VALÈNCIA. La palabra rebrote comienza a cobrar popularidad. A lo largo de las últimas semanas, numerosos casos de covid-19 han salpicado el mapa de la provincia de Valencia, una situación que ya se ha convertido en recurrente y que incluso ha despertado las primeras alarmas: ayer se sabía que la autonomía había doblado su número de contagios en tan solo un mes. Así, las transmisiones se sitúan en cifras similares a las de la cuarentena, un dato para nada halagüeño que ya ha llevado a muchos municipios a tomar medidas.
El primer golpe duro se lo llevó Gandia, cuando el pasado 18 de julio la Conselleria de Sanitat decretó el cierre de su ocio nocturno. En este contexto, la ciudad decía adiós a uno de sus principales negocios turísticos en plena temporada alta, justo después de conocerse la existencia de un brote originado en este entorno. Al final, la situación se saldó con más de 70 contagios y la inyección de muchos recursos para evitar el descontrol.
Los establecimientos han vuelto a abrir este fin de semana con normalidad, pero la experiencia ha servido para evidenciar unas cuantas cosas: la primera, que los ciudadanos no deberían caer en la tentación de confiarse, pues el levantamiento del estado de alarma no implica de ningún modo el fin del peligro. Por otro lado, la situación de Gandia también ha puesto de manifiesto una realidad que ya comenzaba a sospecharse: esta nueva ola de coronavirus está protagonizada por gente joven. Precisamente, la Conselleria de Sanitat confirmó este mismo lunes que la mitad de los casos registrados en el territorio valenciano corresponden a la franja de entre los 15 y los 34 años.
Finalmente, Gandia también sirvió para abrir el melón de qué hacer con el ocio nocturno. Y es que, aunque la decisión de cerrar los establecimientos depende exclusivamente de la Conselleria de Sanitat, son varios los municipios se han sumado a la petición para actuar en este sentido. Es el caso, por ejemplo, de Mislata, que también registró un brote relacionado con el ámbito festivo a finales del mes de julio.
Concretamente, cinco personas se contagiaron en una discoteca ubicada en las afueras de la ciudad, aunque ninguna de ellas era vecina de la misma. Aun así, el Ayuntamiento se apresuró a exigir el cierre de este tipo de locales dentro de su término municipal. Una petición que no se ha llegado a materializar, pero que evidencia el recelo de la administración local ante este tipo de negocios. Por otra parte, en lo que tiene que ver con sus competencias exclusivas, el consistorio anunció medidas "sin importar la dureza o contundencia de las mismas". Un ejemplo de ello son las redadas de la Policía Local con agentes vestidos de paisano, que patrullan las calles en busca de vecinos sin mascarilla. Y, por supuesto, tampoco habrá medias tintas para todas aquellas personas que merezcan una multa.
Xirivella también fue muy contundente a la hora de anunciar medidas municipales contra el coronavirus: "Se acabó la pedagogía", aseveraba el Ayuntamiento, después de conocer la existencia de doce positivos originados en un cumpleaños. En este sentido, el consistorio dio la orden de aumentar la presencia policial en las calles y también de multar a todo aquel que no usase la mascarilla. Así, quedaron atrás los avisos informativos y se pasó directamente a la ofensiva: 80 sanciones en tan solo una semana. "No nos gusta multar, pero no admitimos incumplimientos en un asunto tan serio", prometía el primer edil, Michel Montaner.
Igual de dura fue la campaña que el Ayuntamiento puso en marcha para concienciar a los más jóvenes sobre los riesgos de la covid-19. A través de las redes sociales municipales, se difundieron imágenes con los distintos premios que te pueden tocar si pillas el coronavirus: desde una multa de 100 euros hasta un billete al otro barrio para un familiar, pasando también por una agradable estancia en el hospital. De este modo, y con mensajes tan contundentes, el consistorio apela a la responsabilidad de los vecinos para no tener que lamentar errores.
Manises ha sido otro de los municipios que ha dejado de lado la transigencia y ha pasado a la acción: "Parece que la pedagogía no ha sido suficiente, ya que muchos ciudadanos siguen haciendo caso omiso a la norma", lamentaban desde el Ayuntamiento. Así es como endurecieron su postura frente a las infracciones por no llevar mascarilla, con 46 multas entre los días 18 y 27 de julio.
También en este sentido ha actuado Torrent, el municipio más grande la L’Horta Sud. Y es que, en tan solo una semana, la Policía Local levantó 219 actas por no llevar mascarilla: "150 de ellas fueron únicamente durante el fin de semana, y mayoritariamente entre menores de 30 años", informaron desde el consistorio. Además, esta localidad también ha endurecido la presencia policial en la zona de los chalets, donde ha habido una proliferación de las fiestas privadas. Recientemente, se intervinieron dos reuniones con más de 100 participantes: "Estamos viendo fiestas con 20, 30 o 40 personas. Vamos a aumentar la vigilancia en esta zona y, si tenemos que actuar, actuaremos", aseguraba el alcalde, Jesús Ros.
Más hacia el interior, en Ontinyent, también trabajan por paliar los efectos del coronavirus entre la población. Así, el consistorio anunció recientemente que incrementaría los controles rutinarios de la Policía Local y organizaría dispositivos especiales para los fines de semana. En este sentido, el ocio nocturno volvió a ser foco de atención con la implantación de redadas para ver que los establecimientos cumplen con las medidas de seguridad. Y es que, al Ayuntamiento le preocupa enormemente el repunte de casos hospitalizados: en tan solo unas semanas, se ha pasado de las 0 a las 4 camas.