VALÈNCIA. Leo varias definiciones de violencia. En general coinciden en que se trata del uso de la fuerza para conseguir un fin, y que esta fuerza puede provocar daños de diversa índole. Pocas dudas me quedan de que el mercado es, sin duda, un lugar muy violento. Trato de explicarlo.
Todos y cada uno de los participantes del mercado persiguen el mismo fin: ganar dinero. Y algo es absolutamente cierto: no todos lo van a ganar. Pero no siempre es una cuestión de competencia por las mismas oportunidades, más bien es una cuestión de 'in-competencia' por distintos motivos:
Estos tres errores tienen enormes ángulos muertos. El resultado es que cuando el mercado hace lo que no queremos, no estamos preparados. Y llegan el pánico y la violencia: Estamos en un teatro abarrotado, alguien grita 'fuego' y todo el mundo trata de salir por la única puerta… pero además ha de convencer a otro para que entre en su lugar. Mala idea.
Si sólo fuera eso. El problema de verdad es que muchos inversores, perfectos conocedores de que zapatero a tus zapatos, creen que sus problemas se resuelven contratando a un profesional. Buscamos asesoramiento para salvarnos de nosotros mismos, pero corremos el enorme riesgo de que quien nos asesora cometa esos mismos errores, con el agravante de que su salario no depende de los resultados del cliente (sino del volumen de su cartera). Pero esto tiene solución.
A ojos del cliente español, el banco es la primera opción para buscar un asesor. No se plantea de qué lado está, ni de dónde viene su nómina. Entrega sus ahorros sin violencia, ante un rival más fuerte. A ojos del cliente americano o europeo (Inglaterra, Francia, Alemania, Suiza y hasta Italia), esto ni se les pasa por la cabeza. El banco es sólo una infraestructura para pasar órdenes, pero tienen claro que su asesor de inversiones ha de venir de su mano y trabajar para sus intereses. El asesor es su guardaespaldas.
España es un país con menos de 4 asesores por millón de habitantes, frente a una ciudad como Londres con más de 16.000. El cliente está en manos de los bancos, que fabrican y venden sus productos en régimen de oligopolio, sin saber que las tornas cambiarían con un asesor trabajando para él. ¿El resultado de este desequilibrio de fuerzas? El 40% de los ahorros de este país siguen en depósitos, a una rentabilidad media del 0,04% (antes de gastos). Quizá es momento de cambiar.
Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office
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