En los últimos meses, Puig ha decidido rehuir las cuentas y recrearse en los cuentos. Esconder la gestión y abusar del relato. Adulterar los números y abonarse al fácil camino de la propaganda.
Por eso dilapida horas y horas en confrontar fóbicamente Madrid y repetir obsesivamente, hasta aburrir, que la Comunidad Valenciana solucionará todos sus problemas cuando Él acabe con lo que llama ‘dumping fiscal’, que consiste, básicamente, en que a los madrileños les suban los impuestos para poder justificar por qué no los baja aquí. Que se puede. Como se está haciendo en Europa y en las CCAA gobernadas por el PP (y no solo Madrid). Y que lo hará Carlos Mazón, como se ha comprometido, con datos y convicción, en cuanto sea President de la Generalitat.
El Programa-Mazón se aparta del dumping político que está haciendo Puig. No deprecia ni devalúa a la Comunitat como las tácticas que sustentan el ‘DumPuig’, sino que está dirigido a revalorizarla, atrayendo talento, infraestructuras y la financiación justa que mereceremos. Compitiendo al máximo nivel arriba y no dando patadas compulsivas para ocultar por qué estamos abajo.
Supondrá un ahorro para los ciudadanos de la Comunidad de 1.530 millones de euros, reduciendo o eliminado todos los impuestos (IRPF, Transmisiones Patrimoniales, Actos Jurídicos Documentados, Patrimonio, Sucesiones, Donaciones), beneficiando al 80% de los contribuyentes con especial atención a las rentas bajas, e inyectando así el PIB, la producción industrial y el empleo. Frente a las políticas-infierno de Puig que han disparado los impuestos un 40% para engrosar sus estructuras de poder. Y demostrando que es posible recaudar más, bajándolos.
Porque si algo ha evidenciado, ya, Mazón, es su determinación: ideas claras, energía y voluntad. Se ha plantado con arrojo en el centro de la arena política, para recibir la presidencia del PPCV ‘a porta gayola’, liderando la ilusión que desbordó, literalmente, el coso taurino de Valencia.
Las frágiles y descompuestas reacciones de PSPV y Compromís, han dejado al descubierto su nerviosismo, traducido en buscar cómo imitan la gesta, lo que revela que van ya a remolque del PP. Nerviosismo más elocuente porque han transcurrido solo 3 meses desde que el proyecto popular en la Comunitat lo lidera el tándem Carlos Mazón-María José Catalá, brillante protagonista, por cierto, del reciente Debate de Política General, que mostró a un Puig titubeante, confuso y con una dialéctica de brocha gorda que delata flaqueza.
La calle pide cambio, y así se visualizó en la Procesión Cívica del 9 d´Octubre, en la que quienes decían venir a rescatar personas, demostraron que han decidido ya ni escucharlas, manteniendo muy alejados a los vecinos para no oír las protestas que vienen recibiendo los últimos años. E impidieron además el acceso al Parterre al Presidente de la Diputación de Alicante por serlo también del PPCV, a pesar de la alta representación institucional que ostenta. A eso se le llama miedo. Y el miedo, que siempre lleva al error, es antesala del fracaso.
Busquen ahí las razones de la aceleración de Puig, envuelto en la vacuidad del eslogan, para esconder el fracaso de sus reivindicaciones, el ninguneo que le dispensan los ministros, el divorcio con sus socios de gobierno (además de una porción de su propio partido) y su debilidad manifiesta ante Pedro I el Sánchez. Puig es, ahora mismo ya, un nominado a ex-president, colgado de la ocurrencia del día.
Así, nos habla de Españas ‘polifónicas’, cuando no acierta a cantar nuestro Himno Oficial estatutario. Y no cesa a miembros de su gobierno, como la consellera Pérez Garijo, que en la celebración del 9 d´Octubre reprendía a representantes del PP por entonar ante el Rey Jaume el Himne Regional, mientras por la tarde encabezaba una manifestación de apología del independentismo, reclamando extender los països catalans a la Comunidad Valenciana, objetivo que, además de subalterno (otro Dumping político que nos devalúa), es contrario a nuestro Estatut y a la Constitución. Nos quieren callados y atados de manos… pero no lo van a conseguir.
Y Puig blanqueando la intolerancia hacia los valencianos que queremos vivir en paz, lejos de la ruina económica y la fractura social que han llevado a Cataluña estos objetivos, que anidan en el mismísimo Consell. Porque no hay más inconsistencia dialéctica e incoherencia política, que endosar ‘procesos invisibles’ maléficos a Madrid, mientras propone una ‘Commonwealth’ con los del ‘prusés’ de verdad. Habla de federalismo, pero más allá del ‘naming’ no explica en qué consiste, en qué situación quedaría la Comunitat respecto a una Catalunya que nos reclama explícitamente como parte de su territorio y que oculta que, por definición, la asimetría determina desigualdad.
Dumping es vender algo por menos de su precio, o sea, desvalorizarlo. DumPuig es ofrecer la Comunitat por debajo de su auténtica valía para mantenerse en el sillón. Es ahuyentar la inversión en lugar de atraer acontecimientos de impacto como la Copa America. Es ponerse de perfil ante Catalunya, facilitando que mejoren la posición sus Puertos en perjuicio de los nuestros. Es aferrarse a una política grandilocuente de relatos, con resultados por debajo de nuestra capacidad, que deprecian nuestra dignidad.
DumPuig es, en fin, una estratagema avejentada, rota de tanto usarla. Y que ya no engaña a muchos, ni dentro ni fuera de la Comunidad Valenciana. Por inverosímil, por inconsistente y por ineficaz. Mera táctica ventajista. Como el Dumping.