El creador valenciano, que ha expuesto en la Tate Modern o realizado un proyecto audiovisual para los Juegos Olímpicos, abre un estudio y taller en su tierra natal tras dos décadas en Inglaterra
VALENCIA. 22 años en Inglaterra son demasiados. El artista contemporáneo Lorenzo Belenguer (Valencia, 1970) ha decidido volver a la terreta después de más de dos décadas trabajando en Reino Unido. Aunque el traslado no es definitivo, el valenciano ha abierto un nuevo estudio y un taller en su localidad natal, Villar del Arzobispo, donde trabajará a partir de ahora y quiere poner en marcha un proyecto de residencias artísticas que conecte norte y sur de Europa. Belenguer, que ha expuesto en la Tate Modern o participado en performances en la Serpentine Gallery y Tate Liverpool, vuelve, como la canción, con la frente marchita a un lugar que ha cambiado, para bien y para mal.
"En Valencia hay dos plataformas bien diferentes: la pública, muy corrupta, y la privada, que ha sido muy participativa. Me he encontrado con proyectos muy interesantes y bien hechos en Ruzafa, también tengo esperanza en el nuevo director del IVAM", afirma el artista. En cuestión de colaboración con la administración pública, precisamente, destaca aquella que llevó a cabo de la mano de la BBC y Heritage Lottery Fund para los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El proyecto, Testimonies, recogía impresiones de ciudadanos que vivieron las olimpiadas celebradas en la ciudad en el año 1948, vídeos que se emitieron en pantallas gigantes por toda la ciudad durante la celebración de los juegos.
"En Londres [el clientelismo] no existe. No es perfecto, pero a nivel de subvenciones se realiza una valoración en base al proyecto y la calidad, está muy controlado, las facturas y el proyecto [...] Es importante que se valore el aporte de la industria creativa. No pedimos limosnas. A veces parece que ser conseller de Cultura es el premio de consolación", afirma Belenguer. Su retorno, dice, es con la intención de crear un puente entre las dos ciudades, por un lado una de las grandes capitales del arte a nivel mundial y, por otra, la eterna promesa de una Valencia en la que están pasando cosas. "Quiero poner mi granito de arena para mejorar de imagen tan dañada de Valencia por los casos de corrupción. Que no nos dé verguenza decir de donde somos".
"Me gustaría que el estudio que he montado en Villar del Arzobispo sirviera para generar un diálogo entre las dos ciudades; entre el Mediterráneo y el Atlántico. Que fuera mucho más que un simple taller de creación. Sería una oportunidad para compartir mis contactos en Londres y en Valencia. Estudio Mediterraneum tendría esa finalidad como punto de partida". Según explica, su objetivo a medio plazo es invertir el tiempo que pasa en una ciudad y otra: si ahora pasa un 30% en Valencia y el resto en Londres, su objetivo es dar la vuelta a la tortilla, aunque no de manera brusca para evitar caer en el olvido de una ciudad que avanza a pasos agigantados. "La luz del mediterráneo es muy especial, te afecta a nivel espiritual y creativo. También estamos ante un público más conservador, menos abierto a nuevas tendencias, en Londres hay hambre de lo nuevo".
Paralelamente, Belenguer está inmerso en la exposición Nueva York/ Roma, en la que es comisario y que se inaugura el próximo 5 de mayo en el Hotel Melià White House, en Londres. La muestra explora los vínculos entre ambas ciudades en los años 60, la relación entre el minimalismo y el arte povera. El joven artista británico Gavin Turk, quien tuvo una muestra individual en el Centro de Arte Contemporáneo de Andratx en 2015, lidera una selección de seis artistas del Reino Unido, Israel, España y Croacia para mostrar que ambos movimientos son todavía muy importantes en la producción del arte actual, exposición que también contará con obras de su comisario. El término arte povera fue acuñado por el crítico Germano Celant, en referencia a las obras realizadas con materiales "pobres" o de uso cotidiano. De esta forma, mientras que el minimalismo favorece la producción industrial, el arte pobre ensambla objetos comunes, aunque ambos coinciden en un proceso intelectual riguroso y una presentación de las ideas de una manera básica y quizás espiritual. "Los años 60 produjeron algunos de los movimientos más innovadores de la Historia del Arte, el encuentro entre el minimalismo y el arte povera. Originados en dos ciudades diferentes en dos continentes diferentes, un fuerte diálogo entre ambos tuvo lugar".
La artista, que actualmente forma parte de una exposición colectiva en el IVAM, ha sido la ganadora del Beca Velázquez 2024/2025