El planteamiento de futuras alzas del precio del dinero estará completamente condicionado por las publicaciones macroeconómicas de los próximos meses
MADRID. El Banco Central Europeo (BCE) no sorprendió a los mercados y aplicó el pasado jueves una nueva subida de 75 puntos básicos. Sin embargo, parece que el planteamiento a futuras alzas estará completamente condicionado por las publicaciones macroeconómicas de los próximos meses.
Sabemos que el BCE plantea un objetivo terminal de tipos del 2,25%, que supera levemente el de mantener a raya la inflación con una tasa del 2%. Y aunque Christine Lagarde afirmó que el QT (Quantitative Tightening o reducción del balance) no está dentro de las herramientas a aplicar a corto plazo, sí que se aventuró a modificar los términos del programa TLTRO III. Se trata de las operaciones de financiación a plazo más largo con objetivo específico, que son operaciones del Eurosistema que proporcionan financiación a las entidades de crédito.
En la práctica estos cambios equivalen a un endurecimiento de las medidas monetarias, al permitir que a partir del 23 de noviembre de este año, los bancos puedan cancelar anticipadamente los préstamos concedidos por el BCE. O lo que es lo mismo, retirar liquidez del mercado. Los temores de recesión siguen vigentes, pero enmascarados con la careta de estanflación, un paso intermedio al considerar que la inflación se mantendrá elevada. Todo ello mientras el crecimiento económico de la Eurozona, el PIB, tiende a crecer al 0%.
A pesar de que los puntos publicados por el BCE recalcan la fortaleza del mercado laboral y la tasa de desempleo, parece que hacen gala de una buena gestión, cuando precisamente lo que necesitan hacer es destruir parte de este mercado para enfriar la demanda y en último término los precios (IPC). Al menos han sido honestos al confirmar que los indicadores de confianza están cayendo, haciendo responsable parcial a la situación de la guerra en Ucrania que como bien sabemos sigue siendo un riesgo importante desde el punto de vista económico, político y social.
Por otro lado, volvemos a destacar el talón de Aquiles de la Eurozona, la armonización fiscal, a la que Lagarde no le ha dedicado mucho tiempo. Simplemente afirmando que si esta existiera, se podría contrarrestar más fácilmente el impacto de las medidas monetarias. Pero Europa no fue concebida como un estado confederado como Estados Unidos y la utopía planteada por Europa restaría la soberanía de la que disponen los diferentes países miembros. Por lo tanto, un imposible.
Desde la decisión del BCE, hemos visto como el recorrido alcista del euro se esfumaba tras recuperar el techo de cristal de la paridad con el dólar estadounidense. Y este este próximo miércoles es el turno de la Reserva Federal estadounidense (FED). Veremos qué sucede.
Darío García es analista de XTB