VALÈNCIA. Los líderes de Compromís y PSPV en València, Joan Ribó y Sandra Gómez, atracaron La Nau este viernes y emprendieron su paseo hacia el edificio Rialto, a apenas 100 metros del Ayuntamiento. Parecieron convenir que este escenario de corte racionalista era el más adecuado para tender puentes, limar asperezas y poner orden al cruce de declaraciones de los últimos días. Y a juzgar por los ánimos, habrá gobierno de coalición entre valencianistas y socialistas. Habrá Pacte del Rialto; al menos esa es la intención.
Ya hay calendario sobre la mesa. Los equipos negociadores acordaron después de la fotografía entre los líderes, y en el mismo edificio, empezar a consensuar líneas programáticas a principios de la próxima semana. Hay que empezar a hablar desde cero y sin líneas rojas. Esas son las premisas que planteaba Ribó poco después de vencer los comicios. Tras la reunión entre dirigentes y brazos negociadores, también se respiraba cierto aire de reseteo, de vuelta a empezar. Y con una fotografía bien distinta a la de 2015. Entonces, había tres frentes; hoy, tan sólo hay dos.
Del batacazo de Unides Podem en los comicios del 26M se deduce un acuerdo menos complicado de tejer. La fuerza morada quedó fuera del consistorio y no podrá influir en las políticas municipales, especialmente en lo referente a los proyectos urbanísticos, donde se concentraban las principales disensiones del tripartito. Dejará este espacio a la voluntad de Compromís, que también guarda especiales diferencias con el PSPV en cuanto al modelo de ciudad. Con todo, hay consenso: hay más puntos que unen que los que separan.
En esta construcción desde los cimientos que plantean en la coalición valencianista entra la reestructuración de la arquitectura interna del consistorio. La meta es compartida: hay que agilizar los trámites. Para ello, Ribó pretende implantar un sistema gerencial, con concejales que coordinen grandes áreas, incluyendo en ellas concejalías estrechamente relacionadas. Podría ser el caso de Seguridad y Movilidad, como se ha venido especulando en las últimas semanas, si bien hay sectores en la Policía Local en los que no ha caído muy bien la idea. Tampoco los socialistas lo ven necesario.
En Cultura, tanto unos como otros quieren evitar la descoordinación del Govern de La Nau. Sus 'subdelegaciones' han de estar juntas o mejor relacionadas por el bien del sector. También habrá que prestar atención a otra de las 'patatas calientes' del pasado mandato, la gestión de las licencias de actividad y obra, y quién asume el reto de desatascarla.
Asimismo, con esta pretensión de partir de cero, unos y otros han planteado la posibilidad de gestionar concejalías que en 2015 cayeron en manos del socio. Compromís ha apostado por atraer Seguridad y pugnar por Urbanismo e incluso Hacienda. Los socialistas miran con ojos golosos otras como Cultura Festiva o Movilidad, cuya dirección en el último mandato -por parte de Pere Fuset y Giuseppe Grezzi respectivamente- han calificado de conflictiva. Esta suerte de escalada de exigencias, sin embargo, parece guardar más señuelos estratégicos que obstáculos fehacientes.
Se espera que, a priori, cada fuerza opte por salvaguardar las áreas que ha estado dirigiendo. Muchos concejales convergen en que existen grandes proyectos difíciles de consumar en tan sólo cuatro años. En este sentido, cambiar los directores de la orquesta tras el primer acto no se entiende un planteamiento que pueda resultar beneficioso para la consecución de determinados objetivos. Es por ello que emprender una gran revolución plasmada en numerosos 'cambios de cromos' se intuye una decisión poco probable. No quita ello que sí pueda acabar realizándose algunos intercambios puntuales.
Lo único seguro es que la salida de Unides Podem del gobierno municipal deja tras de sí algunas concejalías huérfanas, que deberán repartirse entre PSPV y Compromís. Es en este apartado donde pueden emerger sustanciales desacuerdos. Vivienda, Participación, Transparencia, Educación, Juventud, Acción Cultural, Patrimonio Municipal, Innovación y Migración son a grandes rasgos las vacantes. La concejalía de Vivienda tiene números para ser muy codiciada. La gran presencia en campaña de los problemas en el mercado del alquiler la han convertido en una área de especial relevancia. Aunque la lógica empuja a pensar que pudiera adherirse a Urbanismo y a la empresa municipal Aumsa -como se planteaba en las filas de Unides Podem-, podría no ser así y volver a ir por libre.
En la conformación del nuevo esquema del gobierno municipal todavía no se ha aclarado si podría existir algo semejante a un mestizaje entre ambas fuerzas en estas 'superconcejalías'. La estructura del gobierno autonómico permite hacerlo con más facilidad y ya se ha practicado en la pasada legislatura. ¿Podría trasladarse la idea al Ayuntamiento de València? Hay quien opina que no. "Esto no es el Consell", arguyen. Aunque se trata de un planteamiento aún en pañales, podría ser otro de los ejes a negociar los próximos días.
En definitiva, el Pacte del Rialto pretende fraguarse como un renacer del de La Nau, una refundición partiendo de la experiencia acumulada en los últimos cuatro años. Hay sobre la mesa ideas para mejorar la gestión, pero sobre el nuevo ejecutivo también pesarán las inercias del anterior, por lo que existen serias dudas sobre la radicalidad de los giros de timón.