CASTELLÓ. El inicio de año fue turbulento para Saloni, la compañía azulejera castellonense propiedad del grupo británico Victoria. Al anuncio del cierre de la fábrica emplazada en Sant Joan de Moró le siguió el anuncio de la aplicación de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Una operación que se enmarca en una reestructuración interna que está llevando a cabo el conglomerado empresarial, cuyos buenos resultados del último ejercicio -disparó sus ventas y su EBITDA en un contexto complicado- explican como un "proceso de integración" que persigue la eficiencia: mantener el nivel de producción con menos recursos.
"Con la inversión que Victoria ha realizado en tecnología de producción en España durante los últimos tres años, hemos podido cerrar la fábrica de Saloni y consolidar la producción en las grandes instalaciones de Keraben e Ibero", explica el grupo en su último balance provisional presentado en la Bolsa de Londres sobre el ejercicio cerrado el pasado 1 de abril. En ese sentido, las cuentas del grupo dan algunos datos sobre el impacto que ha tenido el cierre y su papel en la reorganización interna.
En el apartado referente a la división cerámica de España, la firma explica que el cierre de Saloni "que mantenía la capacidad de producción, pero con un 15% menos de empleados, se había retrasado mucho debido a las restricciones por la Covid-19, que se prolongaron mucho más en España que en otros países europeos", expone sobre este asunto, para añadir que, sin embargo, "la mayor productividad resultante ayudará a que el negocio siga siendo competitivo en el mercado estadounidense frente a las baldosas cerámicas que llegan de India, México y Brasil".
El cierre de la fábrica "se realizó antes de lo previsto y se completó durante marzo de 2023". "Sorprendentemente, el rápido progreso de los proyectos de integración", entre los cuales se encontraba el cierre de Saloni, "condujo al pago anticipado de algunos gastos importantes relacionados con la reorganización", fundamentalmente despidos y otros gastos de capital que no se esperaban hasta el año 2024. Así, las cuentas cifran en 8,9 millones de euros (7,6 millones de libras esterlinas) el "coste excepcional" que supuso para Victoria el cierre en Saloni.
En concreto, el balance calcula 3,4 millones de euros (2,9 en libras) dedicados al coste efectivo de los despidos, algo similar a lo que se ha contabilizado como deterioro de activos. Por otra parte, habría que sumar 0,4 millones de euros por asistencia jurídica y otros 1,6 millones por provisiones. En ese sentido, la asunción de estos costes ya contabilizados, subraya la compañía, tendrá unos beneficios a medio plazo que "comenzarán a fluir a finales de este año y las mejoras de productividad anticipadas, los ahorres de costes y las mejoras del capital del trabajo respaldarán un mayor rendimiento financiero para el año en curso (2023-2024)".
Hay que recordar que el ERE de Saloni afectó a 198 personas, y que tras el cierre de la fábrica, la marca continúa con "el despliegue de salas de exposición de alto nivel" y "la presencia en las redes sociales que respaldan un enfoque renovado en el mercado de la arquitectura y el diseño". Ahora, se enfoca "exclusivamente a aplicaciones comerciales de alta gama".
A esta se suman otras operaciones de integración como la compra de la empresa de fabricación de alfombras belga Balta, la integración de la azulejera turca Graniser adquirida en 2022 o la californiana Cali Flooring's. Movimientos que han reducido la plantilla en 1.000 personas "manteniendo" la "capacidad de producción", señala la firma, según la cual este proceso ha supuesto unos costes excepcionales totales de 47,6 millones de euros (40,8 millones de libras), que al haberse asumido ya, "serán mínimos" en los próximos años.