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tiempos posmodernos / OPINIÓN

El FMI nos sube los colores

Necesitaríamos crecimiento sostenido del 4-5% anual para recuperar el terreno perdido y para poder ir reduciendo paulatinamente la deuda pública acumulada.

20/11/2022 - 

Resulta muchas veces complicado contestar de manera sencilla a preguntas sobre economía. Como en tantos otros temas, la respuesta corta suele ser incompleta o incluso errónea. A veces es necesario una contestación más larga, aunque sea a costa de perder la atención del interlocutor. En realidad, hay muchos efectos o relaciones en economía que están muy claros, pues se apoyan en modelos que no sólo son sólidos teóricamente, sino que también han sido confirmados empíricamente. Aunque la Economía se clasifique como “ciencia social”, su funcionamiento se basa en el método científico de forma muy similar a como lo hace su hermana mayor, la Física. La principal diferencia con las llamadas “ciencias duras” es el grado de incertidumbre al que están sujetas las predicciones económicas, puesto que las condiciones que afectan a un estado de la economía pueden variar rápidamente. Aunque es posible realizar experimentos en Economía, es casi imposible reproducirlos en las mismas condiciones. Por eso las instituciones nacionales e internacionales que hacen predicciones sobre la actividad económica las van ajustando varias veces al año. Eso no quiere decir que no sepan lo que están haciendo, sino son muchos los factores a tener en cuenta, que son cambiantes y sobre los que existen importantes márgenes de error.

Algo semejante está ocurriendo a lo largo de 2022 con las predicciones sobre crecimiento económico en España. Para contestar a si España va a entrar en recesión en los próximos meses basta pensar un poco. En primer lugar, el tipo de interés está subiendo. En concreto, 2 puntos porcentuales (200 puntos básicos) desde el mes de julio. Tipos de interés más elevados reducen la petición de financiación para inversiones de las empresas o consumo de los ciudadanos. Al ser la inflación tan alta, no obstante, sigue siendo mejor endeudarse que ahorrar, pues la inflación deteriora el valor del dinero. En segundo lugar, también se consume e invierte menos por la incertidumbre (sobre todo asociada con la duración de la guerra en Ucrania). Un tercer motivo que afecta a dichas decisiones es la subida del precio de la energía, que supone tener que destinar más recursos a su pago y reducir el consumo de otros productos. Por tanto, la demanda (la suma de consumo, inversión y gasto público) está bajando, con la excepción del tercer componente. Por el lado de la oferta, la situación no es nada halagüeña. Nos enfrentamos a uno de los peores shocks de oferta que hemos sufrido en muchos años, al combinar los problemas de suministro de materias primas y componentes electrónicos, derivados de la pandemia, con la crisis energética como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. La suma de todo ello lleva a que la economía reduzca su crecimiento y que los precios suban. Si en 2007 se hablaba de la crisis como una tormenta perfecta, lo que tenemos ahora sobre nuestras cabezas es una gota fría o una DANA

Imagen 1. Fuente: AMECO, Comisión Europea (2022)

Estrictamente hablando, en realidad aún no hemos salido de la recesión causada por la covid-19 y eso es una buena parte del problema. En 2019 el PIB español estaba a punto de recuperarse de la crisis que se iniciara en 2007.  Puede verse en la Imagen 1 (arriba) que el crecimiento fue negativo entre 2009 y 2013, con la excepción de un tímido 0.13% en 2010. Desde 2014 se recupera el crecimiento pero cuesta mucho (demasiado) recuperar el nivel inicial del PIB. Con la pandemia, en 2020 la caída del PIB respecto a 2019 fue de alrededor de un 11%. En 2021, partiendo de niveles muy bajos de PIB (se retrocedió, en términos reales, a 2014), el PIB creció un 5.5%. ¿Cuál es la previsión actual? Respecto al año que termina, según la Comisión Europea, creceríamos un 4.5%, mientras que en 2023 sólo lo haríamos en  un 1%. Si se cumplieran estas previsiones, a finales de 2023 recuperaríamos, finalmente, el nivel de 2019. Comparados con nuestros socios en la UE (Imagen 2, abajo), sólo España no habría recuperado el PIB anterior a la pandemia tras dos años.

Imagen 2. Fuente: Comisión Europea (2022)

Nuevamente, lo que ocurra en 2023 está sujeto a la evolución de la guerra en Ucrania, de la misma manera que la pandemia condicionó la economía mundial durante dos años. Pero, a menos que las circunstancias cambiaran rápidamente, la carestía de la energía en toda Europa hace difícil reducir la inflación y aumentar el crecimiento. El FMI ha publicado recientemente las expectativas de los productores (Cuadro 1, abajo), en gran medida basadas en sus perspectivas de ventas. Las perspectivas optimistas se marcan en azul, más oscuro a mayor intensidad, mientras que para las negativas usan diversos tonos de rojo. A España le están subiendo los colores en los últimos dos meses: los empresarios acumulan stocks por falta de ventas. Sólo en Italia y Alemania la situación es más pesimista que la nuestra.

Cuadro 1. Fuente: FMI (2022)

¿Es esto una recesión? En realidad, no habíamos tenido tiempo de salir de ella. No es una recesión en sentido estricto, pues para ello es necesario que el crecimiento sea negativo durante dos trimestres. Sin embargo, ni el elevado déficit público en España ni ser los mayores receptores de fondos europeos están logrando que la economía española se recupere lo suficiente. Necesitaríamos crecimiento sostenido del 4-5% anual para recuperar el terreno perdido y para poder ir reduciendo paulatinamente la deuda pública acumulada. Y seguimos sin hacer verderas reformas estructurales, condición necesaria para que el Plan de Recuperación sea efectivo. 

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