La muestra recoge obras de hace más de 35 años e inéditas para crear un recorrido circular
VALÈNCIA. El cuarto piso de la Fundación Bancaja se ha convertido en un espacio misterioso. Lo ha convertido así el aura que desprende la obra de Sebastián Nicolau. El artista valenciano presentó ayer Land, una muestra que recoge su trabajo de los últimos dos años y en el que profundiza, casi de una manera metaartística sobre los procesos creativos y su propia obra sirve como materia prima.
Land es un territorio que no es físico, sino que se encuentra entre la realidad y la ficción, o mejor, que es la realidad que configura una mirada particular: la de Sebastián Nicolau por una parte, la del espectador de su obra por otra, sea cual sea su interpretación. La obra del valenciano habla de texturas, sensaciones, y abre la puerta a su cultivadísimo mundo interior. Lo hace, además, desde diferentes disciplinas, desde la escultura hasta el arte digital, pasando por la pintura, el dibujo o la fotografía.
La obras de Land recogen sobre todo obras inéditas, pero también ha tomado prestadas algunas obras que ha realizado anteriormente, incluso ha pedido prestada una pieza para "hacerla crecer" a un coleccionista: "entiendo mis obras como algo abierto, que pueden crecer o decrecer con el paso del tiempo. A estas obras les he añadido unas maderas, que no actúan como un marco al uso, sino como una cota a la propia pieza en crecimiento. Como curiosidad, a las obras antiguas les ha rebajado la luminosidad levemente para que las nuevas destaquen sobre ellas.
Trucos técnicos aparte, la conversación entre las obras de diferentes etapas de la carrera de Nicolau es el eje más potente de la muestra. La figuración y la abstracción, las diferentes técnicas, proyectos, texturas… Un viaje de ida y vuelta que se repite, pero que nunca es igual si el destino es ese lugar extraño, es Land. Hace años dibujó el detalle de unas manos entrecruzadas, vestidas por una especie de camisa con un estampado llamativo. Años después, una obra se extiende por su izquierda. Es una plancha de aluminio, al que el artista le ha pintado un patrón similar al de la camisa de su obra anterior.
De esta manera, un hilo invisible (o visible, en realidad) une realidades artísticas muy diferentes con la excusa de hacerlo sobre un mismo territorio, que es autorreferencial. "Cuestiona la idea de la pintura, de la visión, los límites por los que ha transcurrido la visión secular de la belleza. Su obra se desplaza en territorios muy diversos, a un espacio ardiente, con calma tensa", ha expresado el comisario de la obra, Alfonso de la Torre.
Dice el propio Sebastián Nicolau que su obra es casi figurativa, a pesar de la abstracción, ya que siempre se puede ver y entender qué es lo que se está observando. “No es una abstracción pintada, sino materiales y técnicas reconocibles, que forman un todo con un nuevo significado”, comenta el artista.
Tomemos, por ejemplo, una escena casi alegórica del bosque. Se reconocen algunos árboles a contraluz, y la densidad que forma la vegetación. A su izquierda, dos placas de aluminio dobladas en diferentes ocasiones simulan ese mismo paisaje, aunque solo puesto en conversación con la obra citada.
Esa es otra de las claves que destaca el artista sobre la muestra: “he intentado que el montaje no sea lineal, sino circular. Y que cada obra te lleve a la siguiente, o a la anterior. Que sea un diálogo entre todas ellas, y no un recorrido cerrado, que tenga un principio y un final.