El 25 de junio finaliza el plazo para que el Pentágono presente su informe sobre si hay datos que hagan pensar que nos visitan platillos volantes. Aquí va una guía para no perderse
20/06/2021 -
VALÈNCIA. El 25 de junio finaliza el plazo para que el Pentágono haga público su informe sobre la presencia de «Fenómenos Aéreos No Identificados». Independientemente de lo que cada uno piense, no existe ningún debate científico sobre si nos visitan civilizaciones de otras galaxias, como no lo hay sobre el cambio climático, la homeopatía, los fantasmas o las posesiones demoniacas. No existe una sola prueba de que seres de otros planetas hayan recorrido en algún momento medio universo para aparecerse a dos agricultores en medio de la nada, hacer autopsias a una vaca, construir pirámides, piñarse en Roswell… El fenómeno ovni es un mito de la segunda mitad del siglo XX muy interesante, pero poco más. Aquí va una pequeña guía para entender el famoso informe.
1.- Orígenes del informe del Pentágono
El 16 de diciembre de 2017, la misteriodistaLeslie Kean y dos periodistas de verdad (Helene Cooper y Ralph Blumenthal) publican en portada del New York Times un reportaje titulado Auras que brillan y dinero negro: el misterioso programa del Pentágono sobre ovnis. En él, desvelaban que entre 2007 y 2012 (aunque algunas fuentes insisten en que sigue en marcha) el Departamento de Defensa destinó veintidós millones de dólares a un programa para investigar el fenómeno ovni. Además, publicaron tres vídeos del ejército en los que aparecían objetos voladores no identificados.
Como explica el artículo, el senador demócrata Harry Reid, a través del Subcomité de Gasto de Defensa que presidía, subcontrató una investigación sobre las posibles visitas a nuestro planeta de platillos volantes al Bigelow Advanced Aerospace Space Studies. El proyecto se bautizó como Advanced Aerospace Threat Identification Program (AATIP). Casualmente, la empresa beneficiada pertenecía a Robert Bigelow, un multimillonario empresario, amigo personal de Reid y donante de sus campañas (cien mil dólares entre 1998 y 2008). Ambos tienen en común que comparten su creencia en la existencia de los extraterrestres.
2.- ¿Qué pasa el 25 de junio?
El artículo del NY Times reabrió el debate sobre si la Casa Blanca ocultaba información sobre los platillos volantes, y la respuesta era que, evidentemente sí, así que cada vez más voces se sumaron para pedir transparencia. El 28 diciembre de 2020 Donald Trump, en uno de sus últimos actos como presidente, firmó el segundo plan de ayudas para paliar los daños de la covid-19. El texto incluía el Intelligence Authorization Act, que daba un plazo de 180 días a Avril Haines, director de Inteligencia Nacional, para presentar un documento público (aunque pueda incluir un anexo clasificado) con toda la información existente sobre «Fenómenos Aéreos No Identificados» y «vehículos aéreos anómalos» (la redacción evita intencionadamente la expresión ‘Objetos Voladores no Identificados’).
Según un artículo del propio NY Times del pasado 4 de junio, el informe concluye que algunos de los avistamientos investigados podrían corresponderse a aeronaves de potencias extranjeras y reconoce que algunos de los vídeos no los puede explicar. También añade que el trabajo no puede descartar que sean naves extraterrestres, que es como decir que no ha podido descartar que sean ángeles.
3.- ¿Cuál es el objetivo del informe?
Lo que dice el texto es que el comité apoya el esfuerzo de la UAPTF a la hora de investigar y estandarizar el estudio de fenómenos aéreos no identificados «y las conexiones que tienen con gobiernos extranjeros enemigos y la amenaza que suponen para las fuerzas armadas y sus instalaciones». Pero no porque crean que los marcianos puedan estar por ahí mareando, sino para asegurarse de que cuando un militar vea algo extraño en el cielo y crea que es un «objeto aerotrasportado que no haya sido identificado» —otro eufemismo para no decir ovni— lo reporte. Básicamente, se trata de evitar que si alguien ve algo raro en el cielo y piensa que es de origen extraterrestre, se lo calle por temor a no ser tomado en serio.
