El padre, Jack, fue uno de los dibujantes más populares de los años 50 de EC Comics. Sus obras marcaron una época porque dio con el modelo de portada en el que una bella mujer estaba en un peligro. Con ese reclamo logró vender miles de cómics. También destacó dibujando ciencia ficción, diseñando inventos imposibles. Hasta el punto de que un hijo le salió inventor, fue el que patentó el seagway que llevan los turistas en nuestras ciudades, ahora planea una fábrica de órganos y ha inventado el brazo biónico "Luke" en honor al héroe de Star Wars.
VALÈNCIA. Lo contaba Emilio Bernárdez, editor de La Cúpula y de la revista El Víbora, que cuando en la portada no salía el dibujo de una chica semidesnuda, había un bajón de ventas. Lo confirmó Hernán Migoya, que la dirigió en su segunda época dorada, en los 90, era "absurdísimo" y "ridículo", pero "así era". El público del cómic underground no daba para cubrir las ventas y el suplemento llegaba por esas portadas que atraían a un lector llamémosle circunstancial que cogía la revista en el kiosco atraído solamente por la portada erótica. Podríamos hablar largo y tendido de la crisis en el mundo de la viñeta, pero estas circunstancias eran más viejas que la tos. En Estados Unidos, en los 50, una época de ventas masivas de tebeos, también ocurría lo mismo. Y el gran dibujante de portadas con mujeres fue Jack Kamen.
Natural de Brooklyn, de origen judío, se pagó los estudios artísticos con empleos como decoración de platós para fotografías de moda y publicidad, entre otros. Pronto entró a trabajar en revistas pulp y en 1942 se fue al ejército durante la Segunda Guerra Mundial, pero antes de entrar en combate, dibujó manuales e ilustraciones para entrenamientos, y luego fue destinado a Nueva Guinea y Filipinas.
Cuando regresó, su especialidad fue dibujar mujeres, pin-ups, pero sobre todo chicas en peligro. Mujeres hermosas en situaciones al límite, lo que accionaba un mecanismo en el lector que le hacía comprar la revista a ciegas. Así este dibujante se convirtió en uno de los activos más importantes de su empresa. Además, las historias de terror y ciencia ficción que dibujó luego para EC solían tener amoríos, infidelidades o batalla de los sexos. No en vano, se introdujo en el mundo del cómic como ilustrador de tebeos románticos.
Fantagraphics en sus colecciones que rescatan el cómic popular americano de mediados de siglo tiene varios volúmenes dedicados a este autor. En Daddy Lost his head and other stories o en The Martian Monster and other stories se recopilan muchas de las que hizo de este tipo y otra de sus especialidades, los relatos de terror con niños involucrados. En la introducción del primero dice que, según Al Feldstein, su editor, lo que ha hecho que el estilo haya cobrado tanto valor con los años es su línea "hábil, moderna y actualizada". Un dibujo considerado como prototípico de los 50 que es especialmente codiciado por todas las generaciones que acaban cayendo en su interés por el pop retro. Por su parte, Ed Gaines, director de EC Comics, recordaba en 1983 que sus historietas eran perfectas porque eran "ligeras", tenían un "tono humorístico", "mujeres bonitas" y siempre "algo de sexo" y de "doble sentido".
Una de sus facetas más curiosas fue que en sus historietas de ciencia ficción creó múltiples artilugios del futuro, como transmisores de materia, robots o máquinas del tiempo y le acabó saliendo un hijo inventor. Dean Kamen tiene cientos de patentes, entre ellas la del seagway que vemos constantemente en las calles de nuestras ciudades. Su propio padre era el que le hacía los diseños y dibujos de sus ideas que luego acabaron convirtiéndose en realidad.
Una de las últimas noticias de Dean fue que quería construir una fábrica de órganos. Multimillonario por sus inventos destinados a facilitar la movilidad de las personas, Dean también es un conocido transhumanista, una corriente que cree que la inmortalidad puede alcanzarse a través de la ciencia y entiende que todos los esfuerzos de la humanidad deberían ir destinados a lograrlo cuanto antes.
Muchas de las historietas del padre iban sobre inventores. Destaca Experiment... in death en la que un par de científicos ensayan con un perro inyectarle una burbuja de aire para pararle el corazón y luego revivirlo, pero luego su cerebro sufría daños graves y no volvía a ser él mismo. En The Micro-Race un científico creaba una vida que lograba evolucionar en una especie de pecera hasta convertirse en una civilización amenazante. Pero si una parece que pudo ser inspiradora para su hijo es Second Childhood, en la que otro científico daba con la hormona para rejuvenecer. Uno de sus objetivos, casualmente, era casarse con su ayudante, mucho más joven que él. El desenlace era que se pasaba de frenada y su amada acababa dándole el biberón en la cuna, ideas que contrastan con los intereses transhumanistas de su hijo.
Porque ahora su propia biografía parece una historieta de su padre. Durante las guerras de Irak y Afganistán, Estados Unidos se llenó de soldados que volvían mutilados. El coronel Geoffrey Ling de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, DARPA, le encargó que diseñara una prótesis. Había muchos soldados que habían perdido los dos brazos. Kamen se pasó la noche sin dormir pensando cómo se podía vivir sin extremidades superiores y, finalmente, asumió el desafío.
Su creación fue Luke, una prótesis cuyo nombre rinde homenaje al protagonista de La guerra de las galaxias, que perdió una mano. Se trata de un dispositivo biónico que puede manejarse con una interface neuronal u otros sistemas menos sofisticados, como un joystick en el pie. Según Kamen, los que lleven su brazo "no podrán ser lanzadores de beisbol, ni tocar el violín, pero sí abrir una puerta o abrazar a sus hijos". En la actualidad, al lado de su oficina, Dean tiene ampliaciones de páginas de su padre dibujadas para Weird Fantasy en 1951. Concretamente, una historieta sobre duplicar personas, lo que ahora se llaman clones. Hay pósters de Stephen King y una reproducción de un Terminator T-800 de tamaño natural con el brazo biónico que ha desarrollado su empresa. Hay muchos científicos y técnicos que rechazan la ciencia ficción y fantasía como algo propio de gente inmadura, especialmente muchos de los desarrolladores de Inteligencia Artificial, pero también hay ejemplos como la saga de los Kamen, porque antes de que la tecnología llegue a algún lugar, antes tiene que haber estado en él la imaginación.