VALÈNCIA. El pasado mes de mayo, el grupo parlamentario Unides Podem anunció que sus integrantes renunciarían a una serie de "privilegios" para contener el gasto. Entre ellos se encontraban los coches oficiales de su miembro en la Mesa de Les Corts, Cristina Cabedo, y su portavoz parlamentario, en aquel momento Rubén Martínez Dalmau, ahora vicepresidente segundo del Consell.
"Donde dije digo, digo diego". Apenas un mes después de tomar posesión del cargo, los dos consellers de Unides Podem -Dalmau y Rosa Pérez- en el Gobierno del Botánico II ya disfrutaban de coche oficial. Un servicio que la Generalitat pone a disposición de los gestores para poder llevar a cabo los desplazamientos propios de la representación que conlleva el cargo. La decisión no sólo supuso una incoherencia discursiva, sino que también está teniendo otras consecuencias colaterales: la peatonal plaza del Carme, donde está ubicada la Conselleria de Vivienda, se convierte cada día en un parking improvisado.
Una circunstancia que ya ha empezado a levantar ampollas entre los vecinos. La asociación de vecinos y comerciantes Amics del Carme publicó el pasado 16 de noviembre un comunicado en el que se quejaban de que dicho enclave ha pasado de ser "una plaza de encuentro para niños y padres" a un "aparcamiento de vehículos de protocolo desde que la Vicepresidencia segunda se ha aposentado" en el Palau de Pineda, sede del departamento que se encuentra ubicado en la citada plaza.
Huelga apuntar en este punto que Dalmau dispone de un solo coche oficial, según confirman fuentes de su departamento, pero en Pineda se ubica la oficina del expresidente Alberto Fabra, que también cuenta con vehículo oficial. A estos, además, se suma la flota de coches de la Generalitat que acuden a la sede de la Conselleria de Vivienda cada vez que se reúne la Comisión delegada de Transición Ecológica que preside Dalmau en la que participan la consellera de Emergencia Climática, Mireia Mollà, el conseller de Movilidad, Arcadi España, y el conseller de Hacienda, Vicent Soler. Toda una paradoja, vaya.