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Cuando cerró Macel·lum en 2016, Alejandro Platero dijo que le apetecía hacer una arrocería. Seguramente se imaginaba un negocio muy diferente al que acaba de abrir. En estos siete años ha puesto en pie y ha cerrado varios proyectos hosteleros. Y tras toda esa experiencia: back to basics. Lo de ahora es un restaurante pequeño, íntimo, que pueden manejar solos entre él y su pareja, Nuria Latorre. Seis mesas en el antiguo Chocomeli, en Campanar, y una propuesta sencilla: aperitivo, tres entrantes y un arroz a elegir. Alejandro ha vuelto a la esencia, a la cocina que más controla y menos dolores de cabeza da. No necesita más para seguir brillando.
Plato destacado: Cualquiera de sus arroces
Cualquiera de sus arroces