VALENCIA. Visto lo visto o los gestores del prestigioso banco suizo Lombard Odier -la entidad más antigua de Ginebra- o bien Ana Rosa Quintana -y su marido Juan Muñoz- no confían en los activos financieros españoles a la hora de invertir su sicav. ¿Por qué? Pues muy fácil: porque Argomaniz Inversiones cerró septiembre con una exposición de la cartera exterior del 90%. Casi nada.
De hecho en la cartera de inversiones se podían contar con los dedos de las dos manos las posiciones en valores españoles, mientras que la lista era larga y extensa en lo que a compañías foráneas se refiere. Cuanto menos dicha filosofía le ha permitido aumentar el patrimonio del vehículo de inversión del matrimonio Muñoz-Quintana durante el tercer trimestre del año, al pasar de los 10,20 millones de euros -y con una exposición extranjera entonces del 85% como avanzó este diario- hasta los 10,44 millones a 30 de septiembre pasado. Pese a ello todavía se mantiene por debajo de los 10,63 millones que tenía su sicav el último día de 2015.
Una sociedad de inversión de capital variable donde solo dos accionistas controlan el 93,91%, concretamente uno el 71,92% y el otro el 21,99%. No hace falta preguntar quiénes son los susodichos claro para totalizar 152 al cierre del tercer trimestre 'mariachis' incluidos. Una circunstancia que tiene los días contados si el nuevo Gobierno de Rajoy junto con sus aliados de Ciudadanos y PSOE le 'meten' mano a las sicavs aunque todavía está por ver, dado que los cambios de estas sociedades vienen proclamándose a los cuatro vientos en los últimos años y al final todo queda igual.
Argomaniz Inversiones, que se vio afectada en el 'caso Madoff' como contó Valencia Plaza y logró recuperar parte del dinero, mantenía posiciones conservadoras en bonos del fabricante de techos burgalés Grupo Antolín -cotizan en el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF)- y en deuda de empresas españolas más conocidas como Iberdrola y Telefónica. Mientras que en renta variable se dejaban ver en la cartera acciones de Mapfre, Bankia, IAG, Telefónica, Banco Santander, BBVA, Inditex y CaixaBank. Y para de contar.
Con una liquidez que representaba en torno al 5%, el resto estaba invertido en valores extranjeros y más de la mitad vía renta variable. O para entendernos: acciones de bolsa. Hasta medio centenar de cotizadas foráneas y de nombres bien conocidos por todos como Roche, Axa, LVMH (grupo de Louis Vuitton y Moët & Chandon), Orange, KPN, ING, Alphabet -anteriormente llamada Google-, JP Morgan, Siemens, Facebook... Títulos de empresas de distinto calado en pos de una mayor diviersificación a la hora de invertir.
Pero la cosa no queda ahí porque entre las instituciones de inversión colectiva (IIC), que copaban en torno a la quinta parte de la cartera, figuraban firmas también muy conocidas como BNP Paribas, BlackRock, Fidelity, Goldman Sachs y Robeco por citar unas pocas.