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patrimonio en peligro

Un fresco de 1470 agoniza ante la indiferencia de la catedral de Valencia

La asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio denuncia el "alarmante" deterioro de la obra de Nicolás Florentino y apuntan a un foco como la posible causa

8/03/2016 - 

VALENCIA. Diez años para poner en peligro una obra de arte de más de cinco siglos de vida. La Adoración de los Reyes que cuelga de los muros de la catedral de Valencia, una pieza de Nicolás Florentino que data de 1470, agoniza a causa de la “la inadecuada y dañina iluminación que enfoca directamente a la obra”, denuncian desde la asociación Círculo por Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural, quienes han realizado un seguimiento fotográfico del mural en el que se pueden apreciar los numerosos desperfectos surgidos en la última década.

La imagen más reciente fue tomada hace menos de una semana, durante una visita en la que pudieron comprobar el “alarmante y preocupante” deterioro que el fresco ha sufrido en los últimos años, explica César Guardeño, presidente de la asociación cultural. A simple vista se pueden apreciar deformaciones en el fresco y una evidente perdida de color, especialmente en la parte iluminada. La entidad dará cuenta del hecho a la Conselleria de Cultura, a la que exigen que demande una “actuación urgente” al Arzobispado de Valencia.

“Llama la atención que no se haya fijado nadie cuando es evidente”, indica Esteban Longares, uno de los miembros de Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural. Otra de las asociadas, Talía Martínez, historiadora del arte y restauradora, alerta de que la decoloración de los pigmentos, debida a una alteración química, “es irreversible y puede afectar también a sus propiedades físicas. Es por ello que se debería poner la atención con urgencia en la conservación preventiva”.

Además del control de la iluminación, la humedad y la temperatura, demandan un seguimiento del estado para evitar que la degradación llegue a un punto de no retorno. La historia del fresco, protegido en tanto que parte de la catedral -Bien de Interés Cultural-, es un tanto curiosa. Pintado por el italiano Niccolò Delli, conocido en España como Nicolás Florentino y autor de El juicio final que se sitúa en el cascarón del ábside de la catedral vieja de Salamanca, nunca pudo acabar el encargo que se le hizo desde Valencia.

El incendio de la 'palometa'

Residente en Castilla, fue en 1469 cuando el arzobispado envío a un procurador para ofrecer al pintor italiano que se encargara de la rehabilitación de los frescos del altar mayor de la catedral. Un incendio en mayo de 1469 prendió las pinturas, chispas que salieron de la tradicional ‘palometa’, una celebración que consistía en la bajada del animal de cartón piedra desde el cimborrio, que representaba el Espíritu Santo, y adornado con bengalas. Aunque su tarea principal era la restauración de las pinturas del altar mayor, pronto le surgió otro encargo a Florentino.

A la esta se unió la creación de la Adoración de los Reyes, pieza que no pudo acabar tras caer enfermo, por lo que hoy se puede ver la parte baja de la pintura en blanco. Tras numerosas recaídas, terminó falleciendo en noviembre de 1470, dejando incompleta la obra y sin haber podido llevar a cabo la intervención sobre el altar mayor de la catedral de Valencia. Finalmente, Don Rodrigo de Borja, futuro Papa Alejandro VI, encargó la tarea a los artistas renacentistas Francesco Pagano y Paolo de San Leocadio, que vinieron a Valencia en 1472.

Foto: Europa Press.

Pinturas escondidas durante siglos

Mientras que el cuadro inacabado de Florentino lleva cinco siglos en la catedral, la obra para la que originalmente fue contratado acabó escondida durante años. Durante el siglo XVII, el arzobispo Luís Alonso de los Cameros encargó al arquitecto Juan Pérez Castiel la colocación de los mármoles y adornos barrocos que acabaron tapando las pinturas, eso sí, a 80 centímetros de distancia, generando un espacio vacío entre la escayola y la obra de los italianos. No fue hasta el año 2004 que las obras de restauración de la catedral desvelaron el secreto que durante siglos había estado guardado tras los paneles colocados por el arzobispado. 

Las pinturas muestran doce grandes ángeles tocando instrumentos musicales de la época a lo largo de una superficie que se extiende de unos 250 metros cuadrados de la bóveda. La cámara de aire que quedó entre ambas mantuvo los frescos intactos durante más de 300 años, hasta 2004, cuando fueron restaurados por el Instituto Valenciano de Restauración y Conservación de Bienes Culturales, trabajo que duró alrededor de dos años. 

No es la primera vez que Valencia tiene que hacer frente a problemas de este tipo. El pasado verano, numerosas piezas del Museo de Bellas Artes San Pío V se vieron afectadas por las altas temperaturas, lo que llevó al centro a tener que reparar el sistema de climatización y establecer unas condiciones ambientales adecuadas, una situación provocó daños en 19 piezas, siete de ellas Sorolla. 

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