Inmersa en los preparativos de mi próximo viaje, no puedo más que reflexionar en la importancia del equipaje cuando viajamos. Y llego a la conclusión que la mejor manera de viajar es ligera de equipaje
Hacer una maleta a veces va más allá que pensar en la ropa que nos llevamos, de pensar en los artículos que nos llevamos. El ritual de hacer una maleta no es un tema baladí. Hacer la maleta es algo que cuesta mucho en la mayoría de ocasiones. Qué nos llevamos, qué dejamos, qué necesitaremos… nos imaginamos en miles de situaciones, chequeamos inconscientemente nuestro cuerpo y así vamos llenando y cargando la maleta.Hacer una buena maleta es algo que supone siempre un reto. Algo que se consigue con la experiencia de viajar. ¿Qué es hacer una buena maleta?
Después de estar viajando por el mundo desde hace unos 15 años, por más de 50 países y haber adquirido una cierta destreza viajera me atrevo a concluir que una buena maleta es aquella que contiene únicamente lo que vamos a usar, a necesitar y nos va a servir de algo. ¿Cuántas veces hemos llenado la maleta de artículos que nunca hemos usado?
Todo depende del tipo de viaje que emprendemos, pues dependiendo del destino y del motivo llevaremos un equipaje u otro. Eso si, con el ritual de hacer la maleta empezamos a visionar el viaje al que nos enfrentamos. Con el ritual de hacer la maleta empezamos a visualizarnos en los lugares que vamos a visitar. Con el ritual de hacer una maleta empezamos a viajar.
Aún recuerdo la primera vez que emprendí un viaje relativamente largo a un país en desarrollo. Fue hace más de 10 años. El destino era India. Era la primera vez que viajaba como mochilera… Y era la primera vez que me enfrentaba al reto de conseguir hacer una buena maleta: llevar lo necesario en el menor espacio posible pues en aquella ocasión viajaba con mochila. Evidentemente no lo conseguí. Para empezarla mochila era casi más grande que yo y la cargué hasta los topes. Y partir de ahí, todo…
UNA MOCHILA CON TODO. Y ASÍ EMPRENDÍ EL VIAJE. CON LA TRANQUILIDAD QUE LLEVABA TODO LO QUE IBA A NECESITAR. Y COMO TODO EN ESTA VIDA, LLEGÓ LA LECCIÓN QUE TENIA QUE APRENDER.
Ahora me doy cuenta que en aquel momento no entendía el significado verdadero de viajar como mochilera, no conocía exactamente el espíritu al que se hace referencia cuando hablamos de viajar como mochilero y yo lo asociaba al simple hecho de transportar toda mi maleta en una mochila y en lo que realmente suponía.
Estuve un par de semanas antes de la salida del viaje pensando en esa mochila, en lo que me iba a llevar y lo que yo creía que iba a necesitar. Esa mochila tenía absolutamente de todo, compré de todo como si en el destino que iba a recorrer no hubieran tiendas, como si en esos destinos no hubiera vida. No me equivoco en afirmar que fue la mochila más preparada y estudiada de la historia. Una mochila perfectamente equipada para afrontar y cubrir cualquier necesidad que tuviera en India y en el resto del planeta.
Esa mochila nunca llegó a su destino. Esa mochila nunca salió de Barajas. Esa mochila hizo que aprendiera lo que tenía que aprender: a partir de ese momento aprendí a viajar ligera de equipaje.
El viaje no era excesivamente largo pero tampoco corto. Una noche volando. Una noche de avión. A la mañana siguiente llegamos a Goa, nuestro destino, y empezó mi drama. La maleta no llegaba. Las primeras horas no me importó, me indicaron que me harían llegar la maleta tan pronto llegara en el siguiente vuelo al hotel donde estaba alojada, así que el retraso de mi maleta lo viví como una anécdota. Pero empezaron a pasar las horas y la maleta no llegaba. Y así pasaban las horas y los días hasta que empecé a desesperarme. Nadie respondía mis llamadas y nadie se responsabilizaba de la no llegada de esa maleta.
Esa maleta que con tanto esmero equipé, esa maleta a la que dediqué tantas horas; esa maleta que había supuesto una organización y coordinación determinada en mi vida. Esa maleta que nunca llegó.
Al principio sentí miedo,zozobra, me sentí totalmente desnuda, desprotegida, pequeña, débil, indefensa, etc. ¿Qué haría un mes viajando por la India sin maleta? ¿ Sin esa maleta que había equipado para ir segura, para sentirme fuerte, para saber que cualquier cosa que sucediera no me preocupaba porque iba tremendamente equipada? Todo eso de desplomó.
Nunca estaré tan agradecida a que aquel “drama” aconteciera en mi vida. Esa pérdida de la maleta me enseñó mucho más de lo que pude imaginar. Salí de la situación como pude. Con la generosidad de mi compañera de viaje y amiga Maribel y con la adquisición de varias piezas de ropa que fui usando todo el viaje , me embarqué en recorrer un país maravilloso y viví unas experiencias únicas.
Cuando terminé el viaje me di cuenta que no eché de menos nada de lo que había preparado, nada de lo que había comprado, nada de lo que había en esa maleta que nunca llegó a India. Esa maleta se quedó siempre en la recién inaugurada T4 de Barajas con algunas más que se extraviaron.
Con los años me di cuenta que en ese viaje no solo perdí una maleta, lo que realmente perdí fue el miedo a viajar sin nada
Desde ese día nunca volví a facturar. Nunca dejé en manos de las compañías aéreas nada que me diera seguridad. Nunca llevé una mochila ni una maleta tan perfectamente estudiada, programada, pensada ni analizada.
Desde ese día viajo con la mínima expresión. Desde ese día viajo ligera de equipaje. Viajo con el equipaje de mano que permiten los aviones. Desde ese día mi reto en cada viaje es conseguir llevar la mochila o la maleta lo más liviana posible. Desde ese viaje descubrí el placer de viajar ligera de equipaje con todos sus sentidos.
La semana que viene … ¡más!
Parajes pintados de ocres y rojos, cascadas de aguas cristalinas y un pueblo congelado en el tiempo son los atractivos de este paraje cántabro