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mar abierto / OPINIÓN

ComproMix

Foto: Rober Solsona/ EP
8/11/2022 - 

Compromís ya no es un ComproMés pujante, por más que le cambien el nombre. Y menos es ComproMas (Aitana), porque, si algo nos han dejado ya claro, es que Mas no es de Més … y Més no es de Mas.

Compromís es, desde el principio, un “artefacto”. Un mecano desmontable, y con contornos calculadamente ambiguos, para conseguir lo que las urnas les negaron mientras se presentaron como Bloc Nacionalista: moqueta y poder. Pero al ser un conglomerado, por conveniencia, de no-se-sabe-cuántos partidos distintos, soporta en su núcleo una carga explosiva latente.

Y es, además, un artificio, porque esconden lo que realmente piensan e incluso se disfrazan de lo que no son. Como lo evidencia su antitético 9 d´octubre: por la mañana  portan la Real Senyera y por la tarde (y otros días) enarbolan la “estelada” independentista. Y no seré yo quien cuestione la libertad para defender lo que se quiera, pero con la honestidad política de decir a los ciudadanos lo que realmente se persigue.

Llegaron al poder con sobre-exposición de camisetas y llenando el campo político de minas-denuncias. Y bajo el hiperliderazgo de Mónica Oltra, que impuso a su vez la sobre-representación del pequeño partido que ella presidía, Iniciativa (IdPV), para cabreo de los -en mayor número- procedentes del Bloc (ahora Més).

Leer que el actual vicealcalde de Valencia, Sergi Campillo, ha obtenido el mayor número de votos para ser el primer representante de IdPV en la lista de Compromís al  Ayuntamiento, y que estos no pasaron de 51 en una gran ciudad como ésta, lo dice todo.  
A partir de ahí, la amalgama-partido con mayor número de sueldos públicos por milímetro de militancia, ha experimentado una crisis de realidad. Para empezar por su fallida gestión. Para constatarlo, basta hacer un repaso de las actuaciones de quienes han sido sus Consellers: erráticas, incompetentes o, en el mejor de los casos, anodinas. Quizá, porque como decía Castelar, “las coaliciones son siempre muy pujantes para derribar, pero impotentes para crear”.

El vicealcalde de València, Sergi Campillo.Foto: Ayuntamiento de València.

Y así hemos ido viendo, como en la novela “Diez negritos” de Agatha Christie, que han ido cayendo, o desapareciendo de la escena, no pocos de sus personas principales, algunos de forma inesperada. O inexplicada. Y no olvidemos que el auténtico nombre de la novela de Christie es “And Then There Were None”. O sea: y no quedó ninguno.

Ahora tenemos en escena la indisimulada ocupación del espacio por la facción Més-Bloc, y la fagocitación de Iniciativa, comenzada cuando señalaron a Oltra la salida, tras el baile sabatino frente al impostado (y efímero) cartel “Som molt de Mónica”.

Ahora Més, no quiere a Mas, sino a Baldovi, ese diputado que no ha metido un gol en 11 años como diputado nacional, ni se le recuerda haber conseguido en ese largo tiempo algo realmente importante para la Comunitat Valenciana. Pero que siempre vota sí. A Sánchez, claro. Incumpla lo que incumpla y nos haga a los valencianos lo que nos haga.

Y ahora, cuando es ya candidato in pectore a la presidencia de la Generalitat (quizá deberá pensar Enric Morera si lo que en realidad pretende es sustituirle como President de Les Corts), presenta enmiendas con ERC, la CUP o Bildu, no solo para frenar la  ampliación del Puerto (de Valencia, nunca el de Barcelona), sino también incluso la terminal de pasajeros-cruceros o nuestro congestionado By-Pass.

Eso sí, el mismo Baldovi de la ‘obediencia valenciana’ presenta enmiendas a los PGE para reindustrializar Bailen (Jaén). Y no protesta (como tampoco lo hace Ximo Puig) cuando el ministro Miquel Iceta desdeña nuestra necesidad (y merecimiento) de más  presupuesto para nuestras infraestructuras culturales… “porque España es muy grande”. De vergüenza. Las declaraciones y el silencio.

Oí a Feijóo decir en Valencia que partidos sólidos son los que sobreviven a sus líderes. Y tiene razón si se repasa la historia de las formaciones políticas en España, desde el inicio de la democracia hasta este mismo momento.

Compromís es la formación con un rango mayor de volatilidad según de qué elecciones se trate. Pero ahora mucho más. Porque han tocado techo y lo que está por ver, de ahora en adelante, es donde está su suelo.

Porque son un Mix de intereses, algunos alineados pero otros contrapuestos y en tensión, lo que puede producir explosiones por la presión interior, o implosiones por la disminución del tamaño de sus astros o la caída paulatina de sus activos.

Por eso ahogan sus temores y pulsiones en una verbena continua, ‘congas’ incluidas. 

Es realmente un ComproMix. Y lo que iremos viendo, capítulo a capítulo, es quién  permanece en escena. O si, en algún momento, como en la novela, al final no queda nadie. O nada.

 

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