Pues va a ser que la culpa del final del Procés es de Ángela Merkel. La canciller alemana podría ser la responsable del fracaso del procés soberanista catalán si nos atenemos a que, el mismo día de la no-proclamación de la declaración de independencia, el cielo caía sobre la cabeza de Carles Puigdemont, como temía Abraracúrcix, el jefe de la aldea gala de Astérix resistente a los romanos. Recordemos, el primero en abandonar el barco fue la banca catalana: el Banco Sabadell, primero, que se fue a Alicante, y a continuación la joya de la corona, Caixabank, que se vino a València.
¿Y qué tiene que ver Merkel con la banca catalana? Pues lo mismo que con la española. Y nos lo están recordando últimamente desde el Tribunal de Cuentas hasta el Banco de España. El rescate bancario nos costará a los españoles entre 60 y 70.000 millones de euros. No hay acuerdo de cifras. Nos lo vienen diciendo desde septiembre. Porque en 2012, cuando el presidente Mariano Rajoy pidió el rescate para la banca no cesó de repetir que no nos iba a costar “ni un euro” a los españoles. “Es un crédito a la banca que va a pagar la propia banca" y que, por tanto, “no implicará condiciones macroeconómicas que afecten directamente a los ciudadanos”, decían desde el Gobierno del Partido Popular.
Pues parece ser que Mariano Rajoy no se enteró muy bien en junio de aquel año,cuando, en la cumbre del Consejo Europeo en Roma, salió con la promesa de que el rescate bancario se haría directamente del Banco Central Europeo a la banca. En aquella Cumbre, que presencié en directo y en inglés por televisión, se dijo lo uno y lo contrario, que es lo que yo entendí: que no, que el Estado sería el avalista. Aunque se vendió lo contrario. Y a esto vino Merkel a Madrid tres meses después, a aclarar cuentas. En octubre de 2012, en la Cumbre celebrada en Bruselas, el mensaje era otro. Los 100.000 millones que Europa obligaba a España a pedir como rescate para el sistema financiero español debían contar con el aval del Estado y contabilizarían en la deuda pública. Es decir, la crisis de la banca la pagaríamos los ciudadanos españoles, los contribuyentes, con nuestros impuestos. Y con los recortes.
¿Y ese interés en sanear el sistema financiero español en lugar de dejarlo caer como hizo Estados Unidos con Lehmann Brothers? Bueno, no olvidemos que la banca española había estado financiándose con capital de otros bancos europeos, especialmente alemanes y franceses, en primer lugar, seguidos de los británicos y los italianos. Los dirigentes europeos barrían para casa y se aseguraban la supervivencia de sus sistemas financieros, que habían arriesgado tanto como el español. De ese modo, una deuda privada, pasaba a ser pública. ¡Ah!, ¿pero era esto el capitalismo y el libre mercado? Desrregularlos mercados para socializar las pérdidas. Un negocio excelente.
“No nos dejaron supervisar a la banca”. Lo viene contando la Asociación de Inspectores del Banco de España. Y lo ha dicho en el seno de la Comisión Parlamentaria que investiga el origen de la crisis desde hace dos meses y que se prolongará hasta finales de 2018. ¿Duro, eh? Pues el secretario de esta asociación profesional, José Antonio Delgado, fue aún más duro cuando denunció hace unos días que “la banca había capturado al Banco de España” y que habían sufrido una purga de inspectores críticos. Y no sólo eso, sino que su presidente ya dijo en octubre, ante esta misma comisión que investiga las ayudas a la banca, que “el Banco de España podría haberlo evitado”.
Mira qué bien, lo mismo que me dijo hace diez años el vicepresidente del Banco Central Europeo durante el Seminario para periodistas de la Zona Euro, organizado por el European Journalism Center en Bruselas y Frankfurt. Jürgen Stark me miró, tras mi pregunta por los primeros impagos de las hipotecas, y —como si yo fuera la Banca española— me espetó: “¿Qué hace el Banco de España? ¿Por qué no controla a los bancos españoles? El euríbor no siempre va a estar siempre tan bajo… Le enviamos informes semestrales con nuestras advertencias de prudencia; ¿qué hacen con ello?”.
También el Tribunal de Cuentas acaba de criticar la organización interna del Banco de España y su falta de control sobre los aspectos técnicos de las entidades. El informe llega en pleno enfrentamiento de los inspectores con la cúpula del supervisor, como estamos viendo…
Pero me he perdido en todo este procés… Ah, sí; estábamos con la banca catalana, que siempre ha jugado un papel clave en los momentos más tristes de la historia de España. Desde que Juan March, de la Banca March, alquiló el Dragon Rapide para que Franco pudiera volar de Marruecos a Canarias iniciando la guerra civil, hasta la espantada de hace un mes, han pasado casi ochenta años. Las guerras en Occidente, en Europa, ya no se hacen así. Sale más a cuenta una pequeña crisis aquí o allá, que la sangría de los Balcanes —nuestra última guerra europea, no tan lejana—.
Haciendo números,resulta que las ayudas públicas para la compra de Banco de Valencia por parte de La Caixa son mayores de lo que pensábamos. Una recapitalización de 5.500 millones de euros; una venta en apenas diez días y por un euro; más de 2.288 millones de euros en plusvalías. La compra del Banco de Valencia fue una de las operaciones más rentables de la historia de Caixabank y supuso un rescate encubierto con dinero público para la entidad catalana.
Lo explicaba el profesor de Finanzas de las universidades de València y La Rioja, Salvador Climent, en el último Congreso de la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA). “Sin el impacto de la compra del Banco de Valencia, las pérdidas antes de impuestos de Caixabank en 2013 hubieran sido de 3.002 millones de euros”.
Pero es que el rescate de Caixa Catalunya costó más al contribuyente que el de Bankia, según el Tribunal de Cuentas. Mientras que sanear la CAM costó 11.065 millones para que lo pudiera comprar el Banco Sabadell, comprometiendo al Estado con fondos para su salvación con un montante total de 26.302 millones de euros, casi 4.000 millones más que Bankia. Son datos del Tribunal de Cuentas en su último informe de fiscalización del 2009 al 2014. La entidad que preside Josep Oliú, el banquero catalán que hablaba de tú al Gobierno independentista, tenía una gran deuda pendiente con el Gobierno español.
Desde este mes de septiembre, el Banco de España y el Gobierno vienen anunciando públicamente que dan por perdidos los 60.000 millones del rescate a la banca. Repetida y reiteradamente. Cuando el Gobierno de Puigdemont preparaba la Declaración Unilateral de Independencia, el presidente Mariano Rajoy cogió el teléfono, llamó a sus amigos los banqueros catalanes y les recordó la deuda, y los rescates, y… Bueno, tal vez, ni siquiera hizo falta, porque se dieron por aludidos y volaron a cambiar sus sedes sociales fuera de Cataluña. Hoy, el antiguo edificio modernista del Banco de Valencia que preside la calle de la Barcas es sede de Caixabank. Mientras que Banco Sabadell se aloja en Alicante.“L’or català!”.