VALÈNCIA. Raul y Alicia son dos de los estudiantes de la Universitat de València que este año cursaban un Erasmus en el extranjero y se vieron obligados a decidir el pasado mes de marzo cuando se decretó el estado de alarma si volver o no a sus casas en plena pandemia de coronavirus. Ninguno lo hizo, a diferencia de Laura, que dejó la ciudad para garantizarse la vuelta a su Bolonia natal, o Borja, que regresó a España cuando la situación empezó a empeorar. Abril y María forman parte del grupo que pensaban lanzarse a la aventura del intercambio el próximo curso y ahora se debaten entre hacerlo o no ante la incertidumbre que ha sembrado este virus.
La crisis sanitaria global ha condicionado los planes a corto, medio y largo plazo de miles de universitarios en todo el país. La Universitat de Valencia envía cada año más estudiantes al extranjero, lo que le ha llevado a situarse en la tercera universidad de toda España en envío de estudiantes Erasmus, según consta en las últimas estadísticas aprobadas por parte de la Comisión Europea en enero de 2020. Este año, sin ir más lejos, enviaron un total de 1.717 alumnos.
Sin embargo, la crisis sanitaria ha lastrado la experiencia de más de la mitad de estos estudiantes. Según el departamento de Internacional de la UV, el 60% ha vuelto a España gracias a la colaboración del Servicio Español Para la Internacionalización de Estudiantes (SEPIE) y el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación que dirige Arancha González Laya.
Solo unos pocos han cancelado sus matrículas y se han inscrito en asignaturas en el segundo semestre en la Universitat de València. La mayoría, explican, siguen con docencia online desde España en la universidad de destino y en ningún caso dejan de percibir la beca ni se les reduce la ayuda que perciben; por ello, siguen considerándose Erasmus.
En la otra orilla, el 40% de los estudiantes que se marcharon al extranjero de la UV han preferido quedarse en los países europeos que les adjudicaron. Es el caso de Alicia, estudiante de 4º de Derecho y Ciencias Políticas que se marchó a Leeuwarden (Holanda) el 26 de agosto de 2019 para no perderse la semana de introducción que celebra cada año allí su universidad. Su intercambio era de diez meses, por lo que cuando estalló la pandemia ya había podido disfrutar el primer semestre de la "experiencia Erasmus". Aun así, decidió no volver a España para terminar sus clases: "La situación al principio era mejor que allí y tampoco era recomendable moverse", afirma.
"En Holanda no hemos estado en ningún momento confinados de manera estricta; los bares, discotecas y universidades están cerrados, pero podemos salir a la calle y reunirnos, por lo que no he tenido que estar encerrada y tengo el apoyo de mis amigos aquí", explica esta estudiante. Aunque reconoce que no fue fácil tomar la decisión: "Tuve dudas, no sabía si volver para estar con mi familia porque no se sabía cómo se iba a desarrollar todo". Con todo, se considera una afortunada porque su Erasmus "no ha cambiado mucho, dentro de lo que cabe, al no tener que estar en cuarentena". Incluso, señala que ha tenido la oportunidad de no renunciar a los famosos viajes que realizan los estudiantes cuando se van de intercambio: "Desde la embajada nos han ofrecido hacer excursiones alternativas a los viajes al uso que hacíamos previamente; eso sí, debían ser en autobús, ya que los vuelos estaban cancelados, y eran bastante caros, por lo que no he realizado ninguno".
Raul, estudiante de 4º de Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo de Productos, sin embargo, sí quiso volver a España pero no lo consiguió. Él es alumno en realidad de la Universitat Politècnica de València (UPV). Desde septiembre vive en Turín y hasta el mes de febrero había vuelto en alguna ocasión a València para celebrar fiestas navideñas y cumpleaños de familiares. En marzo, a pesar de intentar comprar billetes de avión para volver a casa, le cancelaron todos los vuelos en el último momento.
Recuerda la sensación extraña que vivió a su alrededor: "Todo fue un poco raro porque nos coincidió con el cambio de semestre". "Algunos de mis amigos que también se tuvieron que quedar se juntaron todos en un piso para pasar la cuarentena juntos, aunque originalmente no vivían en la misma casa", declara. Para él, expone, el Erasmus ha cambiado "por completo". "La experiencia se basa en gran parte en hacer vida social, conocer personas de otros países, mejorar tus idiomas... y todo esto quedó aparcado cuando se decretó la cuarentena".
El desenlace de la historia de ambos contrasta con la de Borja, que sí logró volver a casa. Estudiante de 3º de ADE en inglés, llegó a Bolonia en septiembre y volvió a casa en febrero, antes incluso de que se decretara el estado de alarma, instado por sus padres cuando vieron que la situación empezaba a empeorar. Aunque continúa su formación a distancia, el hecho de tener que dejar su Erasmus a medias le ha trastocado los planes: "Un Erasmus va mucho más allá de estudiar en el extranjero; se aprenden muchísimas cosas de la sociedad y de la vida de la ciudad en la que estás, y las clases telemáticas no compensan todo eso... Además de que tengo que seguir pagando un alquiler de una vivienda a la que no puedo darle uso".
