VALÈNCIA. El claustro de entrada del Centre del Carme es por unos días- y durante la celebración de la III Bienal de las Artes Ciutat Vella Oberta- “el lugar de las sirenas”. Así lo han querido los autores de Sirenum scopuli, Anna Ruiz y Giovanni Nardín. Ambos creadores, definidos por ellos mismos como artistas plásticos, han formado con su instalación un simbólico 'juego' que puede transportar en cada visitante una interpretación. Nadadoras, sirenas y una maquinaria o pecio, ¿qué viene a significar?
El misterio se resuelve entre los elementos creados expresamente para este emplazamiento. Anna y Giovanni confiesan que se inspiraron gracias a la “bella arquitectura” y a la propia “armonía que te permite pasarte horas en él sin darte cuenta del tiempo que ha transcurrido”. Pero no fue algo momentáneo o rápido, surgió a raíz de varías visitas, en las que se cuelan proyecciones de películas de David Lynch de este verano pasado. Las columnas del claustro les “sugestionaron” que estaría muy bien intervenir en los capiteles colocando unas esculturas. Y más tarde pensaron en que podría funcionar en dos planos: los nadadores arriba y el vacío del claustro como lugar en el que sumergirse y faltaba un reclamo, que eran estos especie de escolio/sirenas.
Para sus autores la creación esconde una referencia al “no lugar en el que nos encontramos con nosotros mismos”, y escuchar a las sirenas “es exponerse a mostrar quien es uno mismo”. Giovanni nos cuenta en una entrevista a Valencia Plaza que “las sirenas cobran vida cuando el espectador interviene ‘jugando’ con la pieza, a través de las aperturas-megáfonos que cada una ofrece.” Así, se puede escuchar, se puede hablar y gritar. Pero depende de nosotros, “qué decimos o qué queremos decir”, y “qué escuchamos o que queremos escuchar”.
“Contaba Henrry Melville que le interesaban aquellos que no se quedaban en la superficie sino que se adentraban en la profundidades llamándolos buceadores del pensamiento. También, Maite Larrauri en su libro El deseo según Giles Deleuze recurre de nuevo a esta metáfora de los buceadores como aquellos creadores (filósofos, músicos, artistas) que son capaces de sumergirse en lo más profundo a riesgo de su propia salud para crear nuevos vínculos con la realidad. Pero lo que les hace adentrarse en las profundidades tal vez sea la misma curiosidad que le hizo a Ulises querer escuchar a las sirenas a pesar del peligro que corría” nos explica Anna.
Con toda esta simbología interconectada, Anna y Giovanni no entienden la obra por separado ya que además ha sido concebida en conjunto. Sin embargo, Giovanni indica que “sí podrían funcionar independientemente" por esas "diferentes interpretaciones" que puede tener.
Anna Ruiz: “València carecía de vida cultural. Creo que todos necesitábamos que ocurriera algo”
Si preguntas a Giovanni Nardín por sus objetivos como artista te responderá con la frase del escultor David Smith; “¿se trata de un momento, un fin de semana o se trata de toda una vida?”. Anna tampoco concibe el arte como un objetivo a cumplir, porque según manifiesta “no concuerda con este sistema”.
Para ella es la tercera vez como artista en la Ciutat Vella Oberta y además anima a los artistas a participar en este tipo de propuestas, propuestas que define como una especie de ‘salvación’ de nuestra cultura:
“Cuando surgieron València carecía de vida cultural, estaba muerta y creo que todos necesitábamos que ocurriera algo. Los artistas la necesidad de compartir, los gestores culturales de mover, y el público de recibir. Todo estaba paralizado y por eso la primera convocatoria de CVO fue un gran incentivo para todos. Y ahora aunque el panorama cultural valenciano está cambiando siguen siendo importantes porque permiten que se visibilicen todos aquellos artistas que no entran dentro de los circuitos de galerías, becas y museos. Son un punto de apoyo a un sector, el de los artistas, muy duro porque nos encontramos en un país que no les da ningún valor, el arte se considera entretenimiento y no conocimiento”, lamenta la artista.
También Giovanni considera que “a pesar de que son autofinanciados y tienes que asumir los costes bien de producción, movilidad como los artistas que vienen de fuera y en el caso de los organizadores su disponibilidad de tiempo y esfuerzo de gestión, merece la pena participar porque activas tanto la ciudad como a ti como artista.”
Anna Ruíz y Giovanni Nardín no siempre han trabajado juntos y también crean por separado. Así, por ejemplo, para las fallas de 2018, cada uno está embaucado en una asociación; Anna en Lepanto-Guillem de Castro, y Giovanni en Ripalda Beneficencia y Tres camins. A diferencia del año pasado, cuando ambos en su conjunto fueron autores de la falla municipal infantil.