Gguni Dates Cacao

El chocolate endulzado con dátiles que nace en Altea

Una familia de lituanos afincados en Altea ha creado Gguni Dates Cacao, una marca de chocolate ecológico con dátiles que exportan a todo el mundo.

| 26/05/2023 | 3 min, 53 seg

Giedré, Gité, Ugnius, Nerijus e Ilzé son los nombres de esta familia de cinco miembros cuyas iniciales denominan a su dulce proyecto: GGuni Dates Cacao. En un recoleto obrador ubicado en Altea, Giedré y Nerijus “cocinan” las tabletas de chocolate que venden allí mismo, en su recién estrenada tienda, pero también en cafeterías de Altea y Valencia, así como a cualquier punto del planeta a través de su página web.

¿Cómo surgió la idea de empezar a hacer chocolate? Cuando se instalaron en Altea con sus hijos, hace seis años, Nerijus quería hacer algo relacionado con la cocina y, a la vez, que tuviera un enfoque saludable. Y Giedré es una fanática del chocolate: “no puedo vivir ni un día sin comerlo”, nos confiesa. Por eso desde el principio decidieron huir de las recetas que endulzan el cacao con azúcar o edulcorantes, y apostar por los dátiles. “Aunque probamos también con plátano o con higos, pero no quedaba tan bien”. En un primer momento empleaban los dátiles frescos, pero ahora ya trabajan con dátil en polvo que compran en Túnez.


Su filosofía es sencilla, ya que su primera premisa era que todo fuera lo más natural posible. Por eso los ingredientes que emplean son ecológicos. Un ejemplo: antes compraban los granos de cacao en Venezuela, pero como no les garantizaban que fueran ecológicos, ahora trabajan con Nicaragua. Les llegan en sacos de yute directamente a su obrador y, una vez allí, los seleccionan, los tuestan, descascarillan y muelen la masa. Después hacen lo propio, en el mismo molino, con el polvo de dátil y la manteca de cacao, para después añadir las diferentes materias primas (vainilla, naranja, canela o menta) que llevan algunos de sus chocolates. Todo eso lo vuelcan en la templadora y lo calientan a 31 grados para hacer las tabletas. Tras dejarlo enfriar una hora y media, están listas para ser envasadas. Y ahí llega otro de sus valores añadidos: todos sus envoltorios son de papel, no usan plástico ni aluminio como otras marcas de chocolate. Y el diseño, que en un inicio realizó una estudiante lituana para su trabajo de fin de carrera, ahora es obra de la diseñadora Romina Osuna Trunks con ilustraciones de Rocío del Moral.

Lo que da la personalidad propia a las tabletas de GGuni Dates Cacao, además del empleo del dátil como endulzante natural, son sus sabores. El primero que crearon fue el de vainilla. Pero el más vendido es el de naranja, para el que compran la fruta fresca y usan la ralladura de la misma. Aunque nos cuentan que el que más gusta a los españoles es el de canela. Y a los ingleses, el de menta, quizá por esa cercanía gustativa a su famosa chocolatina patria, el After Eight. “Hemos jugado mucho con granos de cacao para llegar a crear todas estas variedades”, nos explica Giedré. Algunas, además, llevan también trocitos de fruta desecada (manzana, fresa, espino amarillo…). Las últimas creaciones que han lanzado este año han sido el chocolate 70% (ya tenían el 85%) y el que lleva café. Para diseñar este último, probaron muchos hasta que dieron con Afortunato, un tostador de café de especialidad de Pamplona.

Ahora, todos sus chocolates se pueden comprar en el propio obrador, donde han abierto una pequeña tienda para vender también otros productos como un zumo de la pulpa del cacao llamado Pacha de Cacao, nibs de cacao, los cafés de Fortunato o semillas de macambo. Y en verano, harán helados de fruta sin azúcar. En Altea también encontrarás sus tabletas de chocolate en La Casita Jardín, en Bionatural, en Biocentro y en Planeta Granel. En Valencia, están en Quart de Kilo o Kibok Café.

En GGuni Dates Cacao, debido al tamaño del obrador y a lo reducido de su equipo (son solo ellos dos), no realizan todo el proceso en un mismo día, sino que cada jornada de trabajo la dedican a una fase del mismo. Porque sigue siendo un proyecto pequeño, acogedor y familiar, a pesar de que su distribución y su ilusión no tienen fronteras.

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