Recibió una empresa de telefonía, que ni siquiera era puntera, y la convirtió en todo un líder mundial en el sector de las telecomunicaciones
MADRID. Me van a permitir que este primer artículo del año lo dedique a una persona que nos ha dejado en las últimas horas y que profesional y personalmente ha sido muy importante para mí: César Alierta. Quizás todo el mundo le recuerde por su trayectoria profesional, que ha marcado muchos hitos en el mundo financiero y en el mundo empresarial, pero sin duda pasará a la historia por lo que hizo con Telefónica. Recibió una empresa de telefonía, que ni siquiera era puntera, y la convirtió en una multinacional, en todo un líder mundial en el sector de las telecomunicaciones.
Con Alierta al mando, Telefónica creció, implantó nuevas tecnologías, apostó por la telefonía móvil, por la digitalización del sector, por el desarrollo de las redes de fibra óptica, que hoy día permiten que España sea líder en este aspecto. Como operador dominante, Telefónica se vio obligada a dar un paso al frente, endeudándose quizás por encima de lo razonable para abordar los nuevos retos. Desde un punto de vista bursátil, probablemente eso le perjudicó pero estratégicamente al sector le benefició. Aun hoy muchas operadoras de primer y segundo nivel se ven beneficiadas, así como los gigantes tecnológicos y digitales.
Como presidente de Telefónica fue de los primeros en clamar por corregir la regulación asimétrica, que perjudicaba a las grandes telecos y beneficiaba a las empresas de servicios tecnológicos. Antes de su larga etapa en la teleco fue también presidente de Tabacalera -entonces empresa estatal-, que tuvo que privatizar inicialmente y con la que lideró una gran operación de integración con su homóloga francesa, Seita, creando el grupo Altadis. Todo un líder del sector tabaquero en Europa y con gran presencia a nivel mundial. Quizás fue una de las primeras veces en las que una empresa española se fusionaba con una extranjera y sus ejecutivos salían fortalecidos y mandando.
Hasta entonces Alierta se había mantenido en el entorno del sector financiero y bursátil. En 1985 fundó Beta Capital; mientras su conocimiento de los mercados de capitales y del negocio bursátil especialmente en Estados Unidos le llevó a poner en marcha esta aventura, generando un grupo que gestionaba, asesoraba, intermediaba y participaba en operaciones de fusiones, adquisiciones, salidas a bolsa… Si la regulación que controlaba el todavía cerrado e incipiente sector financiero bursátil español lo hubiera permitido, podríamos decir que hubiera sido un banco de inversión a la imagen y semejanza de lo que eran los bancos americanos especializados de la época.
Después de terminar sus estudios de Derecho en España abordó la realización de un máster de Administración de Empresas, en la prestigiosa Columbia Bussiness School. De vuelta a España dio sus primeros pasos profesionales en Banco Urquijo, una entidad que entonces -en la década de los setenta del siglo pasado- era referente en el sector industrial español, pero también cuna del mercado da capitales. Alierta comenzó como analista financiero y terminó su andadura siendo director de la división Mercado de Capitales.
En 1981 tuve la fortuna de ser admitido en Banco Urquijo y de ser asignado a Mercado de Capitales. César fue mi primer jefe. Nunca olvidaré la charla con la que me recibió mi primer día de trabajo, en su despacho de la planta cuarta del edificio que entonces ocupaba el banco, en la madrileña calle de Alcalá, 47. En el banco trabajaban mi padre y mi tío. Me explicó que con ese precedente "lo iba a tener crudo", que me exigirían más que a nadie y que me "tenía que poner las pilas" desde ese mismo momento… Luego empezó a hablarme con pasión del análisis fundamental, me describió perfectamente mi puesto y cuáles iban a ser mis tareas, me regaló un libro (Security Analysis, de Benjamin Graham) y me presentó a mi responsable directo.
A lo largo de los cuatro años siguientes me dedicó mucho tiempo. Discutimos informes, preparamos presentaciones, aprendí muchísimo. Cuando tocó separarse profesionalmente en 1985 pasó de ser jefe a amigo. César siempre fue muy amigo de sus amigos. Siendo presidente de Tabacalera, de Altadis y después de Telefónica, siempre que le llamé contestó. Siempre que tuvo tiempo (algo que no era fácil), me recibió. Me presentaba y se dirigía a mí como Toñin Castelo, dándole igual la compañía, el momento o el entorno (Antonio era mi padre y desde el primer día me lo dejó claro).
Llevaba un año sin verle. Coincidí con él en el funeral de mi tío Javier (también colaborador suyo en Banco Urquijo). Estaba ya muy enfermo, pero no quiso dejar de ir y acompañarnos. A la salida fui con él hasta su coche y se despidió de mí con un abrazo: "Estoy muy orgulloso de ti, Toñín"…
¡Gracias por tanto, César!
Descansa en paz maño.
Antonio Castelo es analista de iBroker