VALÈNCIA (VP). La hernia inguinal es la protrusión o salida al exterior del contenido de una cavidad, generalmente a través de un orificio natural o de una zona de debilidad de la pared que lo contiene. Lo más habitual es que el contenido que sale sean asas de intestino.
Según la Sociedad Hispanoamericana de Hernia, alrededor del 75% de todas las hernias se presentan en la región inguinal.
En Vithas Aguas Vivas, el Dr. David Iborra, con la colaboración del Dr. Javier Lorenzo, ha comenzado a aunar las técnicas mínimamente invasivas más avanzadas con los materiales de vanguardia indicados para la intervención de hernias inguinales. Este centro Vithas es pionero en la sanidad privada de la Comunidad Valenciana en la utilización de mallas 3D en este tipo de intervenciones.
El pasado 26 de noviembre cirujanos de la Unidad de Pared Abdominal de Vithas Aguas Vivas utilizaban por primera vez en un centro privado de la Comunidad Valenciana una malla 3D para intervenir por laparoscopia -técnica quirúrgica alternativa a la cirugía abierta y que precisa de mínimas incisiones para actuar- a un paciente de una hernia inguinal bilateral, una de ellas recidivada (es decir, previamente intervenida y que se había reproducido).
Además de estar tejida en tres planos, lo que permite su manipulado en los planos vertical, longitudinal y oblicuo, la malla 3D presenta un diseño anatómico especialmente pensado para su colocación en la zona preperitoneal. "Como novedad", resalta el Dr. Iborra, "incorpora una solapa inferior que se adapta a las estructuras anatómicas que hay debajo; el borde inferior no está sellado, lo que sin duda mejora la adaptación anatómica". En definitiva, por su alto grado de flexibilidad y su capacidad ergonómica mejora el refuerzo a largo plazo de los tejidos blandos, y, en último extremo, "reduce posibles complicaciones y acelera la recuperación".
"Además", observa el Dr. Iborra, "el hecho de que la malla sea tridimensional hace que se adapte perfectamente a la anatomía de la zona intervenida, disminuyendo el tiempo quirúrgico y las fijaciones".
Es importante destacar que la capacidad de la laparoscopia de acceder a la cavidad abdominal con mínimas incisiones reduce notablemente, a su vez, el riesgo de complicaciones como sangrado, infecciones, etc. Además, su carácter mínimamente invasivo permite una recuperación corta y menos dolorosa.
"A la semana el paciente ya puede desempeñar todas sus actividades rutinarias, incluso ejercicio físico. Por eso, este tipo de intervenciones son especialmente interesantes para quienes tienen que reincorporarse rápidamente a su rutina, como trabajadores autónomos o deportistas", asegura el Dr. Iborra. Sin embargo, la curva de aprendizaje obligatoria para adquirir la destreza necesaria para manejar los trócares de laparoscopia explica que, en España, tan sólo el 5% de las hernias inguinales se intervengan mediante esta técnica.
En la mayoría de casos, el paciente que presenta una hernia inguinal nota un bulto. En ocasiones se asocia a dolor leve o malestar, que generalmente se acentúa al realizar esfuerzos.
Las hernias inguinales no tratadas pueden evolucionar hacia estados graves que precisan atención urgente. En este sentido, apunta el Dr. Iborra, "cuando el diagnóstico y la indicación quirúrgica son claros y los síntomas incómodos, cuando no dolorosos, es aconsejable plantearse sin prisa pero sin pausa la cirugía".
En caso de aparición de dolor de gran intensidad hay que descartar la aparición de una complicación: la incarceración herniaria. Esta consiste en la imposibilidad para retornar el contenido de la hernia a cavidad abdominal por compresión a nivel del orificio de salida.
Si, además, se encuentra comprometida la circulación sanguínea del intestino, se trata entonces de una hernia estrangulada y ante tales síntomas es recomendable acudir con rapidez a un centro médico para valorar tratamiento quirúrgico urgente, dado el riesgo de lesión del asa intestinal herniada.
El gran inconveniente de la enfermedad renal crónica es su perfil asintomático en fases iniciales, por lo que 9 de cada 10 personas que pueden padecer ERC no lo saben