CASTELLÓ. El sector textil tiene un profundo arraigo en la comarca de Els Ports, territorio de reconocidos faixeros, como Eustaquio Ferrer, de Portell, que recorría las zonas de Aragón, Cataluña y la Comunitat Valenciana en bicicleta para vender las fajas que se tejían en la comarca. Una profesión que se fue apagando en los años 60, pero que provocó el nacimiento de diversos talleres de confección como el que creó Eustaquio junto con su mujer Paquita y que elaboraba prendas de punto y trapos de limpieza.
De las dos líneas de trabajo, uno de sus hijos, Francisco Ferrer recogió el testigo de la confección de prendas de punto. Así, en 1992 creó la empresa Ferpapunt, que recogía la herencia de la tradición textil de la comarca, y puso en marcha una pequeña fábrica en el municipio de Els Ports y creó la marca Las Cabrillas, ropa de punto de hombre y mujer senior. Todo con una filosofía clara: “fabricar un producto hecho aquí con alta calidad y con la materia prima también de proximidad y también emplear a vecinas y vecinos de la zona con el objetivo de hacer comarca y provincia”, explica Jaume Ferrer, responsable del departamento de Responsabilidad Social Corporativa.
Los clientes de la firma textil, desde un principio, son las tiendas de ropa y de moda multimarca y las boutiques que van surgiendo en los barrios y zonas residenciales. La marca Las Cabrillas se expone en tiendas de toda España y se consolida como referencia. Ferpapunt forma parte de un sector industrial potente que ve como a principios de los años 2000 muchas firmas, muchas multinacionales, deciden trasladar su producción a países como China, Bangladesh, Marruecos, Turquía o Portugal para abaratar costes y vender a un precio más competitivo. Un hecho que “poco a poco supone la merma y la desaparición de muchas empresas tradicionales debido a la competencia de las grandes firmas, lo que trae consigo también el cierre de numerosas tiendas multimarca”, explica Jaume Ferrer, y que se ve agravado por la crisis del 2008 que llevó a muchas empresas a desparecer.
A pesar del contexto, Ferpapunt mantiene su crecimiento y también su filosofía de fabricar en España, ropa de calidad. Así, en 2010, por motivos logísticos y perspectivas de expansión, las instalaciones se trasladan a Vall d'Alba, aunque se mantiene un almacén y un pequeño taller en Portell, donde trabajan 10 personas. “Ferpapunt sigue siendo una empresa familiar y mi padre no quería que el traslado supusiese una pérdida de empleo para la comarca, así que las personas que decidieron quedarse en Portell, sobre todo gente del pueblo, de Cinctorres o de Vilafranca, siguen trabajando allí. Como dice él, nosotros estamos aquí, por la gente de la comarca que siempre nos ha ayudado, y es una manera de agradecérselo”.
El declive del sector textil, tanto en España como a nivel de la Comunitat, ha llevado a que Ferpapunt sea la única empresa de confección de punto que aún existe en la provincia de Castellón, después de que muchas, como Dusen, hayan desaparecido. Lejos de cejar en el intento, Francisco Ferrer lo tenía muy claro: “Hay que remar todos en la misma dirección para no perder una de las tradiciones que tenía más fuerza tanto en nuestras comarcas como en España”. Así, tras el cierre de varias empresas, el gerente de Ferpapunt quería que marcas como Oncala o Montpunt, vinculadas a firmas de La Rioja y País Vasco, no desapareciesen, así que las recuperó para fabricarlas en Vall d'Alba.
Así, a partir del año 2010 con la creación de la marca Texunicol (ropa para colegios y para empresas) y la posterior absorción de marcas como Babydif (ropa para niños y niñas), Oncala (moda), Montpunt (moda) o la consolidación de Las Cabrillas, es cuando empieza el mayor desarrollo de la compañía que en la actualidad ya cuenta con 50 empleados, la gran mayoría de municipios cercanos. La creación de las nuevas marcas para nuevos segmentos supone la diversificación de la producción con un objetivo, que es la fabricación de prendas de calidad y de diseño propio hecho en España, “lo que le da un valor añadido al producto”, según explica Jaume Ferrer, “el cual se valora más fuera que aquí”, concluye. Según dice el responsable del departamento de RSC, en países europeos como Italia o Francia tienen un mayor aprecio por los productos hechos en su país.
La firma de Vall d'Alba vende a países como Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Portugal, México, Perú, Nicaragua, Guatemala o Australia. Jaume cuenta que “los distribuidores australianos no se creían que se fabricaba aquí género de punto y ahora vienen cada año a ver las colecciones y diseños que ofrecemos y se llevan un barco hacia su país”.