4. ¿Dónde está la novedad?
En ningún sitio. El tema de los marcianos está zanjado desde hace décadas, pero la exclusiva del NY Times demostró que el gobierno seguía investigando. Pero solo hay que rebuscar un poco en la historia para saber qué va a pasar. En 1969 concluyó el llamado Proyecto Libro Azul que analizó todos los casos ocurridos en EEUU desde 1947. De los más de 12.618 incidentes, unos 701 quedaron sin esclarecer. Aun así, la conclusión es que no existía ningún peligro para la seguridad nacional ni que esos objetos (o que fueran) tuvieran origen extraterrestre.
La sentencia de muerte del Proyecto Libro Azul la firmó el llamado Informe Condon (el presidente del comité encargado de redactarlo fue el físico Edward Condon, de la Universidad de Colorado), que se hizo público en enero de 1969, y que concluyó que el fenómeno ovni carecía de interés. Tanto Science como Nature aplaudieron sus conclusiones. Para el Informe Condon se contó con la ayuda de NICAP y APRO, las dos asociaciones más importantes de ufólogos de EEUU.
5.- ¿Qué consecuencias tendrá el informe?
Probablemente ninguna. Por mucho que se empeñen los ufólogos, las desclasificaciones son algo bastante habitual. En España, por ejemplo, entre 1992 y 1999 el ejército desclasificó 122 casos distintos ocurridos entre 1962 y 1995 (luego apareció alguno más). Según el estudio realizado en 2009 por el ufólogo valenciano Vicente Juan Ballester Olmos (Estado Actual de la Desclasificación de Información Ovni en el Mundo) 26 países habían desclasificado unos 30.000 expedientes en los que no había ni rastro de marcianos. Un caso muy curioso fue el de Rusia: en 1991, un exagente vendió 400 informes robados al Ministerio de Defensa. Eso sí que fue una desclasificación como Dios manda, a pelo, sin nadie diciendo qué se puede enseñar y qué no. Ni que decir tiene que no incluía ni un solo caso que valiera la pena.
La liturgia es siempre la misma: se acusa al Gobierno de ocultar información sobre el tema (a veces con razón), el Gobierno ve que no hay nada que ocultar y desclasifica todo lo que tiene, y como lo que sale a la luz carece de interés se le acusa de seguir ocultando algo y vuelta a empezar.
6.- ¿Quién es Robert Bigelow?
Bigelow es un empresario hotelero de Las Vegas, y un pionero en la inversión privada en la carrera espacial. En 1998 fundó Bigelow Aeroespace para crear estaciones espaciales de bajo coste. En realidad, la firma no empezó a despegar hasta 2013 y, tras no haber logrado más que algún prototipo con escasa viabilidad, cerró el kiosco en 2020 a causa de la pandemia.
Hasta ahí, bien. Pero Bigelow es también un obseso de los fenómenos paranormales. A lo largo de su carrera ha financiado a luminarias de la talla de Bob Lazar (un farsante que dice haber trabajado con tecnología inversa alienígena en el Área 51), el pintor Budd Hopkins o el psicólogo de Harvard John Mack, ambos defensores de la realidad de las abducciones. La lista de chalados con los que ha colaborado o ha financiado incluye a otros personajes como Harold Puthoff (uno de los padres del fiasco del Proyecto Stargate, que tan bien reflejó el escritor Jon Ronson en Los hombres que miraban fijamente a las cabras) o el ufólogo Jacques Vallée, un santo sin peana de la ufología que lleva quejándose de todo desde los años 60 y aún estamos esperando a que aporte una sola prueba sobre la existencia de los platillos volantes.
7.- ¿Y qué es realmente el Advanced Aerospace Threat Identification Program?
