MADRID. El jefe del Consell, Ximo Puig, se marchó este jueves de La Moncloa tras la reunión con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con sensaciones más positivas de las que esperaba cuando llegó al encuentro aunque sin ninguna garantía de que la situación de la Comunitat Valenciana y la propia sensibilidad de Madrid hacia la Generalitat vaya a mejorar a corto plazo.
Las reivindicaciones que llevaba bajo el brazo Puig, es cierto, no son de fácil -y barata- resolución; pero aunque algunos irónicamente se refieran a estas peticiones en la capital como la 'Carta a los Reyes Magos', la realidad es que la misiva sobre las necesidades de los valencianos viene repitiéndose año tras año desde hace un lustro y está refrendada en varios puntos principales por todos los grupos políticos de Les Corts, incluido el PPCV.
Ahora bien, si Puig acudió a la cita con su 'carta' en forma de elaborado decálogo, Rajoy respondió 'escribiéndole' una especie de cuento de Navidad en el que todo puede solucionarse mágicamente en poco más de tres meses. Y es que, según explicó el presidente de la Generalitat en su comparecencia posterior, -ni Rajoy ni ningún representante del Gobierno dio explicaciones- el máximo responsable estatal se mostró receptivo a los ejes centrales de las propuestas del líder valenciano, si bien esta buena predisposición ya se ha vivido anteriormente sin apenas resultados.
Eso sí, al menos Rajoy sí se mostró más abierto de lo que lo hizo en su visita a València la pasada semana. En la cuestión vital para la Comunitat, que no es otra que la reforma del sistema de financiación autonómica, Puig aseguró que el presidente del Gobierno le transmitió su "voluntad política" para sacar adelante la remodelación este mismo año tal y como se comprometió en la Conferencia de Presidentes en enero de este año.
De la misma manera, según Puig, Rajoy no rechazó la posibilidad de introducir dentro de la negociación la mutualización de la deuda como un elemento que permita al Gobierno mayor amplitud de maniobra con las Comunidades Autónomas.
Unos avances sin duda interesantes si pudiera confiarse en que este es el discurso real del Ejecutivo de Rajoy, quien hace apenas unos días estaba -precisamente en València- condicionando el progreso de la reforma del sistema a las negociaciones políticas con el PSOE. Una línea marcada por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien -además de acusar a los políticos valencianos de "llorar"- también señaló que su intención es "hacer la reforma cuanto antes" pero anteponiéndola a la necesidad "de una acuerdo" con los socialistas.
Cabe recordar que los tiempos de la reforma los marca el Gobierno de España, y una semana después de proclamar que nadie tiene más prisa que el Ejecutivo, Montoro no ha puesto fecha para la constitución de la comisión técnica que debe avanzar en la negociación.
Con este escenario, resulta complicado creer que el Ejecutivo de Rajoy vaya a lanzarse a una carrera desenfrenada en las próximas semanas para convocar a los expertos para la negociación política, sacar adelante un acuerdo en el que también entre en juego la mutualización de la deuda y aprobarlo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) en apenas tres meses. Todo ello con la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado de 2018 y el problema del desafío catalán de por medio. Desde luego, de producirse, sí existiría una "voluntad política" clara de Rajoy en el asunto y quedaría claro que en el pasado -el sistema lleva caducado tres años- se carecía de ella.
Por otro lado, el presidente del Gobierno se comprometió a que el Consell mantendría en breve una reunión con precisamente Montoro para abordar la tasa de reposición en la función pública y con el titular de Fomento, Íñigo de la Serna, para tratar las inversiones en la Comunitat de cara a los próximos PGE de 2018, que vienen situándose por debajo de la media reiteradamente.
Así pues, el balance del encuentro puede considerarse irregular, dado que aunque la reunión se alargó hasta las dos horas -mucho más de lo que esperaban en Presidencia de la Generalitat- y la predisposición de Rajoy fue -según el propio Puig- positiva, no se evidenció la confianza entre Administraciones como para poder considerar que de estos encuentros saldrán avances palpables para la Comunitat.