir si, finalmente, pasa a convertirse en un decreto del ejecutivo. En este sentido, el propio Felisi ve con optimismo el progreso de esta norma "honesta" que se ha impulsado por "investigadores independientes".
Estos dos recintos, además de algunas aulas valencianas, son los que han servido de banco de pruebas durante un año. Sobre esto, tal y como se señala en las conclusiones de las investigaciones, el principal "beneficio" de mantener "bajos niveles de CO2 en ambientes interiores" es la "reducción de incidencia en la tasa de contagio aéreo de enfermedades como gripe, sarampión, tuberculosis y, ahora, covid-19". Así, en concreto en el informe referido a los dos museos donde se instalaron estos sensores, se señala que han servido de "referencia" para "la adecuada gestión de la ventilación/renovación en espacios interiores". "Esto ha permitido tener control de aforos y sistemas de ventilación con el fin de cuidar la salud de los visitantes", afirman.
El propio Felisi revela ejemplos prácticos en la regulación del aforo de l'Hemisfèric atendiendo a las mediciones de CO2. "Se hizo una estimación en la etapa covid de que 60 era el máximo de personas para la instalación, pero con una ventilación moderada se observó que podía ampliarse hasta 150 visitantes", relata, poniendo así el acento en la utilidad de estos sensores también en lo que se refiere a la viabilidad económica de las instalaciones.
Desde Presidencia, la directora general de Análisis y Políticas Públicas, Ana Berenguer, señala que este sistema de monitorización puesto en marcha por la Generalitat "sirve ahora de referente para su aplicación en cualquier espacio interior" y cree que será "fundamental" en el futuro para "garantizar la seguridad de espacios interiores" tras el fin de la obligatoriedad del uso de las mascarillas.