En 1995, Bigelow creó el National Institute for Discovery Science (NIDS) como culminación de una vida dedicada al estudio de los fenómenos paranormales. En esa época, el empresario leyó una historia sobre el rancho Skinwalker, en Nevada, en el que se sucedían fenómenos paranormales y decidió comprarlo para seguir investigando. Durante años (si nos creemos su versión, algo poco recomendable) se produjeron avistamientos de monstruos tipo bigfoot, poltergeist, ovnis, mutilaciones de ganado y una especie de puertas interdimensionales de las que salían extrañas criaturas. Pruebas, ninguna; pero libros, documentales, podcasts…, para aburrir.
En 2008, tras vender el rancho, el empresario desmanteló el NIDS y lo sustituyó por el Bigelow Advanced Aerospace Space Studies (BAASS), donde siguió haciendo investigaciones similares y siempre con el mismo rigor: ninguno. Aquí montó una línea telefónica para que los pilotos comerciales pudieran reportar avistamientos ovnis sin temor a las burlas de sus compañeros. Eso fue lo que impulsó al senador Harry Reid a darle la subvención de 22 millones para poner en marcha el Advanced Aerospace Threat Identification Program (AATIP).
Su último juguete es la fundación To The Stars Academy of Arts & Science (TTSA), un spin-off del Bigelow Advanced Aerospace Space Studies, pero en cuyo organigrama no aparece. La voz cantante se la deja, nunca mejor dicho, al que fuera vocalista de Blink-182 Tom DeLonge.
8.- Luis Elizondo y la To The Stars Academy (TTSA)
Un personaje fundamental en toda esta trama es Luis Elizondo, a quien el NY Times presentó como director del AATIP. Elizondo renunció a su cargo en octubre de 2017 en una carta dirigida al secretario de Defensa James Mattis, en la que lamentaba cómo «los desafíos burocráticos y mentalidades inflexibles» y la falta de presupuesto se habían convertido en un obstáculo para estudiara las «amenazas aeroespaciales anómalas». Que Elizondo ha trabajado para los servicios secretos americanos y el Departamento de Defensa no lo niega nadie; sobre que estuviera al mando del AATIP cada vez hay más dudas. De hecho, el propio Pentágono lo ha negado y él ha sido incapaz, a día de hoy, de aportar pruebas sólidas que aclaren cuál fue su papel real en la relación entre el Pentágono y BAASS. Un dato curioso es que en su carta de dimisión jamás se presenta como responsable del AATIP.
Entre las afirmaciones más rimbombantes de Elizondo es que hay un almacén en el que se guardan restos de distintos accidentes de platillos volantes en nuestro planeta. Nadie con dos dedos de frente duda de que esté mintiendo. Según él, los restos están guardados y se analizan en un almacén de la TTSA, para la que casualmente (o más bien no) trabaja Elizondo. Por cierto, pese a que la entidad se presenta públicamente como una compañía dedicada a investigación, lo cierto es que está registrada legalmente como productora de programas de televisión.
Elizondo dice que el Pentágono está edulcorando el informe para no admitir la existencia de los platillos volantes. Si es así, ha anunciado que se presentará al Congreso donde, rodeado de seguidores de QAnon que creen que el mundo lo controla una cabala satánica, parecerá incluso un tipo razonable.
9.- ¿Qué relación tiene el TTSA con el famoso informe?
El informe que se publicará esta semana fue encargado por Donald Trump, quien no hizo más que convertir en ley una resolución aprobada en junio en el Comité de Inteligencia del Senado. La primera consecuencia de esa decisión fue la creación, en agosto, de la Unidentified Aerial Phenomena Task Force (UAPTF, Grupo de Trabajo sobre Fenómenos Aéreos no Identificados), que depende de la Oficina de Inteligencia Naval, y que es una continuación del AATIP.
