ALICANTE. Hoy en día, gracias a la I+D agraria y a la globalización del campo, nos hemos acostumbrado a encontrar la mayor parte de los productos en los lineales y neveras del supermercado durante todo el año. Pero si ha vivido usted lo suficiente, o tiene la suerte de contar con una abuela cerca, pregúntele acerca del concepto de 'temporada' y por qué hasta hace unos años no comíamos naranjas en verano o melones en invierno.
Algo parecido sucede con la uva de mesa. Aunque el gran abanico de variedades disponibles y la importación desde otras latitudes en determinados momentos del año ha logrado alargar el calendario de esta fruta tan dulce, lo cierto es que resulta complicado comer uva española fuera de temporada. Y eso es algo que se ha propuesto remediar la empresa alicantina Ignacio Prieto SL, proveedor de uva de mesa de Mercadona desde 1997 y que, gracias a la investigación, ha conseguido estirar hasta bien entrado noviembre, buscando poder llegar incluso a hacer uva en diciembre, un calendario que históricamente iba de agosto a octubre.
Esta empresa familiar de Aspe (que tiene terrenos propios y alquilados en otras poblaciones del Vinalopó y del norte de Murcia), al frente de la cual se encuentra Antonio Prieto, de la segunda generación, destaca por su constante innovación para responder cada vez mejor a las demandas de los consumidores. "No producimos uva para venderla, sino para que la gente se la coma, que es diferente", resume su propietario.
La firma, que creó su padre en los sesenta, comenzó a servir su producción a Mercadona en 1997 y, un cuarto de siglo después, la cadena de supermercados valenciana es su principal cliente (alrededor del 90% de su producción), aunque también vende a mercados mayoristas en España y fuera. Con el tiempo, Ignacio Prieto se especializó en la uva sin semillas para responder a la nueva tendencia que se asentaba entre los consumidores, y en la actualidad trabaja para responder a la demanda de contar con uva de mesa durante más tiempo.
¿Qué pasa cuando no hay uva española? "La importamos de Brasil o Chile", países que al estar en el Hemisferio Sur tienen las estaciones invertidas. Pero la voluntad es que haya uva española cuanto más tiempo, mejor, porque el producto de cercanía es otra de las tendencias que gana peso entre los 'jefes'. Ahora mismo, Ignacio Prieto suministra a Mercadona uva 'made in Alicante' de agosto a diciembre, y trabaja para ampliar aún más ese calendario de cinco meses. La uva sin semilla, de hecho, se ha convertido en un producto habitual de la cesta de la compra todo el año, algo que antes no sucedía, y en cinco años el consumo se ha duplicado.
Para ello, la empresa va probando distintas variedades, algunas nuevas, obtenidas a partir de cruces naturales (nada de manipulación genética) por empresas especializadas. "Son variedades que provienen de programas propietarios, están registradas". Prieto 'juega' combinando las variedades y las zonas de cultivo para alargar lo más posible la temporada sin introducir demasiados cambios. "Tenemos solo tres variedades, antes usábamos cuatro pero una no nos aportaba demasiado, y preferimos cambiarle el sabor las menos veces posible al consumidor".
Ignacio Prieto SL tiene en producción 200 hectáreas (teniendo en cuenta que siempre hay algún terreno en barbecho) y recolecta unas 4.500 toneladas anuales, el 90% de las cuales compra Mercadona. Estas uvas nacidas entre Aspe y Monforte del Cid llegan a cinco de los siete bloques logísticos que la cadena tiene repartidos por España (incluido, obviamente, el de San Isidro, que sirve a Alicante, Murcia y parte de Albacete), y en el 'pico' de la campaña de recolección la empresa llega a emplear a cerca de 300 personas.
Entre el corte del racimo y el lineal donde lo compra el consumidor pasan como máximo dos días. Uno y medio en las tiendas que abastece San Isidro. La uva recogida en el campo se lleva a la planta principal de Ignacio Prieto SL, en Aspe, donde la maquinaria más avanzada y decenas de operarias que trabajan con las máximas exigencias de calidad se encargan de revisar los racimos, envasarlos, etiquetarlos y paletizarlos para su recogida.
El trabajo de Prieto, no obstante, se enfrenta a las "complicaciones" que llegan con cada nueva normativa europea. "Nos está complicando la vida con los fitosanitarios, eliminando materias activas, lo que nos impide atajar ciertas plagas". Es más, plagas que ya se habían erradicado han vuelto a aparecer al prohibir el producto que las mantenía a raya. Hasta el punto de que la normativa indica a los productores que cuenten con un porcentaje de pérdida sobre lo plantado.