MURCIA. Muchos de los que lean estas letras habrán oído esa expresión de que “una mentira mil veces repetida, se convierte en una gran verdad". Lo que quizá no sabemos es que el primero en pronunciarla fue Joseph Goebbels, que, para quienes no hayan tenido la suerte de recibir una formación histórica suficiente, fue el ministro del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). Para los que aún saben menos historia, el Partido fundado entre otros por Hitler y que llevó a Europa a la II Guerra Mundial.
En una sociedad como la actual, que está perdiendo a pasos agigantados el valor de la verdad parece trasnochado decir que no se está de acuerdo con esas palabras de Goebbels, pero desde luego yo no lo estoy.
"en 85 millones, el turismo de borrachera o que altera la convivencia es, incluso numéricamente, marginal"
En nuestra cultura tenemos muchos dichos y fábulas que -fruto de la sabiduría de siglos- manifiestan precisamente lo contrario: desde el que dice que "aunque la mona se vista de seda, mona se queda", pasando por la fábula de Hans Christian Andersen El rey desnudo, hasta la expresiva afirmación -permítanme traerla a pesar de su vulgaridad- de que "por más vueltas que le das, el culo siempre está detrás".
Pero, aunque no esté de acuerdo con Goebbles, esas palabras son una realidad en una sociedad como la nuestra, donde está calando profundamente la falta de reflexión que nos hace comulgar con ruedas de molino, o lo que es lo mismo: sucumbir fácilmente al engaño.
Gran parte del mudo de la propaganda y de la comunicación se basa precisamente en eso. Quizá no en un engaño directo, pero sí a través del lanzamiento de una serie de mensajes -a ser posible cortos y continuos- que nos impidan la reflexión y el pensamiento crítico.
¡Goebbles lo consiguió!: convencer a millones de personas de la supuesta bondad de una ideología y un sistema cuyas consecuencias hemos conocido después. Y en los años 30 del pasado siglo lo hizo ¡sin redes sociales…!
Porque las redes sociales son lo opuesto a la reflexión. Y resulta curioso -y pienso que muy peligroso- observar cómo la comunicación política cada vez más se basa en 'eslóganes' lanzados a través de estas redes y repetidos después en y por los medios de comunicación, que dificultan tremendamente la reflexión y estigmatizan a cualquier discrepante.
¿O no pasa automáticamente a ser un "facha" aquel que…? Y aquí podríamos escribir una interminable lista de características del "facha", pero que se resumen en una: no comulgar con las ruedas de molino -por lo demás cambiantes de la noche a la mañana- que vomitan las redes sociales, bien dirigidas por partidos políticos y medios de comunicación. Basta pensar en cómo hemos tragado con leyes que objetivamente están dañando aspectos esenciales de la sociedad democrática como la ley del 'solo sí es sí', pasando por los famosos indultos si – indultos no, la que "nunca se aprobaría" ley de amnistía, o que el cupo catalán no va a afectar a la igualdad entre los españoles y es "reconciliador"…
Siento haberme alargado con esta introducción, pero me parecía necesaria para poner en contexto el "curioso bombardeo" (la estigmatización) de los últimos tiempos en muchos medios de comunicación contra el turismo, y en especial contra un sector que surgió hace pocos años al amparo de la sociedad de la información: me refiero a las viviendas turísticas.
Conozco en profundidad las peculiaridades y los problemas de este tipo de alquileres, a los que me dedico profesionalmente desde hace casi dos lustros y, desde mi experiencia, puedo afirmar que el turismo español no es el que nos enseñan los medios de comunicación para justificar que son los turistas extranjeros quienes alteran la tranquilidad de nuestras ciudades y nuestras costas, y quienes generan problemas en los barrios y comunidades de vecinos.
¿A qué se puede deber entonces toda esta campaña contra el turismo (y contra las viviendas turísticas), un sector que en 2023 representó nada menos un 12,8% del PIB español?
En 2023 España recibió la friolera de más de 85 millones de turistas extranjeros. Y este año, de acuerdo con el ritmo que llevamos, todas las previsiones hablan de alcanzar los 90 millones de turistas.
Como decía antes, desde ciertos medios de comunicación 'dirigidos' con las correspondientes subvenciones públicas han conseguido que asociemos turismo extranjero con turismo de borrachera (Magaluf, Salou, Lloret de Mar, etc.). Y, como ocurre casi siempre, se incide sólo en la 'noticia' llamativa, pero también excepcional y 'marginal' en el más amplio sentido de esta palabra.
Porque en 85 millones, el turismo de borrachera o que altera la convivencia es, incluso numéricamente, marginal. Y además, muy fácil de acabar con él si hubiese un mínimo de interés. No debemos caer en ese engaño (orquestado, insisto) que nos haría perder la visión de conjunto.
Desde hace tiempo algunas ciudades vienen prohibiendo el alquiler turístico en sus términos municipales y parece que en los últimos meses el modelo 'prohibición' se extiende a más ciudades e incluso municipios que viven casi exclusivamente de ese sector.
"deberíamos reflexionar sobre las consecuencias de la 'diarrea' legislativa y reglamentaria de los últimos años"
Cuando en una sociedad la prohibición empieza a ser dominante, y la única idea, esa sociedad está empezando a dejar de ser democrática. Y quizá deberíamos reflexionar un poco sobre las consecuencias de la 'diarrea' legislativa y reglamentaria de los últimos años (también desde la UE), que está limitando algunas de las libertades fundamentales recogidas en nuestra constitución e incluso en los tratados constitutivos de la propia UE.
No quiero alargarme más y voy a indicar sólo dos aspectos que pienso están en la base de toda esa campaña orquestada:
A) El problema de la vivienda: es un problema real y muy importante. Y como tal, pienso que habría que enfrentarlo desde la economía (desde la profesionalidad) y no desde la batalla política cortoplacista. Hay escasez de vivienda tanto en el mercado de alquiler como en el de compra.
B) El lobby hotelero: desde hace años las grandes cadenas hoteleras han dedicado mucho esfuerzo y dinero a campañas contra las viviendas turísticas, viendo en ellas una competencia directa. No comparto esa idea porque considero que el turismo que se aloja en un hotel y el que lo hace en un apartamento turístico son dos estilos de turismo distintos. Pero -insisto- desde mi conocimiento del sector conozco esa tendencia generalizada del lobby hotelero. Excepto alguna cadena que con una visión más amplia lo que ha hecho es junto al modelo hotelero, ofrecer también el modelo de viviendas, e intentar captar ambos mercados. En muchas ocasiones una familia no puede alojarse en un hotel sencillamente porque no se lo pueden permitir.
No quiero terminar sin expresar un último pensamiento. En mi opinión, el verdadero problema de las personas, las instituciones o los gobiernos que no respetan la libertad es simplemente que le tienen miedo. Porque desde luego, la libertad es arriesgada.
Y además -como a muchos nos enseñaron desde pequeños- es una moneda de dos caras: igual que no hay cara sin cruz, no hay verdadera libertad sin responsabilidad.
Javier Giner Almendral es economista