Pero la iniciativa de solicitar el informe no partió de Trump, sino Christopher K. Mellon, exasesor de Inteligencia de Bill Clinton y George W. Bush. Es, además, el principal asesor científico (y uno de los accionistas) del TTSA y, según ha asegurado, el que entregó al NY Times los famosos vídeos. Mellon fue el encargado de hacer lobby en el Comité de Inteligencia del Senado (que hace años presidió) y convenció a los senadores Mark Warner (demócrata) y Marco Rubio (republicano) para que presentaran la iniciativa en el Comité de Inteligencia que, finalmente, Trump firmó y que se traducirá en el esperado informe, según explicó el periodista Jason Colavito.
Pese a todo, hay que insistir, el estudio tiene sentido (aunque por relación con los extraterrestres) sino porque algunos incidentes relacionados con «Fenómenos Aéreos No Identificados» siguen sin explicación, algo que ha reconocido hasta el expresidente Obama. El caso más conocido es el Incidente Nimitz, de 2004, que se ha hecho famoso por uno de los vídeos (el conocido como el Flir1), que se prolongó durante varios días y que podría tratarse de tecnología extranjera.
10.-Vídeos de primera… regional
La publicación del artículo del NY Times vino acompañada de tres vídeos, dos de 2004 y otro de 2015 (conocidos como Flir1, Gimbal y Go Fast), que llevaban años circulando por la web, pero que hasta entonces el Departamento de Defensa no había reconocido como auténticos (es decir que no estaban manipulados, no que las imágenes correspondieran a un platillo volante). Con gran elegancia, el diario pasó de puntillas sobre un dato para que el artículo molara más: ninguno corresponde al AATIP, que funcionó entre 2007 y 2012. Otros que han aparecido posteriormente tampoco forman parte de los archivos del AATIP.
Los vídeos no han sido manipulados, es cierto, y el Pentágono tampoco ha podido explicarlos. Eso no quiere decir que no se pueda. El último que vio la luz mostraba un extraño objeto triangular grabado con una cámara de visión nocturna por la Marina Americana en julio de 2019. Al investigador escéptico Mick West le bastaron unas horas para descubrir el misterio: un Boeing 737 en dirección al aeropuerto de Los Ángeles, y cuyo aspecto es la consecuencia de utilizar una lente triangular y el efecto Bokeh (desenfoque). Para los otros vídeos también tiene explicaciones bastante sensatas (lo que no quiere decir que sean correctas).
¿Es fiable el autor de Escaping the Rabbit Hole? Mucho más que Bigelow y sus mariachis de la TTSA. En 2017 se hizo público un vídeo de la Marina chilena de ocho minutos en el que se veía un extraño objeto que lanzaba un no menos extraño gas. El vídeo fue estudiado por el CEFAA (Comité para el Estudio de Fenómenos Aéreos Anómalos), dependiente del ejército del país sudamericano, que fue incapaz de darle una explicación. Una de las que difundió urbi et orbi la noticia fue Leslie Kean (coautora del famoso artículo de NY Times). Pues en menos de dos días West no solo demostró que era un avión, sino que hasta identificó dos posibles candidatos: el vuelo 330 de la compañía Latam de Santiago a La Serena o el 6830 de Iberia de Santiago a Madrid.
Conclusión: Un empresario obsesionado con los fenómenos paranormales consiguió que un amigo suyo, un senador al que donaba dinero regularmente, le diera 22 millones de dinero público para gastar sin someterse a ningún escrutinio y recuperar lo que había invertido en su hobby. Ocho años más tarde, cuando el millonario ha creado una productora de televisión que hace pasar por centro de investigación puntero, le filtra al New York Times la jugada. El revuelo, gracias a una prensa absolutamente acrítica, lleva al presidente Trump, que ni cree ni deja de creer en los extraterrestres, a comprometerse a desclasificar todo el material existente tras la intervención de un lobista amigo del famosos empresario. Al final, el informe no aclarará nada sobre posibles visitas extraterrestres y el tema volverá a caer en el olvido hasta que otra anécdota le dé otros quince minutos de fama.
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