Laura, como Borja, también logró volver a casa. Ella es italiana, por lo que, en realidad, es una de las estudiantes Erasmus que recibe la Universitat de València cada año. En Bolonia estudia Semiótica, pero cuando llegó a la capital del Turia en septiembre empezó a estudiar Comunicación Audiovisual. Cuando el 14 de marzo el Consejo de Ministros aprobó el decreto de estado de alarma no volvió a Italia de inmediato: "En aquel momento solo había vuelos desde Madrid y Barcelona, y me parecía una irresponsabilidad coger un coche de alquiler desde València para irme hasta allí y poder coger un avión". Tuvo que esperar casi un mes, hasta mediados de abril, cuando la Farnesina -el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional italiano- "organizó por primera vez un vuelo para repatriar italianos; tuve suerte de conseguir un billete porque ahora hay compañeros que siguen allí y aún no han podido regresar", recuerda.
Su universidad le dio entonces la posibilidad de seguir estudiando a distancia o parar la beca. Optó por lo primero para no perder el año, y aunque se siente una afortunada por haber tenido esta oportunidad, no deja de sentir cierta "melancolía" por todo lo que se va a perder. "Me encantaría hacer otro Erasmus porque terminar de esta manera te deja sensación de vacío porque de alguna manera no has terminado... Por eso intentaré conseguir otra beca para hacer otro semestre en València, pero dudo que la consiga porque en Italia solo podemos hacer una vez intercambio", lamenta.
El contexto de bajas universitarias en el extranjero, renuncias a plazas adjudicadas para el próximo año, o gente volviendo a casa con la sensación amarga de no haber cerrado una etapa, la del Erasmus, como esperaban es quizá menos dramática en la Universitat Politécnica de Valencia (UPV). Pero no porque los sentimientos de los alumnos de la UPV que se han visto en esta misma situación sean diferentes, sino porque simplemente el porcentaje de afectados ha sido menor.
De los 990 Erasmus que envió la Universitat Politècnica este año, 244 han decidido volver a España, aunque también continúan su formación a distancia con la universidad de destino, por lo que se considera que el intercambio sigue y se les reconocerán los créditos. A los 244 que han vuelto a casa, se suman 71 estudiantes más que directamente anularon la beca antes de marcharse, por lo que estos 315 alumnos afectados representarían en torno a un 31,8% de Erasmus frustrados. Un porcentaje por debajo del 60% de la UV y de la media que anunció la comisaria de Educación y Cultura europea, Mariya Gabriel, que a principios de marzo situó las bajas en un 25% y actualmente representan el 60%.
El escenario no es nada alentador para Abril, que este año cursa 2º de Periodismo en la UV y en febrero logró plaza para irse a Roma el primer cuatrimestre del próximo curso. Ahora, ha decidido renunciar a ella: "No me siento segura yéndome en septiembre; no sabemos cómo va a evolucionar la situación o si se da el caso de que al llegar allí me tocará confinarme, y seguramente también haya limitaciones para hacer cosas". En su lugar, su intención es volver a pedir el Erasmus para el primer cuatrimestre cuando llegue a 4º para asegurarse que puede realizarlo "con normalidad".
Su compañera María, por contra, sí pretende marcharse a cursar 3º de Periodismo a Nimega (Holanda), si bien aún está barajando cambiar su destino para poner rumbo a Utrecht (Países Bajos): "La beca Erasmus te garantiza una experiencia única y no ir en tercero de carrera puede suponer dejar pasar este tren; no me gustaría tener que irme en 4º porque perdería la oportunidad de hacer las prácticas en València y considero que perjudicaría mi formación". Aún así, no esconde la inseguridad que le genera esta situación: "Verme confinada en un país extranjero o tener que volverme a España a mitad curso son cosas con las que no contaba y, en el caso de que ocurran, creo que empeorarían lo que podría haber sido uno de mis mejores años universitarios".
Ahora bien, ella y otros estudiantes que han decidido seguir adelante con sus planes, están "en manos de la universidad de destino". "La Universitat de València ha dado indicaciones de que todo sigue adelante, pero cada universidad de destino es la encargada de decirnos cómo se impartirán las clases allí o, incluso, si recibirán estudiantes internacionales".
Más de 40.000 universitarios españoles se van cada año de Erasmus para estudiar en el extranjero. Los estudiantes de la Comunitat Valenciana son los cuartos de España que más optan por ello durante unos meses, algo que hicieron 4.026 valencianos en 2016 (el 10'1 % del total), con lo que se sitúa por detrás de Andalucía, Madrid y Cataluña. Pero la pandemia de coronavirus ha dejado en el aire los planes previstos por miles alumnos.