VALÈNCIA. Hay niños —y niñas también— que sueñan con ser futbolistas, hacerse un hueco entre las estrellas del fútbol y vestir la camiseta de su equipo. Y los hay, muchos menos, que sueñan con salir al campo de fútbol en calidad de árbitros. Ese es el caso de Dani Alcaraz, que los fines de semana se viste de colegiado para arbitrar partidos de alevines en la comarca de La Safor. Se cambia con un orden y pulcritud envidiable, casi repitiendo los mismos pasos semana tras semana y dejando bien colocados sobre la mesa las tarjetas de amonestación y los silbatos que tiene para elegir. Según el equipaje de los equipos elegirá un color u otro. Una especie de ritual que realiza sin prisa minutos antes de disfrutar de ese sueño que ha logrado hacer realidad. Y, aunque él no es consciente de ello, su tesón ha roto también una barrera: es el primer árbitro colegiado en España con Síndrome de Down.
Esa pasión por el arbitraje la heredó de su padre, Juan Alcaraz, a quien desde niño acompañaba en los partidos y se fijaba en sus movimientos y en cómo se desenvolvía en el campo. Juan ha estado pitando durante tres décadas por los campos de Primera Regional y también fue asistente en Preferente. También heredó la pasión de su hermano Joan, director de metodología del RCD Mallorca, pero antes jugador en las canteras del Villarreal y árbitro. Mientras ellos arbitraban, Dani los veía con admiración desde la grada y tras el partido comentaban alguna jugada. Y todas esas tardes y esa pasión le llevaron a decir un día a su padre: “quiero ser árbitro”. Antes iniciar los trámites y pese a que Dani ya asistía algunas clases, tuvo un partido de prueba: “José Enguix, presidente del Comité Técnico de Árbitros de la FFCV, y yo pensamos que sería bueno que antes arbitrara un partido y comprobamos que sí, que se desenvolvía bien, así que dimos el gran paso para que se formara como árbitro”, comenta su padre, Juan Alcaraz.
Como otros tantos futuros árbitros, Dani tuvo que hacer unas pruebas físicas y técnicas y, por su puesto, superar los exámenes del Comité Técnico de Árbitros (CTA) de la Federación de la Comunidad Valenciana. “La única diferencia con respecto a sus compañeros es que el examen técnico lo hizo oral”, comenta su padre poniendo en valor el tesón de su hijo. Y es así cómo Dani pasó las pruebas y se federó como árbitro, algo que le hizo “muy feliz”. De eso ya han pasado cinco años y detrás ha habido un trabajo arduo de coordinación y de primeras veces: “en un partido de querubines, hace ya siete años, se equivocaba con la derecha y la izquierda, pero ha cogido muy bien la dinámica y ya la controla”. Y ese logro es del propio Dani, que solo quería ser árbitro y a base de constancia ha alcanzado su sueño. Y se nota que es feliz porque se le ilumina la cara cuando sale al terreno de juego a arbitrar.
Cada fin de semana dirige uno o dos partidos de Fútbol-7 benjamín y alevín por la comarca de Safor. Es riguroso y metódico. Primero preparándose antes del enfrentamiento y después siguiendo las jugadas de cerca pues sabe que distraerse un segundo puede llevar a perderse una jugada crítica. Por ello le gusta estar cerca de los jugadores y se fija mucho en la posición de las manos, especialmente en el área pequeña. “He de fijarme mucho en las manos, pero también en los pies, si el balón se va hacia la derecha o la izquierda”, comenta sin perder de vista el entrenamiento que hay esa tarde en el campo de fútbol del Roís de Corella.
Como consejo a alguien que va a arbitrar por primera vez dice que es fundamental “no ponerse nervioso, ver que los jugadores de los equipos estén registrados en la aplicación y que cada uno lleve su equipación, que tiene que ser diferente”. Y más entrados en materia, confiesa que lo más complicado es saber cuándo hay un fuera de juego o cuando se produce un penalti, especialmente cuando hay un saque de esquina y se producen empujones en el área pequeña. Y es consciente de que a veces se puede equivocar, pero “como todo el mundo”. Su carisma y su buen hacer es tal que los equipos “se alegran mucho de que arbitre, y eso me hace muy feliz”.
Dani explica que los partidos de Fútbol 11 y hacia adelante son más complejos, aunque no descarta hacerlo en un futuro. “Mi sueño es progresar y llegar a pitar yo solo Fútbol 11”. Para ello, entre risas, padre e hijo dicen que “debe correr un poco más”. Pero hasta que llegue ese momento Dani ya ha arbitrado grandes partidos, como en el Cotif y cada día se convierte en mejor árbitro. Su evolución es también gracias a la ayuda de Omar y Eric, árbitros de segunda y tercera federación respectivamente, Xavi profesor de Reglas del Juego, o Adrián, que acompañan a Dani para realizar las actas de los partidos.
Hoy, es Juan quien acompaña a su hijo a los partidos. Ambos siguen disfrutando de ese momento y con la misma admiración que Dani tiene hacia él su padre dice que “Dani lo hace muy bien, es todo un ejemplo”. Pero como todo padre exigente explica que para alcanzar su sueño “Dani debe mejorar su rendimiento físico”. Y es que, en un partido de Fútbol 8 puede correr hasta cuatro kilómetros y de Fútbol 11 hasta siete por lo que para llegar hasta allí Dani debe hacer un pequeño esfuerzo. Y lo hará, porque ya se ha mentalizado y se ha puesto su nueva meta.
Si sobre el terreno de juego Dani es riguroso y serio, fuera de él es alegre y le encanta bailar y cocinar —trabajó en el restaurante Boga—. Y tanto dentro como fuera del terreno representa valores de esfuerzo y superación. No tiene límites y ve la vida como él la quiere dibujar: sin barreras, con tesón y con alegría, esa que hace alcanzar los sueños.