VALÈNCIA. Más de un tercio de los alumnos desfavorecidos de la Comunitat (un 32,4%) demostró tener un buen rendimiento académico en la última evaluación de PISA realizada en 2022 a pesar de tener un entorno socioeconómico difícil. O dicho de otro modo: superaron las expectativas previstas y lograron un resultado mejor del que se esperaba de ellos.
Esta es una de las principales conclusiones del estudio Resiliencia e igualdad de oportunidades educativas en el ámbito regional realizado por la Fundación Ramón Areces y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Un monográfico basado en los resultados del estudio PISA, que analizó las competencias del alumnado de 15 años en matemáticas, lectura y ciencias.
De él, se pueden sacar diferentes conclusiones sobre qué cuestiones han podido favorecer la resiliencia educativa, entendida como aquella habilidad de los estudiantes para vencer las dificultades vinculadas a la situación socioeconómica. Entre ellos, ratio de las aulas, apoyo familiar, si el centro es privado o público, si los alumnos han sido víctimas de acoso escolar o si han repetido curso en algún momento.
El estudio constata que hay una menor resiliencia en las regiones con más desigualdad de renta y, sin embargo, demuestra que no se aprecia relación de mayor o menor dificultad para superar expectativas en función del gasto educativo por alumno que destina cada comunidad autónoma.
El porcentaje de resiliencia de los alumnos valencianos desfavorecidos es del 32,4%, una cifra mayor que la media estatal (30,3%) y que supone un incremento en más de cuatro puntos en la última década, lo que sitúa a la Comunitat en la tercera autonomía donde se ha producido un mayor crecimiento. En comparación con el resto de territorios, eso sí, la valenciana es la décima región en el ranking nacional, por detrás de Castilla y León, Cantabria, La Rioja, Galicia, Aragón, Murcia, Navarra, Asturias y Madrid. El resto de comunidades se encuentran por debajo de la valenciana.
En cuanto al sexo, el estudio demuestra que el porcentaje de resiliencia de los chicos es mayor que el de las chicas en matemáticas (35,3% frente a 28,4%) y en ciencias (30,5% frente a 26,6%), mientras que ocurre lo contrario en la comprensión lectora, con un 35% de alumnas resilientes frente a un 26,1% de alumnos.
Por su parte, el patrón territorial no se corresponde con el que suele ser habitual en muchos indicadores de desarrollo económico (renta per cápita o empleo cualificado), mercado de trabajo (tasa de paro o temporalidad) o niveles de formación de la población. Sí influyen, por el contrario, características personales del alumno: si han repetido curso, si cuentan con el apoyo de compañeros, la implicación de la familia en los estudios, o el tamaño de las aulas (la ratio por debajo de los 25 alumnos tiene un índice de mayor resiliencia educativa que si es superior).
La repetición de curso, por ejemplo, es uno de los factores negativos más determinantes. El 44,4% de los desfavorecidos que nunca han repetido mejora las expectativas de resultados, frente al 10,8% de los que sí lo han hecho alguna vez. Por otra parte, los que han cursado uno o más años de educación temprana (no obligatoria, como Infantil de primer y segundo ciclo) presentan unas tasas de resiliencia que duplican las que obtienen los que no.
En caso de tener aspiraciones educativas (llegar a la universidad, por ejemplo), gozar de buena salud o tener un buen comportamiento también va aparejado con los buenos rendimientos académicos. "La curiosidad, la perseverancia, la asertividad, el control emocional y la resistencia al estrés son características del alumnado resiliente", matizan los investigadores.
En cuanto a los centros, el análisis exhibe que en los centros privados hay un mayor grado de resiliencia que en los públicos. Además, el análisis determina que la condición de inmigrante no tiene por qué limitar la resiliencia, pues solo los estudiantes de primera generación que son inmigrantes obtuvieron peores resultados en las tres materias que los nativos (22,8% frente a 33,2%, en matemáticas, por ejemplo). En cambio, no afecta los de segunda generación, pues ya superan a los nativos con una diferencia de tres puntos (36,7% y 33,2%). .